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El biólogo sueco Svante Pääbo, Princesa de Asturias de Investigación 2018

El bioquímico sueco Svante Pääbo, que secuenció el genoma de una especie extinta, premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica.

El biólogo sueco Svante Pääbo, director del Instituto Max Planck de Antropología, ha sido galardonado hoy con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2018. Foto: Efe / Hendrik Schmidt
El biólogo sueco Svante Pääbo, director del Instituto Max Planck de Antropología, ha sido galardonado hoy con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2018. Foto: Efe / Hendrik Schmidtlarazon

El bioquímico sueco Svante Pääbo, que secuenció el genoma de una especie extinta, premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica.

Si usted está leyendo estas líneas, es un poco neandertal. Y no se lo tome como un insulto. Esa es la conclusión a la que llegó hace años el investigador sueco Svante Pääbo, especialista en genética evolutiva y gran experto en el genoma del hombre del neandertal, que ayer fue galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Desde su puesto de director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, Pääbo ha cuajado como uno de los mayores expertos mundiales en paleogenética y uno de los padres de la idea de que, en algún momento de su desarrollo evolutivo, el hombre moderno y el hombre de Neandertal se cruzaron. La huella genética de aquel cruce sigue en nuestro ADN.

Su última aportación a la ciencia ha sido, este mismo año, el desciframiento del genoma completo de cinco neandertales que vivieron hace más de 40.000 años. ¿Pero, por qué se empeña la ciencia en conocer el genoma de una especie ya desaparecida? ¿Qué aporta la genética neandertal a nuestras vidas?

La paleogenética pretende comparar el genoma de aquel hominino con el nuestro y detectar aquellos genes o mutaciones que solo aparecen en este último. Después habrá que comprobar qué función cumplen y si su labor puede haber contribuido a la selección positiva, es decir, a nuestra capacidad de adaptarnos al entorno para sobrevivir y tener más descendencia.

Ese es el trasfondo científico de las investigaciones de Svante Pääbo, pero el ruido mediático que han despertado corre por otros derroteros: Si neandertales y sapiens se cruzaron, se aparearon... ¿tuvieron descendencia? ¿Somos herederos de ese encuentro en la remata prehistoria europea? Y si es así ¿qué rasgos del humano de hoy proceden del padre o de la madre neandertales? Desde 2009, se ha ido desgranando los resultados más espectaculares de las investigaciones de Pääbo y su equipo y han demostrado que ambas especies sí se habían cruzado y que los humanos modernos no africanos portamos entre un 1 y un 4% de genes de neandertal. Hay que recordar que hasta que se realizó este estudio se creía que no había existido hibridación alguna entre ambas especies por lo que el trabajo de este científico ahora galardonado ha supuesto toda una revolución en la paleontología. De hecho, los medios se ha hecho más de una vez eco del concepto «nuestro neandertal interior» que comenzara a popularizar hace tiempo el científico sueco en sus conferencias.

Pero la aportación de este investigador va mucho más allá. Su trabajo con ADN antiguo le ha permitido demostrar que es posible extraer información genética de fuentes degradadas por el tiempo y a las que antes se consideraba inservibles. Su método de extracción de esa información atesorada en restos milenarios ha sido utilizado por docenas de científicos para analizar momias egipcias, poblaciones de animales extinguidos o especies perdidas de antecesores del hombre.

Precisamente en esta última línea de investigación Pääbo también ha sido responsable de otro hallazgo espectacular. Tras estudiar restos procedentes de Siberia descubrió la traza genética de una especie desconocida de hominino. Fue hallado en la cueva siberiana de Denisova y por eso recibió el nombre de Denisovano. Svante Pääbo contribuyó a demostrar que el 5 por 100 de los genes de los actuales habitantes de Australia y otras zonas de Oceanía tiene su origen en esa especie.

Los trabajos con ADN neandertal han contado con una gran aportación de muestras extraídas en el yacimiento español de El Sidrón (en Asturias). Además el galardonado paleobiólogo ha trabajado estrechamente junto con el equipo de científicos de Atapuerca, donde se hallaron los genes más antiguos rescatados, con 400.000 años de antigüedad.