La Rioja

Un pueblo riojano se rebela contra el silencio: vecinos luchan contra la sentencia que obliga a apagar las campanadas nocturnas

El Tribunal Superior de Justicia obliga al Ayuntamiento a no hacer sonar las campanas entre las diez de la noche y las ocho de la mañana e indemnizar a una vecina con 3.000 euros

Toque de campanas en la Iglesia de San Juan en Zamora para celebrar que el toque manual de campanas ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO
Toque de campanas en la Iglesia de San Juan en Zamora para celebrar que el toque manual de campanas ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCOMariam A. MontesinosAgencia EFE

Los vecinos de Matute, una localidad riojana de un centenar de habitantes, se han concentrado para protestar contra la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja que obliga a mantener en silencio las campanas de la parroquia durante la noche. La resolución judicial responde a la denuncia presentada por una vecina, que alegó que el repique afectaba a su descanso.

El alcalde, Jacinto Clemente, ha expresado el malestar general del municipio y ha anunciado que el Ayuntamiento recurrirá la sentencia, que también impone una indemnización de 3.000 euros a la vecina denunciante por perjuicio moral y vulneración de su derecho fundamental al descanso. Según subraya el regidor, “solo hay una persona que se ha quejado” y considera que la sanción económica es “excesiva”.

Lucio, uno de los encargados de activar las campanas, y varios vecinos defienden su sonido como parte de la identidad del pueblo. “A mí me gustan mucho”, señala uno de ellos. Otros aseguran que no resulta molesto dentro de las viviendas y que forma parte del patrimonio cultural de la localidad. Tere, que vive bajo el campanario, afirma que “nunca le han molestado”, mientras otra vecina confiesa que echa de menos su tañido nocturno porque “le hacía compañía”.

El pueblo defiende su tradición

Desde la sentencia, las campanas de Matute permanecen silenciadas entre las diez de la noche y las ocho de la mañana, en cumplimiento de la resolución judicial. El Ayuntamiento acata la decisión mientras prepara el recurso.

Los vecinos, sin embargo, insisten en que las campanas no son solo un reloj ni una fuente de ruido, sino un símbolo de convivencia y de la vida cotidiana del municipio. En sus palabras, la ausencia de su sonido “entristece” al pueblo, que aspira a recuperar pronto el repique que marcaba sus noches.