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«Nuestros datos tienen un gran valor para las empresas»

Una startup española crea una app para proteger a los usuarios de la compra venta ilegal de sus datos

Sergio Maldonado, CEO y co-fundador de PrivacyCloud
Sergio Maldonado, CEO y co-fundador de PrivacyCloudlarazon

Seguramente se ha preguntado muchas veces qué gana esa aplicación de internet que le ofrece un servicio tan útil o un juego tan divertido sin pedirle nada a cambio. Y seguramente habrá escuchado más de una vez que no se lo cobra en euros, sino en datos. Y que nada o casi nada es gratis en internet.

Además de en la publicidad, el verdadero negocio está en los datos personales, que los usuarios ceden sin ser conscientes de ello autorizando unas condiciones de privacidad que no se leen y que, si se revisaran, supondrían en muchos casos no entrar en esa página.

Solución: ojos que no ven, corazón que no siente. Cuando las cookies y las normas de privacidad se cruzan en nuestro camino, mejor mirar para otro lado.

Sin embargo, la solución en el “comercio” de los datos está en encontrar un nuevo “contrato” entre los desarrolladores, los anunciantes y el cliente. Este es el empeño de la startup española PrivacyCloud, que acaba de lanzar al mercado Werule, el primer Data Broker enfocado a proteger a los usuarios de la compra venta ilegal de sus datos y asegurar la autenticidad de la información que manejan las empresas.

Para empezar, la firma reformula el concepto del Data Brokers, una figura encargada de recoger datos sobre los hábitos de consumo y venderlos a empresas sin el consentimiento del propio usuario. Werule quiere luchar contra este modelo permitiendo que el propio usuario elija qué empresas son las que pueden utilizar sus datos a cambio de una “recompensa”.

Sergio Maldonado, CEO y co-fundador de PrivacyCloud, explica en esta entrevista con larazon.es en qué consiste este servicio.

Pregunta: ¿Cómo funciona esta aplicación?

Respuesta: WeRule puede entenderse de dos formas diferentes. Por un lado, los usuarios pueden decidir qué datos personales dan a las empresas y obtener un beneficio a cambio de su uso, y por otro lado, es un medio para que las empresas conecten con su público asegurándose que los datos que van a utilizar son auténticos y han sido cedidos de forma voluntaria por los usuarios. Además la app incluye otras funcionalidades, como un escáner de políticas de privacidad que evalúa que aplicaciones instaladas en el smartphone son seguras para la privacidad del usuario.

P: ¿Cómo es el trabajo de un DataBroker?

R: Un DataBroker crea perfiles de los usuarios y recopila información sobre los mismos. De esta manera, cataloga los datos para facilitar su lectura (bajo compensación o intercambio de valor) por otras empresas. Werule va más allá de este modelo y permite que sean los propios usuarios quienes tomen la decisión de qué empresas utilizarán sus datos y obtengan un beneficio por el intercambio de los mismos.

P: Al igual que ocurre con los hackers, ¿podríamos decir que hay un DataBroker bueno y un DataBroker malo?

R: Completamente, cuando apareció la figura empresarial del DataBroker rápidamente se asoció con organizaciones que compraban y vendían datos de una forma poco moral e, incluso, al margen de la legalidad en algunas ocasiones. Desde PrivacyCloud hemos reconfigurado las relaciones que se establecían entre usuarios y empresas creando un “DataBroker bueno”, que vela por los derechos de los usuarios y certifica a las empresas que la información que manejan ha sido cedida voluntariamente.

P: ¿Estamos, sin saberlo, regalando nuestra vida privada, a través de nuestros datos, en internet?

R: No solamente la regalamos, es cierto que nuestros datos tienen un enorme valor para las empresas y generan un beneficio que actualmente no está revirtiendo en los usuarios. El problema es que también estamos expuestos de una forma bastante inconsciente. No somos conscientes de quién puede tener la información sobre nuestras vidas; cualquier empresa es susceptible de sufrir una fuga de información y que nuestra información privada termine en malas manos.

P: ¿Detrás de cuántos de estos datos que proporcionamos, y de lo que luego nos arrepentimos, hay negligencias nuestras, entre otras cosas por no leernos la letra pequeña?

R: Aunque el contexto actual, donde el tiempo parece que va más rápido que nunca y cada segundo vale más que el anterior, no favorece que los usuarios se detengan a pensar en su privacidad, las grandes noticias de fugas de datos o los escándalos relacionados con Facebook han conseguido que cada vez más personas se empiecen a dar cuenta de lo relevante que es proteger su información en la red. Sin embargo, somos muy reticentes a culpar al usuario de esta situación, todos hemos visto muchas veces la maraña legal que suponen las cookies o los términos de privacidad de una plataforma, detenerse a leer y comprender qué implica cada apartado es algo inviable para cualquier persona.

P: Por tanto, aunque fuéramos extremadamente cautelosos, ¿realmente podríamos impedir que una parte de esa privacidad se exponga sin renunciar a navegar por internet? Es decir, el sistema está montado de tal manera que, o vendemos nuestros datos, o no podemos usar la red...

R: Entendemos que las empresas no van a dar un servicio de forma altruista y que la recopilación de datos es la forma que tienen de rentabilizar su trabajo cuando no piden una compensación económica a cambio, pero tampoco podemos permitir una recopilación de datos sin límites que vulnere los derechos de los usuarios. WeRule es una forma sencilla de controlar que datos son los que las empresas recogen sobre nuestras vidas, así evitamos comprometer más información de la necesaria.

P: ¿Cuáles son los datos más valiosos que las marcas manejan de nosotros y con los que luego comercian?

R: Todos los datos tienen un valor, solo depende de los estudios que quiera realizar la empresa. Por ejemplo, para el sector bancario es muy importante conocer las transacciones que realizamos desde nuestros dispositivos móviles, o para el sector textil poder observar qué marcas están siendo las más populares en redes sociales por la gente joven. Solo son algunos ejemplos que nos muestran que todos los datos tienen valor para alguna organización, es decir, no existen unos datos más valiosos que otros.

P: ¿Cuál es la "trampa"principal que nos plantean las marcas para hacerse con nuestros datos sin que seamos conscientes de ello?

R: Normalmente nosotros mismos cedemos nuestros datos voluntariamente a las marcas, algunas veces por ahorrar un poco de tiempo o por desconocer los acuerdos de privacidad que aceptamos, pero al fin y al cabo es un acto voluntario. Sí podemos hablar de “trampas” cuando las aplicaciones que instalamos en nuestro smartphone acceden a la memoria del mismo o utilizan nuestro micrófono y ubicación, aunque sea con nuestro consentimiento, para recopilar datos que no necesitan para nada más que obtener un beneficio económico de su comercio con terceros.

P: ¿Podríamos decir que su app es, salvando las distancias, como una "Lista Robinson" de las llamadas comerciales aplicada a internet?

R: Es una forma positiva de definir nuestro trabajo, admiramos la labor de protección del consumidor que hace la Lista Robinson, pero nuestro objetivo no está encaminado únicamente a definir qué publicidad queremos recibir. Con WeRule el usuario decide qué empresas son las que pueden usar sus datos y pone en valor su propia información, así evita que sea utilizada por organizaciones no deseadas y recibe una parte del beneficio que generan sus datos.

P: ¿El futuro pasa por un escenario en el que el internauta tenga el poder absoluto para decidir qué datos proporciona y obtener un beneficio por ello?

R: Sí, no cabe otra opción. Nos encontramos ante un mundo que acaba de nacer; inevitablemente los usuarios se empezarán a dar cuenta del valor que genera la información sobre sus vidas. Además, no es solo cuestión de que el usuario rentabilice el valor que genera con el tráfico de su información personal, también se trata de respetar el derecho básico a la privacidad de cada individuo, porque solo el mismo tiene la potestad de decidir qué datos ofrece y quién tiene permiso para recopilarlos, y este derecho debe cumplirse de forma efectiva.