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Mujeres humoristas al borde de un ataque de éxito

La plataforma estrena hoy la segunda parte de «La explosión de las cómicas», pieza sobre la nueva ola de profesionales

Lina Morgan y Florinda Chico
Lina Morgan y Florinda ChicoLa Razón

Una vez pasado de moda el tema de las cómicas, en femenino, que tanto revuelo causó en la profesión, todavía hay espacio para seguir indagando en la proliferación de mujeres tanto en el «stand up», como en las ficciones cómicas y presentadoras de programas. Movistar Plus+ estrena hoy la segunda parte de la pieza «La explosión de las cómicas», y tras trazar el tema principal, investiga en estos 48 minutos el difícil camino hasta el éxito, los referentes, algún tópico a desechar y el futuro de la profesión.

Las voces que hablan en «La explosión de las cómicas» tienen autoridad para hablar del humor. Anabel Alonsosabe bien lo que es estar ahí, y destaca lo importante que es la perseverancia, porque «es mucho más difícil mantenerse» que conseguir llegar a ser reconocida, y en sus propias carnes siente el orgullo de llevar «más de 30 años currando». Recordaremos gracias al archivo, referentes en el mundo de las cómicas y las actrices de comedia empezando por la omnipresente Lina Morgan. «Salía Lina en pantalla y solo teníamos ojos para ella», comenta Alonso, mientras sus compañeras Isa Calderón y Lucía Lijtmaer, destacan el carácter rompedor de sus personajes: «Expresaba su deseo sexual por ‘‘el señorito’’, que era bastante subversivo para el momento. Lina Morgan fue una pionera sobre hablar del deseo sexual de la mujer». Otro referente, junto a Florinda Chico, Rafaela Aparicio o Verónica Forqué, fue Gracita Morales como recuerda Anabel Alonso: «Más que una actriz era una estrella, y además, siempre hacía de Gracita». Lo que sí tienen en común las 23 cómicas españolas que opinan en la pieza, como Ana Morgade, Henar Álvarez, Pilar de Francisco, Asaari Bibang, Elsa Ruiz, Esty Quesada, Lalachus, Eva Hache, Inés Hernand, Eva Soriano, Victoria Martín, Valeria Ros, Esther Gimeno, Marta González de Vega, Virginia Riezu, Patricia Espejo, Paula Púa, Asaari Bibang, Martita de Graná y Nerea Pérez de las Heras, es que no hay un patrón que pueda enmarcar cómo es una cómica, aunque naveguen entre los extremos de la inseguridad y un enorme ego. Este último parece imprescindible, según ellas, para plantarse delante de un público, aunque como destaca Alonso, es importante la vis cómica, que es «es un don como el duende en el flamenco».

Se aborda entonces quizá uno de los temas que quedan por aclarar, si es que hace falta, y es si existe diferencia entre humorista o cómica y actriz de comedia. En una de sus intervenciones, Paz Padilla pone el énfasis en separarlas, y narra lo que le soltaban los hombres al principio de su carrera: «Me decían ‘‘¿qué piensa tu padre de que te dediques a esto?, ¿no te da vergüenza?’’». Quizá los espectáculos de «stand up», con «El club de la comedia» a la cabeza, son la prueba de que algunas cosas tardaron en cambiar para las cómicas. Así nos explica Barrera, que mientras «los tíos podían hablar de cualquier tema», a las mujeres se les definió el coto de «guerra de sexos y esos temas... todo un poco ranciete». Según ella, «el público no estaba preparado para oír a una mujer hablar de cosas de las que ahora sí hablan las cómicas». Y, sin embargo, podemos comprobar que escandalizar era especialidad que ya explotaron Beatriz Carvajal, Fedra Lorente, Las Virtudes, Las Veneno o las Hermanas Hurtado. No faltan en el recuerdo los sketches de Sardá o la segunda generación de humoristas que encabezan Alonso, la propia Llum Barrera, Eva Hache y artistas como Carmen Machi o Amparo Baró. Más cerca ya de nuestra época se resalta el trabajo hecho por la nueva generación, que nacidas gracias a los medios adoptados en la pandemia, se enfrentan a nuevas generaciones de odiadores (haters) que rechazan que haya «mujeres en un espacio público dando una opinión», incluso con amenazas de muerte.