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Curados antes de nacer

Un equipo de científicos logra acabar con una enfermedad congénita en ratones no nacidos dentro del vientre de su madre

Un feto, durante su vigésima semana de gestación / Lennar Nilsson
Un feto, durante su vigésima semana de gestación / Lennar Nilssonlarazon

Un equipo de científicos logra acabar con una enfermedad congénita en ratones no nacidos dentro del vientre de su madre.

La ya famosa técnica de edición genética CRISPR, a la que vulgarmente se ha llamado «cortapega genético», ha demostrado su eficacia para la reparación de daños genéticos y enfermedades en individuos adultos en más de una ocasión. No en vano, pasa por ser una de las herramientas más prometedoras para el tratamiento de algunos males hoy incurables si al final se demuestra su efectividad y su seguridad a largo plazo. Ayer, además, CRISPR dio un paso más en su carrera por convertirse en la opción terapéutica que muchos sueñan. Por primera vez, se ha logrado aplicar esta técnica de intervención genética en individuos no nacidos aún, es decir, se ha procedido a la edición prenatal de genes, en este caso de ratones de laboratorio, para eliminar defectos que, una vez nacido el animal, lo habrían conducido a padecer una enfermedad.

En otras palabras, se abre la posibilidad de tratar enfermedades congénitas dentro del vientre de la madre para evitar que el hijo nazca con ellas. El espectacular avance se ha publicado en la revista «Nature Medicine» y ha corrido a cargo de científicos de la Universidad de Pensilvania y del Hospital Infantil de Filadelfia.

Los autores han utilizado las conocidas tecnologías de edición de genes CRISPR-Cas9 y BE3. Se trata de estrategias que permiten seleccionar fragmentos de ADN dañado y suplirlos por otros sanos. Si una secuencia de genes predispone a un individuo a una enfermedad, el intercambio de esta por otra correctamente editada hará que la enfermedad no aflore, como quien borra una frase llena de erratas de un texto y la sustituye por otra corregida y legible.

Mediante esta estrategia, los expertos han logrado intervenir en los genes que regulan el colesterol. En concreto, han editado estos genes en ratones aún no nacidos, dentro del útero de sus madres. Al editarlos, han logrado que los ratoncillos nazcan sin riesgo de padecer elevados niveles de colesterol.

Más tarde, han atacado enfermedades congénitas de más difícil tratamiento. Por ejemplo, han utilizado embriones de ratones fecundados con una mutación que los hace portadores de una enfermedad grave llamada tirosinemia tipo 1. Los pacientes de este mal (1 entre cada 100.000 humanos) sufren daños hepáticos graves que acaban con el fallo del órgano vital.

La nueva investigación ha logrado editar la región del ADN de ratones que provoca el mal y que nazcan los animales sin el riesgo de fallo hepático esperado.

La tirosinemia, también en humanos, es una enfermedad congénita. Sus síntomas aparecen en los primeros años de la infancia y generalmente puede ser tratada con un fármaco y dieta específica. Pero en ocasiones el tratamiento fracasa y conduce al fallo hepático o a un mayor riesgo de cáncer.

De manera que estamos a las puertas de una nueva generación de tratamientos prenatales que permitan la prevención de enfermedades que hoy exigen cuidados crónicos o, en algunos casos, que ni siquiera tienen curación.

¿Imaginan un nuevo set de terapias que pueda evitar que niños que se sabe que están condenados a la muerte o la enfermedad congénita incurable nazcan con el mal? «Nuestro objetivo es trasladar este conocimiento al tratamiento de enfermedades congénitas graves que se detectan en el feto durante el embarazo», ha declarado el autor principal del estudio, William H. Parenteau.

El trabajo, sin embargo, se encuentra en una fase muy preliminar. De momento, solo se ha podido inhibir la función de genes perniciosos. Las secuencias de información genética alteradas generan daños en la salud del ratón. La técnica ha podido evitar que esas secuencias se expresen. Pero el siguiente paso, más interesante, sería poder incorporar además secuencias sanas. Imaginemos que en nuestra casa un enchufe defectuoso amenaza con provocar un cortocircuito. El experimento presentado ayer ha logrado desconectar ese enchufe para que no haya riesgo de incendio. Pero el siguiente paso sería cambiarlo por uno en buen estado y poder dar la luz. Por ejemplo, se podrían editar en el genoma de los no nacidos, genes que aseguren que en el futuro tendrá una buena salud cardiovascular.

En el caso de la tirosinemia, los científicos han sido capaces de producir una estirpe de ratones que portaban grandes cantidades de células hepáticas modificadas y que estaban en funcionamiento hasta tres meses después de haber nacido sin signos de efectos secundarios. Los ratones vivieron con una expectativa de salud mayor incluso que la de otros animales que fueron tratados con los fármacos convencionales.

Para lograr el efecto protector, los científicos han utilizado adenovirus como vectores de la modificación. Estos virus son habitualmente utilizados en experimentos de terapia genética, pero suelen producir respuestas negativas en el sistema inmune de los receptores. Por eso ahora se están trabajando en otras formas de canalizar la terapia, por ejemplo, utilizando nanopartículas de lípidos en lugar de virus como vectores.

Los autores de trabajo ya piensan en los futuros pasos a dar. Por ejemplo, se plantea la posibilidad de utilizar idénticas herramientas de edición genética para curar otras enfermedades, incluso las que afecten a otros órganos vitales que no sean el hígado. En cualquier caso, todavía hace falta mucho trabajo antes de que la edición genética prenatal pueda ser utilizada en la clínica habitual con enfermedades de las que ahora no existen curas realistas.