A fondo

La Sanidad pública entra en barrena

►Listas de espera inadmisibles, malestar profesional, retraso en la llegada de fármacos y un Gobierno que no interviene. O se reinventa o el sistema de salud estalla

Manifestación en defensa del sistema público sanitario organizada por la Plataforma Social en Defensa de la Sanidad Pública de León, a 13 de enero de 2022
Manifestación en defensa del sistema público sanitario organizada por la Plataforma Social en Defensa de la Sanidad Pública de León, a 13 de enero de 2022CAMPILLOIcal

Una de las cosas que más impiden evolucionar es la ceguera, el no querer ver. ¿Cuántas veces han oído, de boca de un político, que nuestra Sanidad –pública, universal y gratuita– es un ejemplo para el mundo? Muchísimas, seguro. Pues sepan que ya no.

Quizá lo fue, pero hacer referencia a un pasado glorioso no hace ningún favor a la situación actual, en la que 706.740 pacientes estaban, a 31 de diciembre, en la lista de espera quirúrgica de forma estructural. Y esto sin contar las listas de esperas previas para llegar a entrar en esta última, para pruebas diagnósticas o para acceder a una consulta con un especialista, cuya media es de 89 días más. Suma y sigue.

Más de 140.000 personas aguardan más de seis meses para operaciones que les pueden salvar la vida. «El peor dato que ha existido en los 20 años desde que se controla este registro», señala Juan Abarca, presidente del Instituto para el Desarrollo y la Integración de la Sanidad. «La lista de espera eterna se ha normalizado con una pasmosa naturalidad, pero no deja de ser otro signo de la indigencia en la que se encuentra nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS)», añade.

Un problema antiguo

«Aunque haya diferencias importantes a nivel de comunidades autónomas, el problema de las listas de espera es nacional, estructural y muy antiguo», explica Ignacio Riesgo, senior advisor experto en sanidad de la consultora Roland Berger. «Este tipo de situaciones son más frecuentes en países que combinan un sistema de tipología SNS –sin copago o con bajo copago y limitaciones de la capacidad– pero no es cierto que sean un problema consustancial con los sistemas públicos de acceso universal. Hay muchos países con este sistema y sin problemas de lista de espera, como Suiza, Alemania, Francia, Bélgica o Japón, entre otros», detalla.

Y es que, el nuestro es un sistema sanitario que «vive de las rentas» de hace más de 30 años, que fue cuando se hicieron las reformas de calado (atención primaria, hospitales o el sistema MIR).

Expertos y analistas coinciden en señalar que la pandemia ha dejado exhausto al SNS, llevándolo a un punto de inflexión en el que la única salida para salvarlo es que se tomen decisiones desde arriba, desde la política.

Algunos lo verbalizan como un Pacto de Estado de los dos principales partidos. Otros, como Rafael Bengoa, exconsejero de Sanidad y Consumo del País Vasco y exdirector de Sistemas de Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), apuestan por «un Consejo Interterritorial que analice la situación y diagnostique el problema, y, despues, adopte las decisiones pertinentes para que se produzca un cambio estructural», según señala.

Pasividad «cómplice»

«Esto es una crisis dentro de una crisis. Era anticipable que íbamos a entrar en esta etapa», explica Bengoa. «Estamos dejando atrás un estado de estrés constante, debido a la pandemia, que ha demandado decisiones improvisadas que han desestabilizado nuestro SNS. Lo más grave es el posible éxodo de profesionales a la sanidad privada, aunque confío en que todavía hay tiempo y mucha voluntad para reestabilizarlo», añade. «Ver cómo se quema la ‘plataforma caliente’ es pasividad. Es necesario que el Consejo Interterritorial y el Congreso analicen la situación y sugieran cambios estructurales a medio plazo, y no solo gestionar el día a día pandémico», refuerza.

El que fuera asesor de Obama en Sanidad confirma que es el sistema público el que ha salvado al país de la mayor crisis de su historia reciente, y que el reto actual no es un problema ideológico. «El Gobierno está corrigiendo problemas estructurales en otros sectores. ¿Por qué no en este? Tenemos que lograr que nuestro Sistema Nacional de Salud siga siendo sostenible y resiliente. Sin inversión los servicios seguirán deteriorándose».

Pone un ejemplo. «Somos ineficaces en la gestión de los enfermos crónicos. Si una persona con diabetes aparece en Urgencias, es que algo hemos hecho mal. Hay que poner los esfuerzos en reforzar la atención primaria, la asistencia a domicilio y la educación sanitaria. Si se actúa ahí los pacientes no tienen por qué llegar a Urgencias, que es la parte más cara del sistema con diferencia», explica.

Planes fracasados

Si algo tienen en común todos los planes que se han aplicado sobre las listas de espera en la última década es que ninguno ha funcionado. ¿Y cuáles son las razones? En opinión de Riesgo, «eran planteamientos puramente administrativos que no daban un papel a los pacientes. Sin eso, nada dará resultado», destaca.

En la misma línea se manifiesta Abarca, que señala: «Estoy esperando que haya una huelga general de pacientes, que salgan a la calle a defender el mayor bien que tenemos como sociedad, sin el cual no es posible la cohesión social. Quizá sea esa la única forma», afirma. Recuerda también que ya en el año 2011 se aprobó el Real Decreto 1039/2011, de 15 de julio, por el que se establecían los criterios marco para garantizar un tiempo máximo de acceso a las prestaciones sanitarias del SNS con la finalidad de que, para las patologías más prevalentes, se dieran alternativas a los pacientes para que, a partir de los 180 días, se les pudiera dar una solución efectiva a sus problemas. «Y ahí se quedo, nunca se aplicó».

De hecho, este es uno de los criterios que defiende el «Consenso por un sistema sanitario del siglo XXI», que elaboró en octubre de 2020 un grupo de trabajo independiente coordinado por Ignacio Riesgo, en el que se plantean otras soluciones para la «lacra» de las listas de espera, como un acuerdo sobre criterios de inclusión –pactado con las sociedades científicas–, el establecimiento de incentivos para el sistema público, la acreditación de centros privados en relación con el tipo de actividad y que, superado el tiempo máximo de espera, el paciente pueda dirigirse directamente a un centro privado acreditado para someterse al procedimiento que requiere.

Pero tampoco se puede llegar a ninguna parte sin escuchar a los profesionales sanitarios. Tomás Cobo, presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), explicaba esta semana –en una de las numerosas concentraciones de la profesión ante el Congreso de los Diputados– la razón principal por la que no se avanza. «El Ministerio de Sanidad tiene que asumir su liderazgo, no puede ser un simple espectador. Este es un problema de convergencia, de una España divergente con 17 servicios de salud, y el Gobierno tiene la responsabilidad de estar al mando».

La ocasión es la idónea, ahora que Sanidad prepara el anteproyecto de Ley de medidas para la equidad, universalidad y cohesión del SNS. Otro de los puntos que muestran la fragilidad del sistema es el retraso en la llegada al mercado de los nuevos fármacos innovadores con respecto a otros países de la UE. ¿Falta presupuesto? Los expertos creen que sí.