Decisión inminente
Llega el momento de quitar la mascarilla... con marcha atrás
Los expertos prefieren esperar al verano para que baje el número de casos para suprimirla ya en interiores, pero poder reintroducirla si es necesario
Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia, Países Bajos, Alemania, Reino Unido o Francia son algunos de los países en los que, pese a la alta incidencia de covid, ya no es obligatorio llevar puesta la mascarilla en espacios interiores. En algunos casos, su uso solo se mantiene en el transporte público. A esta progresiva relajación de las medidas higiénicas de protección también se ha sumado nuestro país. Por ahora, en España se han eliminado las cuarentenas para los asintomáticos o casos leves positivos. Y parece que para antes de Semana Santa los políticos parecen proclives a eliminarla.
Para dar este paso han sido decisivos los satisfactorios datos de adherencia a la vacunación y de control de la enfermedad recogidos en las últimas semanas, que ha propiciado una paulatina disminución en el número de hospitalizaciones, ingresos en UCI y fallecimientos. Estos datos invitan a suponer que el fin del uso de mascarillas en interiores podría estar muy cerca en nuestro país. De hecho, esta posibilidad se baraja pese a que las cifras están todavía en zona de riesgo extremo por contagio. Los niveles pivotan entre los 450 y 500 casos por cada 100.000 habitantes. LA RAZÓN recoge la opinión sobre esta cuestión a médicos de diferentes especialidades: medicina preventiva, neumología, medicina interna...
Para Rafael Manuel Ortí, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Sempsph), la situación «todavía es incierta» y debemos «evitar precipitarnos». «Para el 90% de la población se podrían eliminar las restricciones porque no les va a afectar, pero tenemos un 10% de población donde incluiríamos a 3 millones de personas que no se han vacunado y donde incluiríamos a las personas tratados con inmunosupresores o inmunoterapia para las que sí es un riesgo», comenta. Y propone esperar: «Cuando la incidencia sea menor de 50 por 100.000 habitantes y la mortalidad diaria sea anecdótica puede ser un buen momento para quitarla. Si seguimos con una tendencia descendiente podría quitarse cerca del verano». Rechaza la gripalización de la enfermedad. «Apoyo la estrategia de covidización de las infecciones respiratoria agudas. Volver a la gripalización supone perder la oportunidad de mejorar los comportamientos sociales y los sistemas de información. Lo que hemos vivido debería servirnos para aprender y mejorar actitudes como el lavado de manos o el uso de mascarilla», indica.
El portavoz de la Sociedad Española Enfermedades Infecciosas y Microbiología (Seimc), Julián Olalla, también considera que es pronto para eliminar la obligatoriedad de las mascarillas, pero es partidario de dar pasos hacia una convivencia razonable con el virus: «Con una población tan ampliamente vacunada como la nuestra y con una cepa, Ómicron, que se estima que infectará al menos al 50% de la población mundial, aunque con menor gravedad, es normal que se vayan dando pasos para aliviar las medidas de protección. Sin embargo, debemos adoptar una actitud de expectación armada, una red de vigilancia de casos con secuenciación de las cepas de forma que identifiquemos nuevas variantes de forma rápida, disponibilidad de fármacos frente al virus tanto para los casos graves como para la infección en los pacientes vulnerables, capacidad de comunicar a la sociedad la evolución del virus y las opciones para hacerle frente, también ahí los sanitarios debemos reflexionar». El experto asume que la eliminación de la mascarilla en interiores mal ventilados supondrá un repunte de la transmisión; de ahí que pida precaución en el ritmo de esta desescalada: «La piedra de toque será si esta transmisión elevada se traduce en casos graves con ingresos hospitalarios. Para evitarlo, hemos de virar para centrar esfuerzos en proteger a los pacientes vulnerables».
Como portavoz de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y en base a la impresión directa que tiene como médico clínico de las características de los pacientes que ingresan en los hospitales, Antonio Ramos defiende la progresión hacia la «normalidad» y considera que el momento actual es el adecuado para plantear la retirada de las mascarillas en interiores. «En los últimos meses casi la mitad de los pacientes ingresados en los hospitales lo hacía con covid y no por covid», comenta. Sin embargo, apostilla que las medidas de control de la infección deben ser realizadas, preferentemente, por epidemiólogos y especialistas en medicina preventiva. El doctor Ramos plantea monitorizar el efecto de la retirada de las medidas de protección frente a la covid para poder hacer cambios en el caso de que los casos graves aumenten, es decir, cuantificar los ingresos hospitalarios debidos a covid-19 durante las primeras semanas tras la retirada de las mascarillas en el interior.
Francisco Javier García Pérez, neumólogo del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid, también considera «prematuro» prescindir de las mascarillas en interiores. Considera que esta medida puede acarrear un aumento de los contagios en unos momentos en que la incidencia acumulada aún está por encima de los niveles considerados de bajo riesgo. «La sexta ola parece estar acabando, pero no podemos relajarnos totalmente. Tenemos una incidencia acumulada todavía elevada, y aunque están descendiendo los ingresos hospitalarios en planta, en UCRIs y UCIs y la mortalidad, las cifras todavía son relevantes», lamenta. Sin embargo, mantiene la esperanza de que, «si la situación sigue mejorando y continua el descenso de los indicadores podremos llegar a una situación de gripalización de la covid». Coincide en que el mejor momento para retirar el cubrebocas en interiores sea cuando la incidencia acumulada esté en torno a 50 casos, con escasa mortalidad y propone hacerlo progresivamente: «La retirada debería afectar primero a lugares con bajo riesgo de covid grave y dejar para el final los enclaves con número apreciable de pacientes más vulnerables como centros sanitarios o residencias».
Juan González del Castillo, el coordinador del grupo de Infecciones en Urgencias de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), rechaza que sea el momento para eliminar la mascarilla en interior u otras medidas de distanciamiento social. «Hay que mantenerlas independientemente de que este no sea el mejor criterio actual para que el sistema sanitario se organice, ya que debe basarse más en términos de hospitalización o ingresos en UCI. Pero teniendo en cuenta que existe todavía una alta circulación del virus debemos mantenerlas, al menos, hasta que la incidencia acumulada a 14 días caiga por debajo de 100», sostiene. El especialista advierte de las consecuencias de banalizar la enfermedad con el término «gripalización»: «Gripalización no es ‘banalización’. Recodemos: la gripe es una enfermedad que provoca miles de muertes todos los años».
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