Consecuencias
Hablamos con un experto: así serían las primeras horas después de un apagón tecnológico
Ni alimentos ni gasolina, esto es lo que nos dicen que debemos tener en casa por si todo falla
La alerta de las autoridades austríacas sobre un posible apagón se ha expandido a la velocidad de la luz por toda Europa. Y aunque los expertos señalan que la posibilidad de que ocurra es mínima, existe. Para saber cómo serían las primeras horas de un apagón hemos recurrido a expertos que nos expliquen el paso a paso de las primeras horas.
En el verano de 2012, los apagones en India cortaron el suministro eléctrico a más de 600 millones de personas durante dos días. En Puerto Rico, el huracán María paralizó la infraestructura en toda la isla. En 2018, un terremoto en la isla japonesa de Hokkaido dejó a más de 5 millones de personas sin electricidad. En junio de 2019, casi toda Argentina, Uruguay y Paraguay se vieron afectados por un apagón que dejó a casi 40 millones de personas sin electricidad. En agosto, casi un millón de personas en el Reino Unido se quedaron sin electricidad, atrapando a los viajeros en trenes con mucho tráfico, cuando una tormenta eléctrica provocó el cierre simultáneo de una planta de energía de gas y un parque eólico marino. Y en Tenerife también se produjo un apagón importante recientemente que dejó a toda la isla sin electricidad durante horas.
Todos estos eventos, sin embargo, son menores en comparación con el tipo de cortes de energía que los expertos temen que pueda producirse en el futuro.
De acuerdo con Roberto Gómez Calvet, profesor del área de empresa de la Universidad Europea de Valencia, “en el caso de que llegáramos a un apagón absoluto. La verdad es que el sistema eléctrico no permite muchas oportunidades, es algo que se produce muy rápido. No habría ningún aviso previo como bajada de tensión. Habría que ver el origen y la dimensión del problema, si es un ataque terrorista. En España tuvimos una experiencia en las islas Canarias. En Tenerife más precisamente. Se trata de una isla energética que debe producir su propia energía. Allí tendríamos un precedente. Aquí ocurrió por un fallo humano.
En la Península ibérica sería más complicado porque hay más grupos combinados y en Tenerife solo dos”.
Las redes eléctricas modernas están cada vez más interconectadas y son cada vez más complejas, lo que hace que fallos como este sean difíciles de predecir. La mayor parte de Europa funciona con una enorme red eléctrica interconectada, probablemente la más grande del mundo, que abastece a más de 400 millones de personas en 24 países.
Así, aunque sea muy pequeña, mínima en verdad, la posibilidad existe. ¿Cómo serían las primeras horas? ¿Por qué se produciría? La mayor posibilidad de que este tipo de apagones se produzca reside en un ataque, ya sea real, llevado a cabo por terroristas o virtual, realizado por ciberdelincuentes. Y para que España se encuentre a oscuras, deben darse varias circunstancias.
“En nuestro país – explica Gómez Calvet – podría producirse un arrastre desde Francia, que ellos perdieran toda la energía y recurrieran a nosotros y no nos desconectáramos a tiempo para evitarlo. En los sistemas eléctricos, lo que más preocupa es que caiga la frecuencia. Los usuarios en general no sabemos qué es la frecuencia. Hablamos de tensión, pero la frecuencia sería como la música a la que bailan los electrones en el cable y es a 50 Hz, es decir, se mueven unas 50 veces por segundo hacia adelante. Sería el equivalente a las revoluciones de un motor: si son muy bajas, el coche se cala. Y en el caso de la frecuencia, si baja de 50 a 47 tenemos un problema. Y puede bajar porque los generadores bajan sus revoluciones, aunque un descenso mínimo ya es suficiente. Entonces automáticamente hay una serie de mecanismos que, para prevenir esto, desconectan algunos receptores para que el sistema recupere la frecuencia. Se suelta lastre en pocas palabras, como en un globo aerostático. Si esto no fuera posible, todos los sistemas se desconectan automáticamente. En esa situación sí que llegaríamos a un apagón completo. Y sí sería un caos”.
Vamos entonces paso a paso para saber qué ocurriría. Lo primero es ver las instituciones esenciales. Las escuelas cerrarían, las dependencias del Estado también. Al no haber un aviso previo los trenes, el metro, los ascensores…todo ello se detendría y sin una estructura de emergencia eficiente, pueden generarse problemas importantes.
“Pero los hospitales, por ejemplo, no se pararían porque tienen sus propios grupos electrógenos – afirma Gómez Calvet –. Depende del tamaño del depósito del generador puede durar más o menos tiempo. Pero aún así, los sistemas de emergencia darían combustible para los generadores de los hospitales. Allí se reduciría la luz general, las intervenciones solo serían las básicas y para el resto se esperaría. Pueden aguantar días y hasta semanas”.
Algo parecido ocurriría con los grandes supermercados que usarían generadores autónomos para las cámaras de frío y la iluminación.
“Tendríamos un problema en las gasolineras – añade Gómez Calvet –, porque aunque haya combustible, este se bombea con energía eléctrica. Y aquí entra la psicosis colectiva, que llegáramos a una gasolinera que tuviera combustible pero no se pudiera bombear. Creo que los bancos tendrán sus grupos electrógenos pero estarían destinados a mantener el sistema de datos y los archivos, pero los cajeros dejarían de funcionar. Al igual que los pagos con tarjeta en los comercios”.
Por eso, más que alimentos o gasolina, lo que habría que tener en casa es algo de dinero en efectivo para poder pasar al menos 3 días. Por otro lado, ¿qué pasaría con internet?
“Las centrales de telefonía – explica Gómez Calvet – mantienen sus propios generadores, pero en casa dejaría de funcionar porque el router no funcionaría. Puede que los teléfonos tuvieran internet, pero depende de las antenas y de nuestra ubicación”.
Esto puede provocar que algunas personas queden aisladas, sobre todo personas mayores y eso también habría que prevenirlo. Loa aeropuertos seguirían funcionando, al menos los que cuenten con generadores propios, aunque los servicios se reducirían al mínimo, al igual que el abastecimiento de ciertos bienes. Pero todo depende en gran medida de la causa del apagón, que es lo que determinará, en última instancia, cuánto tardemos en recuperarnos: cuanto más tiempo pase, más tomará la recuperación. También hay que tener en cuenta que no funcionarán los semáforos (lo que podría contribuir a accidentes de tráfico) y algunas zonas pueden ver cómo el suministro de agua resulta afectado.
Y cuando la energía se restablezca, es de esperar que se produzcan cuellos de botella en el suministro que duren varios meses como resultado de daños graves y fallas totales en la producción, procesamiento y distribución de alimentos.
Como ha demostrado un estudio de investigación de seguridad austriaco, solo será posible reiniciar toda la actividad en la segunda semana como muy pronto.
¿Cómo sería la recuperación?
“Un sistema eléctrico es como un coche con cientos de motores – explica Gómez Calvet –. Lo primero que se hace para recuperar es hacer islas e ir añadiendo carga de a poco hasta que llegamos a la carga máxima y así ir sumando. Un solo motor no puede tirar de todo un país. Se tata de un arranque progresivo. Aquí influye mucho el motivo del apagón. No es lo mismo un fallo humano que una bomba en una central por ir a un extremo. En este caso habría que reconstruir mucho. Se trata de eventos muy improbables, pero también de unos que no han sido testados a este nivel. A nivel de país nunca se hizo porque es una prueba destructiva que perjudicaría a muchos. En Tenerife se tardaron entre 8 y 10 horas. Pero allí solo había dos sistemas de generación. En España sería más, se podría hablar de 3 días, siempre que no haya sido un atentado, una destrucción de las redes de alta tensión por toda España”.
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