El vídeo con el que Alemania demostró la estabilidad avanzada del tanque Leopard 2 con cerveza

Hay muchas formas de medir las capacidades de los tanques de combate: su armamento, su velocidad, alcance, blindaje, maniobrabilidad... o si es capaz de transportar una pinta de cerveza en su cañón a través de un terreno accidentado y sin derramar ni una gota. Este fue el caso del Ejército alemán con el Leopard 2 que puede verse en un vídeo promocional de 1986 que ha sido recuperado por las redes sociales.

El Leopard 2 está considerado entre los mejores tanques del mundo, junto a otros como el Challenger 2 británico, el T-14 Armata ruso o el Merkava M4 israelí. En aquel entonces, uno de los aspectos que más llamaba la atención era el sistema de suspensión y estabilización que le permitía mantener la puntería a gran velocidad y maniobrando, aún sobre terrenos accidentados.

El mejor tanque alemán entró en servicio en 1979 y continúa formando parte de su Ejército y del de otros 21 países, entre los que se encuentra España. Desarrollado por Krauss-Maffei, su sistema de estabilización fue diseñado por General Electric y AEG Telefunken, y al igual que otros aspectos del tanque se ha refinado y actualizado en sucesivas variantes. El sistema estabilizador del cañón pasó de hidráulico a completamente eléctrico con el Leopard 2PL del Ejército polaco, en activo en 2020.

El video realizado por las Fuerzas Armadas de Alemania está centrado en este aspecto del Leopard 2 y presenta la curiosa prueba a partir del minuto y cuarenta segundos. Un soldado llena por completo una jarra de cerveza y la coloca sobre un soporte enganchado a la boca del cañón de 120 mm del tanque. A continuación, vemos el Leopard 2 desplazándose con velocidad sobre un terreno accidentado y con el cañón manteniendo completamente la estabilidad, sin que la cerveza se derrame.

No se conoció ningún otro tanque que demostrara su estabilidad de esta forma hasta 19 años después. En 2015, el Ejército japonés realizó una demostración similar con el tanque Type 10.

En un evento público, un oficial vertió vino sobre dos copas situadas en un soporte junto a la boca del cañón, aunque no hasta el borde como en el caso alemán. Ni siquiera hasta la mitad. A continuación, el tanque se inclinó hacia adelante y hacia atrás, dio varios giros sobre sí mismo y volvió a inclinarse a los lados sin que se perdiera una gota de vino.