Falta de lluvias
Cataluña se convierte en la nueva Andalucía por culpa de la sequía
El origen de la falta de agua en el noreste peninsular está en las alteraciones que presenta el Anticiclón de las Azores. Los expertos dicen que «ya no hay que mirar al cielo esperando soluciones sino focalizarse en una buena gestión»
La situación de sequía que azota a Cataluña resulta preocupante. Bien es cierto que esta tendencia lleva arrastrándose desde los últimos dos años, en los que se han registrado las tasas más altas de sequía en la comunidad autónoma. Sin embargo, las condiciones meteorológicas de 2023 no han hecho sino acentuar este escenario desalentador.
Tal es la gravedad que los sistemas hídricos que abastecen al 80% de la población han activado la fase de excepcionalidad y se han implantado restricciones en usos agrícolas, industriales y urbanos. Según los datos recogidos al cierre de esta edición, la capacidad de los embalses de las cuencas internas, gestionados por la Generalitat a través de la Agencia Catalana del Agua (ACA), está al 27,1%, un dato que se acerca a la situación en Andalucía, territorio caracterizado por las constantes sequías. La cuenca del Guadalquivir se encuentra en el 25,7%, mientras que la cuenca Mediterránea Andaluza supera el 38%.
¿Qué está ocurriendo en Cataluña? ¿Por qué están viviendo este golpe de sequía que hasta ahora afectaba principalmente al sur de España? Mientras los políticos activan planes de ahorro de agua y trasvases como el del pantano de Sau, el segundo con mayor capacidad de las cuencas internas de Cataluña, que está al 14% –un nivel tan bajo que ha obligado a iniciar el trasvase al mayor embalse, el de Susqueda, que está al 36%–, los científicos buscan soluciones y alertan de la gravedad de esta coyuntura. ¿Ha habido negligencia o dejadez en el comportamiento de los políticos ante los constantes avisos de la comunidad científica sobre la aproximación a esta situación? ¿Por qué no se han implantado planes de ahorro con mayor previsión?
«Lo que está ocurriendo en Cataluña viene a desmontar la idea de que la sequía o falta de agua es tan solo un problema que afecta al sur peninsular. Es una realidad climática que aparece de manera frecuente e intensa en todo el territorio español. Estamos ante una nueva realidad climática», puntualiza Jesús Vargas, profesor de Geografía de la Universidad de Málaga, y especializado también en Gestión Sostenible del Agua.
Antes de analizar el cómo se ha llegado hasta aquí y qué es necesario hacer para evitar situaciones de mayor riesgo para la población, este experto apunta que la coyuntura en la que se encuentra la comunidad catalana, especialmente Gerona y Barcelona, se debe a la confluencia de varios factores. «En primer lugar, las precipitaciones que vienen del Atlántico y que solían atravesar toda la Península no han llegado hasta Cataluña, al igual que ha ocurrido con las que provienen del Mediterráneo. Se han quedado en regiones como la valenciana y Murcia. Además, el aporte de los glaciares tampoco ha llegado a los embalses. Esto se junta a las altas temperaturas, las olas de calor simultáneas y secuenciales», asegura Vargas.
El origen de que estas precipitaciones no hayan llegado hasta el noreste hay que buscarlo en el Anticiclón de las Azores, ubicado en el Atlántico Norte, donde las conocidas islas portuguesas. Según este geógrafo, dicho anticiclón se está desplazando hacia el norte lo que impide que entren las aportaciones de agua que antes sí lo hacían. «El cambio climático está afectando a la circulación atmosférica. En verano, este anticiclón suele situarse a la altura de Canarias y en invierno desciende, por lo que su acción se nota menos en la Península y deja así entrar a las corrientes el Atlántico Norte. Lo que está ocurriendo en la actualidad es que ese anticiclón está aumentando su presencia en la Península, desplazándose hacia el norte con más intensidad, lo que impide que entren esas corrientes del norte que son las que dejan las lluvias. Por efecto del cambio climático se está modificando la temperatura del océano y, por lo tanto, de la atmósfera, conduciendo así a una nueva circulación en la misma», subraya.
Por su parte, Roger Solé, divulgador científico en Meteored y meteorólogo en 8TV y en el programa «De Boca a Orella» de RNE Cataluña, destaca que «no debemos olvidar que hace 30 meses que no llueve como lo tenía que hacer en el noreste, lo que se ha generado un déficit hídrico muy importante». Según este experto, la tipología de las últimas lluvias no ha sido favorable para la recarga de los acuíferos, de ahí las alarmantes cifras que muestras los embalses. «Esta irregularidad en las lluvias, junto a más de dos años con precipitaciones por debajo de la media contribuyen a esta sequía. Lo que denominamos ‘‘buena lluvia’’ es aquella que permanece constante durante varios días, pero lo que ocurre ahora es que cae mucha agua durante un periodo de tiempo muy pequeño, lo que hace que toda esa precipitación no pueda ser absorbida por el suelo y acabe en los ríos o el en el mar».
Situación irreversible
Para Solé, los pronósticos no son alentadores. La previsión indica que en primavera puede mejorar el margen pluviométrico, «es decir, que podría llover lo que ha llovido en esa misma época del año en periodos anteriores, pero la Generalitat ya ha avisado de que se necesita el doble de esa lluvia para cubrir el déficit hídrico y el nivel de los embalses, y eso no va a ocurrir».
Ante esta situación, los expertos apuntan a una gestión eficaz que ya debería haberse activado hace tiempo. «Desde los años 50, el principal mecanismo de regulación era el de construcción de embalses, pero esto ya no sirve porque no hay agua que acumular e implica una inversión muy alta para que estén vacíos. Así, en los últimos diez años han venido estableciéndose planes de sequía, bien a nivel de demarcaciones hidrográficas o para abastecimientos urbanos», detalla Vargas, quien añade que estos segundos todavía no se están aplicando en todo el territorio de manera eficaz.
En Cataluña ya están tomando medidas de limitaciones de uso de agua en industria, agricultura, riegos de jardines, lo que denota una planificación para prevenir el riesgo futuro, ya que todavía no ha llegado la estación seca y de no comenzar ya con estas reducciones podría agravarse más la situación. «Ya se muestra un desequilibrio importante entre el recurso y su demanda, y puesto que no se prevé un aumento de precipitaciones, no vale mirar al cielo, lo único que se puede hacer es focalizarse en la gestión. Eso sí, cabe preguntarse si llegaremos a tiempo», dice el profesor de la Universidad de Málaga. «No creo que esta situación sea reversible y los modelos inducen a una sequía mucho más prolongada», aventura Roger Solé.
[[H2:Con menos agua, las manzanas serán más pequeñas y solo servirán para zumo»]]
►Martí Costal es productor de manzana en una zona castigada por la crisis en Gerona, y también se dedica al maíz, entre otros productos. «Estamos en alerta desde octubre, y estamos tirando más de secano que de regadío, para no tener que regar», cuenta el agricultor, muy poco optimista con las campañas previstas para este año, por culpa de la aprobación del decreto de sequía de la Generalitat de Cataluña. «Para asegurarnos la cosecha necesitamos cultivos que requieran de menos agua, como en los girasoles, y las disminuciones serán muy importantes en un sector que ya está al límite».
Las complicaciones derivadas de la situación pueden ser graves a nivel económico, cuenta Costal. «Repercutirá en el pago a proveedores, en las nóminas, en los créditos», lamenta. Hay otro problema en el cultivo de la manzana en Gerona: «No es posible un cambio en el cultivo, los árboles duran entre 20 y 30 años, y ahora no se pueden cambiar. Por lo tanto, con el 40% menos de agua la fruta saldrá más pequeña, no se podrá vender como tal y solo servirá para zumos, que no cubre nada, esto puede suponer la ruina para muchas explotaciones». En el caso de las zonas con agua regenerada, se puede regar con normalidad, pero los productos finales tienen una calidad muy inferior a la acostumbrada, por lo que hay agricultores que se plantean no labrar.
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