La opinión de Paloma Pedrero
Tiritas para sobrevivir
Nos advierten que las emisiones de gases de efecto invernadero no dejan de aumentar y el clima sigue cambiando. Pero nosotros celebramos el verano en abril como si fuera un regalo de los dioses. ¡Qué tiempo estupendo!
Nos lo dicen, nos lo cuentan, nos advierten que las emisiones de gases de efecto invernadero no dejan de aumentar y el clima sigue cambiando. Lo vemos, lo sentimos, lo sufrimos. Lo negamos. El calor sigue aumentando en todas las comunidades del mundo, siendo China y Europa las que batieron todos los récords en olas de calor.
Pero nosotros celebramos el verano en abril como si fuera un regalo de los dioses. ¡Qué tiempo estupendo! ¡Por fin cervecita en terrazas! comenta el personal, tapándose los ojos para no saber que estas sequías, inundaciones y olas ardientes, de las que somos responsables, están dañando tanto el medio ambiente como a nosotros mismos. Como es de suponer la población más afectada es la de países pobres que carecen de infraestructuras de salubridad. La alteración de la biodiversidad ha activado allí enfermedades como dengue, paludismo, asma, tuberculosis, ébola, fiebre amarilla, cólera, diarrea, hipotermia, tracoma, peste…
Todas ellas relacionadas con esas marejadas asfixiantes, la falta de agua potable, la reproducción de plagas y los desbordamientos. Por aquí también llegan de forma más sutil los daños de este fenómeno. ¿No lo notan en su propio ser? Les cuento, a modo de ejemplo, lo que yo percibo: alergias a casi todo lo que viene por el aire, sequedad de piel y mucosas, picor de ojos, trastornos estomacales, debilidad y cansancio exagerado. Dicen los expertos que también provoca infecciones varias y problemas cardiovasculares.
La OMS refiere que sólo la contaminación atmosférica es la causante de siete millones de muertes al año. La contaminación por tanta máquina que no solo echahumo negro por doquier, sino que produce estruendo sonoro, también llega a nuestros oídos, provocando un mundo de sordos y aturdidos. Y en las ciudades del ruido y de la prisa, la locura reina en calles y casas con enfermedades mentales que ya son colectivas. Y mientras inventando soluciones superfluas y costosas: farmacia a granel, psicoterapia para todos, peligrosas cirugías estéticas, deporte desaforado...Tiritas para una gran herida.
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