Controversia
¿Epidemia de SIBO? Las redes sociales disparan las consultas
Los expertos denuncian intereses económicos tras el «boom» suscitado por esta patología
Hasta hace poco nadie –o casi nadie– hablaba del SIBO. Ahora, por contra, es un tema candente en las redes sociales, plagadas de casos de personas que aseguran padecerlo. Pudiera parecer que es una nueva enfermedad, pero nada más lejos. Es solo que la notoriedad que le han dado «influencers» y «tiktokers» le han hecho saltar a primer plano y, como resultado, una avalancha de pacientes están abarrotando las consultas de digestivo de los centros sanitarios.
Pero empecemos por el principio: ¿qué es el SIBO? Se trata de un sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado, acrónimo que le da nombre en su traducción al inglés. Sus síntomas son: hinchazón y dolor abdominal y cambios en el ritmo intestinal (estreñimiento, diarrea). Es decir, muy comunes y que se pueden sufrir en otras patologías.
Y es que pareciera que se ha convertido casi en un epidemia. «Desde 2021 hemos visto un incremento, pero no sabemos si debido a un aumento en la incidencia o una bajada de la tolerancia de las personas a los síntomas que produce –cuenta Vicente Garrigues, experto en motilidad y trastornos funcionales digestivos del Hospital Universitario La Fe, de Valencia–. Probablemente, en los últimos cinco se ha multiplicado por dos o por tres el número de peticiones de pruebas desde los centros de salud por este motivo». «Sí que han subido las consultas, sobre todo en la medicina privada, donde cantidad de gente ya va incluso con el test hecho. Se puede comprar por internet, que es donde está el negocio», coincide Miguel Rodríguez Gandía, especialista en Aparato Digestivo del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, y miembro del comité científico de la AEEH. «Yo diría que se ha triplicado las consultas si no me quedo corto», continúa.
Pero no toda distensión abdominal es SIBO. No todo es gas, recalcan los expertos. Es más, el SIBO es prácticamente inexistente en la gente sana, asegura Rodríguez Gandía: «Es una patología muy poco frecuente solo se da cuando se da una predisposición por padecer alguna otra enfermedad intestinal como síndrome inflamatorio intestinal (SII), esclerodermia o haberse sometido a una cirugía intestinal».
Ante tal avalancha de casos cabria preguntarse si hay algún motivo para la subida de la incidencia. Pero la causa por la que se produce habitualmente es desconocida y muchas veces se asocia al SII o la dispepsia porque los síntomas son parecidos. «Las bacterias se alimentan de los restos de nuestro intestino y, dependiendo del qué comamos, producen gas, distendiendo el abdomen, y eso duele o produce diarrea. Hay otras muchas enfermedades muy prevalentes que causan los mismos síntomas como el SII, que sufre el 15-20% de la población», explica Garrigues. «La prevalencia de SIBO en los estudios es tan variable como que va del 0 al 81%, o sea, que no se sabe. En pacientes con SII podría situarse alrededor del 14%, aunque todos los estudios nombran que como los test del aliento son muy malos no se puede cuantificar bien», apunta el especialista del Ramón y Cajal. Además, y como señala Garrigues, tampoco «se puede evitar al no conocer su causa».
La prueba
Buena parte de la culpa de este crecimiento espectacular de casos de SIBO la tiene el auge de los test para diagnosticarlo y su controvertida efectividad. Llamada «prueba de aire espirado para sobrecrecimiento bacteriano», popularmente conocida como «tests de aliento», mide el hidrógeno y el metano en el aire espirado. Es muy sencilla (la más fiable es compleja y molesta, una sonda intestinal, y se indica solo en casos muy determinados): el paciente sopla con una pajita en una especie de tubo de ensayo. Después bebe un concentrado con glucosa y, cada 15 minutos vuelve a hacerlo durante tres horas. «Si los resultados suben de unos determinados niveles se considera que hay sobrecrecimiento», explica Garrigues.
Sin embargo los resultados no parecen definitivos, a decir de los expertos. «En un estudio que comparan pacientes con SII y controles sanos, en los primeros encuentran un 35% de test positivos en los afectados por SII, pero en los pacientes “sanos” el test es positivo en el 29% y no tienen ningún síntoma. Y hay algún estudio con cultivo con endoscopia: 13% de SIBO en pacientes con intestino irritable pero incluso el 5% de los pacientes sin síntomas el cultivo les sale positivo también», enumera Rodríguez Gandía.
«En resumen: aproximadamente el 85% de las personas (al menos) con síntomas que se podrían atribuir a SIBO no lo tienen realmente. Tener un test positivo no quiere decir haya sobrecrecimiento. Y un sobrecrecimiento bacteriano ni siquiera implica tener ningún síntoma», sentencia. Por eso es tajante: los test que se usan para detectarlo son muy deficientes y la patología un negocio del que muchos se quieren lucrar. «Hay intereses económicos en la realización de pruebas de sobrecrecimiento. En la pública son gratis pero no en la privada. Cuestan unos 100-150 euros y los tratamientos tampoco son baratos. Evidentemente hay un interés económico detrás de pruebas y tratamientos» coincide el médico de La Fé.
¿Y cómo se trata? Este aspecto tampoco es muy alentador. Los expertos recomienda sobre todo seguir dieta baja en fibra y grasa (su ingesta produce los síntomas en estos pacientes, por lo que una parte del tratamiento es la adaptación nutricional) y «con frecuencia se prescribe un antibiótico, la espiramicina, que no se absorbe, no pasa a la sangre y su eficacia es solo del 50% de los casos. Y, en los que actúa, a los pocos meses el problema vuelve a aparecer, por lo que el 20-25% mejora, un porcentaje muy bajo. Además de que hay otros factores que son la causa de estos síntomas, desde el estrés a intolerancias alimentarias», señala Garrigues.
«Hay dificultad en el diagnóstico, la prueba no es concluyente y el tratamiento no es eficaz. Todo ello genera la oleada de casos en redes sociales y en la consulta», lamenta. «Es la combinación perfecta: una enfermedad que no te mata con un tratamiento inocuo y pruebas con las que la gente puede ganar dinero», añade Rodríguez Gandía.
Por todo ello, en su opinión y ante la situación creada, las sociedades científicas deberían «mover ficha»: «Igual que se hacen documentos de posicionamiento sobre otras enfermedades, hacer uno sobre la ineficacia de estos tests y contrainformar en redes sociales o en los medios». Precisamente, A TU SALUD, para hacer este reportaje, se puso en contacto con la Sociedad Española de Patología Digestiva que, tras reconocer que se trata de un tema «que está cogiendo mucho relieve», decidió declinar participar en el mismo hasta tener preparado un argumentario científico sobre el asunto «que tendrán a punto en breve». Habrá que esperar para conocer la postura oficial de los especialistas.
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