Universidad

«Suele normalizarse más a los alumnos con altas capacidades de ciencias puras»

La falta de atención a las mentes privilegiadas es una de las mayores causas de la fuga de talento hacia países que sí les valoran.

Blanca Martín, alumna de altas capacidades de ICADE.
Blanca Martín, alumna de altas capacidades de ICADE.Alberto R. RoldánLa Razón

Han pasado muchos años desde que Irene supo que sus dos hijos tenían altas capacidades intelectuales, pero, como el primer día, le sigue generando rechazo que la sociedad considere que “ser superdodato es una suerte”. “Realmente, para mí, ser madre de dos niños con altas capacidades ha sido un regalo maravilloso, una oportunidad única para ver el mundo a través de los ojos de personas con niveles de inteligencia que desafían la norma, con un potencial increíble para superar cualquier desafío que, para otras personas, podría resultar imposible. He disfrutado de cada logro, los he animado siempre a alcanzar su máximo potencial y explorar nuevos horizontes. En nuestra familia, la fórmula del éxito ha consistido en brindar amor, dedicación y apoyo incondicional. Pero también he llorado mucho por ellos. Porque no hay sensibilidad en la sociedad hacia estos niños. Tampoco en el ámbito académico. Los centros educativos no están preparados para aportarles la atención que necesitan, ya sea a través de materiales adaptados a su desarrollo o a través de apoyo psicológico para vigilar su estado emocional. De hecho, hoy en día, los esfuerzos siguen centrándose en tratar de normalizarles, lo que les provoca frustración y, en algunos casos, problemas psicológicos. Por lo que, no son “tan afortunados” como la gente piensa”, asegura.

Las personas con altas capacidades intelectualessuponen un grupo muy heterogéneo, pero tienen algunas características comunes que les definen: sus cerebros son distintos. “Su estructura cerebral se ha formado de manera diferente. Habiéndose demostrado que tienen mayor cantidad y variedad de conexiones neuronales (sinapsis) que se combinan entre sí de forma exponencial y un diferente consumo de energía, que permiten que su cerebro procese información en determinadas áreas a una mayor velocidad. Todo ello se traduce en una percepción diferente de lo que les rodea: piensan diferente, sienten diferente y su cerebro les permite manejar la información más rápida y eficaz la información, lo que se traduce en un aprendizaje mucho más rápido y más profundo que las personas con su misma edad cronológica”, explica Marta Díaz Montesinos, directora del Programa DACIU (Desarrollo de Altas Capacidades Intelectuales en la Universidad).

A pesar de ser altamente inteligentes y capaces, estos estudiantes a menudo se aburren con el ritmo y la rigidez del sistema educativo tradicional, lo que puede generarles problemas de interés, motivación y rendimiento y, por consiguiente, fracaso escolar. “Necesitan que se les permita acceder a un aprendizajeacorde con su edad mental y no únicamente con su fecha de nacimiento”, solicita Marta Díaz. Según un informe elaborado por el Centro de Investigación y Documentación Educativa del Ministerio de Educación en el año 2000, un 70% de los alumnos de altas capacidades tenía bajo rendimiento escolar, y entre el 35% y un 50% acaban teniendo fracaso escolar por no estar debidamente identificados, evaluados y atendidos. Este aburrimiento, continuado en el tiempo, puede llegar a convertirse en un aburrimiento crónico, ligado a un estado emocional de insatisfacción o, incluso, desembocar en una crisis existencial, en problemas de ansiedad o en una depresión mayor. “El aburrimiento que lleva implícito tener que atender en el aula a conceptos que tenemos superados con anterioridad, supone un rechazo a la escuela. Según los estudios del propio Ministerio de Educación y Formación Profesional, muy posiblemente, un 50% de los alumnos escolarizados que tienen altas capacidades intelectuales y no están recibiendo apoyo educativo específico, están engrosando las cifras de fracaso escolar”, subraya.

Estos alumnos
también suelen encontrar dificultades a la hora de encontrar profesores que comprendan y satisfagan sus necesidades académicas, lo que limita su desarrollo y progreso. “Actualmente, en el colegio y hasta en la Universidad, deben realizar las mismas asignaturas que el resto de compañeros aunque esto les suponga una constante fuente de frustración y un inmenso aburrimiento. Al igual que los deportistas profesionales cuentan con entrenadores específicos y de alto nivel, estas personas necesitan mentores que hayan realizado ya el camino y les acompañen en su proceso de crecimiento intelectual”, lamenta Marta Díaz. En otros países, como Estados Unidos, los profesores tienen cierta formación sobre las características de las personas con altas capacidades intelectuales y, cuando detectan que algún alumno puede ser de altas capacidades, le derivan al psicólogo del centro para que se le realicen las pruebas que permitan su identificación. Una vez identificados, y atendiendo a los resultados, les aplican diferentes medidas que siempre incluyen un aprendizaje individualizado, con el fin de fomentar y retar adecuadamente su capacidad.

Una vida de obstáculos

Blanca Aurora Martín Maldonado ha sufrido estas dificultades en los estudios. “De todos los maestros y profesores que he tenido, solo recuerdo a tres que verdaderamente hicieran un esfuerzo por comprender mis necesidades en el aula y adaptaran y ampliaran el contenido. A estos maestros los recuerdo con bastante aprecio. Sin embargo, recuerdo, los problemas que tuve para adaptarme a la clase y al ritmo sin distraerme”, reconoce. Y añade: “Suele haber mayor normalización con los alumnos altas capacidades en el ámbito de las ciencias puras. Mientras que, en las ciencias sociales, las letras o el arte, suele haber menor adaptación y entendimiento. En esto recuerdo perfectamente una clase hace unos años en la que uno de los profesores dijo que como juristas seriamos mejores si no éramos tan listos”.

Blanca tiene 24 años y le encanta viajar, conocer otras culturas y la Historia del arte. Ha estudiado un Doble Grado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Granada y, actualmente, cursa el Máster Universitario en Acceso a la Abogacía en la Universidad Pontificia Comillas de manera presencial, y simultáneamente está completando dos títulos de Máster Universitario, uno en Arbitraje Internacional en la Universidad Internacional de La Rioja y el tercero, el Máster Universitario en Derechos Fundamentales en Perspectiva Nacional, Supranacional y Global en la Universidad de Granada. Además, participa en MOOT Madrid, la XV competición internacional de arbitraje y derecho mercantil; y trabaja a jornada parcial como becaria a través de un programa de prácticas extracurriculares en la Corte de Arbitraje de Madrid. También ha realizado programas de intercambio universitario en Israel y Suiza, lo que le ha permitido desarrollar un enfoque mucho más enriquecedor y multidisciplinario. También participa en el programa DACIU con un proyecto de investigación en el campo del derecho internacional.

Conoció que tenía altas capacidades en primero de Primaria debido a que una maestra reportó “problemas de aprendizaje y de nivel”. Entonces y pese a que recibió un gran apoyo familiar, decidió ocultarlo para no sentirse catalogada por el resto de compañeros. “Normalmente cuando dices que eres altas capacidades se generan una serie de expectativas en la gente, que procuraba evitar. Principalmente, que eres un alumno que obtiene siempre las máximas notas y que no te cuesta nada estudiar. Nada más lejos de la realidad”, indica.

Durante toda su experiencia académica, ha llegado a sentirse constreñida en muchas ocasiones: “He escuchado muchas veces el comentario de que tengo metas en las nubes, que es muy complicado llegar y me piden que haga cosas más realistas. Me he dado cuenta de que la forma en la que me planteo mis metas académicas y laborales y el tipo de metas que me pongo, son diferentes de las que suelen tener las personas de mi edad”. Y defiende que ser una persona con altas capacidades “no te hace la vida más fácil. Simplemente, significa que la capacidad que tienes es distinta. Es por ello por lo que hay que acabar con los estigmas en torno a estas personas y potenciar que el sistema obtenga de ellos su mejor versión”. En este sentido, considera que hacen falta herramientas para normalizar la existencia de alumnos con altas capacidades y sus necesidades específicas.

El reto: conocer a las personas con altas capacidades

Marta Díaz Montesinos comparte esta opinión: “El primer reto es conocer cómo son en realidad las personas con altas capacidades intelectuales y las necesidades que tienen, tanto educativas como emocionales. Aceptarles y valorarles tal como son, sin intentar que sean normales. El segundo reto es la falta de oportunidades. En el mundo deportivo, se invierte en brindar oportunidades a las personas que cuenta con un alto potencial para lograr que se conviertan en líderes en su deporte, establezcan nuevos récords y representen a su comunidad. Del mismo modo, a las personas con altas capacidades intelectuales debemos dotarles de las oportunidades y los medios para que expandan y hagan crecer su potencial. Este es, el mayor reto que tenemos como sociedad. Los frutos de esta inversión revertirán en todos nosotros”. La experta propone establecer un protocolo nacional que permita y facilite la identificación temprana de personas con altas capacidades intelectuales. “Dicho protocolo incluirá una personalización de su formación y educación que les permita aprender en función a su capacidad y no a su año de nacimiento, con medidas integrales que les faciliten la aceleración y fomenten su enriquecimiento, como la realización de itinerarios específicos, la posibilidad de avanzar de curso en una o más asignaturas, realización de talleres o clases específicas, o la creación de centros educativos especiales para niños con altas capacidades intelectuales, como sucede en Dinamarca, Reino Unido, Alemania, Austria o Suiza”.

Según las estadísticas oficiales publicadas en abril de 2022 por el Ministerio de Educación y Formación Profesional sobre el curso 2020-2021, la cifra total de alumnado matriculado en España en las enseñanzas de Régimen General no universitarias ascendió a 8.232.295. De ellos, 40.916 alumnos recibieron apoyo educativo por las altas capacidades intelectuales, lo que representa un porcentaje de apenas el 0,497% sobre el total. Si estimamos que entre el 10 y el 15% de la población tiene altas capacidades intelectuales, esto supone que más del 99% de los alumnos con altas capacidades intelectuales no están identificados.

Tanto para Irene como para Blanca y Marta, es el momento perfecto para empezar a implementar los cambios. “Por un lado, se está dando cada vez más visibilidad a las capacidades diversas y a las habilidades educativas diferentes en el alumnado. Por otro lado, los avances en la ciencia, como la Inteligencia Artificial, han acelerado la necesidad de un cambio acelerado, para lo que los perfiles altas capacidades se podrían adaptar con mayor rapidez. Las personas con Altas Capacidades tienen un potencial que en este contexto puede ser muy favorable. Ya no es solo la capacidad de aprender, sino la capacidad de enlazar conceptos de una forma un poco distinta. Además, en ciertas cosas el entendimiento del mundo es un poco diferente”, explica Blanca.

“El potencial existe, está ahí, en más campos de los que la gente suele pensar: bellas artes, derecho, historia…. Y no solo en el campo de las ciencias. Tan sólo necesitamos apoyo y programas que nos ayuden a crecer y desarrollarnos”, concluye.