
Psicología
Qué significa interrumpir constantemente, según la psicología
Cortar a alguien a mitad de frase no es solo mala educación: suele esconder prisa, necesidad de control, costumbre… o simple falta de conciencia. Aquí va una guía clara para entenderlo y manejarlo sin convertir cada charla en un pulso

Muchas interrupciones no nacen de la mala intención. En algunas familias y culturas, hablar "encima" es sinónimo de entusiasmo y participación; quien creció así puede no percibirlo como invasivo. Otros perfiles buscan "ir al grano" y tomar el volante de la conversación para dirigirla hacia su objetivo y, en el trayecto, pisan tu frase. Hay casos, también, de pura excitación, se les dispara la idea y saltan antes de tiempo. Y un grupo importante ni siquiera sabe que lo hace; hasta que alguien se lo señala.
Hay casos interesantes relacionados con el género. Por ejemplo, la psicóloga Sherri Gordon señala que los hombres interrumpen a las mujeres con más frecuencia que a otros hombres. Y también habla del factor clínico: "En TDAH, interrumpir o irrumpir en lo que hacen otros figura entre los comportamientos típicos, tanto en niños como en adultos", explica la experta. No es lo mismo para todos los casos, pero ayuda a entender por qué a algunas personas les cuesta esperar su turno.
Lo que provoca
Cuando alguien te corta, el mensaje suena así: "lo mío va primero". A la larga mina el respeto, desequilibra la conversación -quien interrumpe ocupa más espacio- y puede convertirse en una dinámica de poder. En relaciones con tensión o desigualdad, esa táctica sirve para desautorizar, corregir el rumbo o dejar al otro sin réplica.
Cómo manejar la situación de la mejor manera
Funciona mejor intervenir antes del choque. Si vas a exponer algo complejo, enmarca el turno: "Te cuento todo en dos minutos y luego abrimos preguntas". Si aun así te cortan, repesca la palabra con frases breves y neutras: "¿Me dejas terminar y ahora voy contigo?".
Ten preparado tu plan B para la próxima vez, -porque habrá recaídas- continuar hablando con calma hasta cerrar la idea, pausar en silencio hasta recuperar la atención, o señalar el desvío con una sola línea ("vuelvo a lo que estaba diciendo y ahora retomo lo tuyo"). La coherencia es la que cambia la dinámica.
Y si eres tú quien interrumpe
Prueba dos micro-hábitos: anota la idea en una palabra clave para no perderla y espera a que el otro cierre. También sirve contar mentalmente tres respiraciones antes de entrar. Si te descubres saltando por ansiedad o prisa, dilo en voz alta y pide turno: "Tengo un punto, ¿te parece si lo guardo para después?". En reuniones, delimita tiempos y cierra con un resumen para no sentir que, si no entras ya, la idea se esfuma.
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