Viajes

¿Realmente llegaron los vikingos a América?

El ansia expansionista de los vikingos, comerciantes y colonizadores experimentados, terminó por llevarles a una odisea hacia el Oeste que terminó en las costas canadienses

Barco vikingo en los fiordos.
Barco vikingo en los fiordos.WFlorepixabay

Ya conocemos el mito. Hombres que parecían haber descendido de los gigantes, armados hasta los dientes y desconocedores del miedo, pintarrajeados con los colores de la sangre y de la muerte, asolaban las costas europeas a hierro y fuego. Son los vikingos. Pueblos guerreros del norte de Europa cuya filosofía de vida es saquear, profanar, violar y matar. Y morir en combate, a ser posible, para así cenar con los dioses en los festines del Valhalla. Durante casi tres siglos extendieron el filo de su espada por las costas de Europa Occidental, desde los reinos británicos hasta Sevilla, llegando incluso a saquear varias ciudades italianas. Llevados por sus ágiles barcos, los herskip, a finales del siglo VIII encontraron la manera de navegar hacia el oeste y convirtieron en su blanco habitual los monasterios cristianos, por lo habitual aislados y desprotegidos ante cualquier amenaza. Ellos eran conocidos con el sobrenombre del terror del norte.

Pero, ¿es fiel a la verdad esta visión apocalíptica que tenemos de los vikingos? ¿Realmente fueron demonios traídos por Dios para castigar los pecados abyectos de los cristianos europeos, tal y como se creía durante sus primeras incursiones? Desplegando un mapa encontramos que sus barcos llegaron tan lejos como la ciudad de Bakú, en el actual Azerbaiyán, o más allá incluso, en Juarezm, Uzbekistán, por aquí se sucedieron violentos combates.

Guerreros y colonizadores

Retrocedamos doce siglos. Es el año 865, y los cronistas ingleses describen con frenesí en los dedos lo sucedido durante los últimos meses. Aquí explican que un gran ejército vikingo ha arribado a sus costas para internarse tierra adentro, tomando bosques y ríos, arrasando ciudades, hasta aquí nada nuevo pero, de improviso, una palabra se desvía del discurso habitual sobre los vikingos y los cronistas aseguran que han tomado amplias zonas de territorio inglés para colonizarlo. Colonizarlo, ni más ni menos, esta banda de bárbaros, qué decepción debió ser conocer que los diablos solo buscaban un pedazo de tierra fértil para cultivar. Y entra en escena un nuevo adjetivo para definir a los vikingos, ahora no son solo guerreros, son guerreros y colonizadores. Con todo lo que ello implica.

Un barco vikingo en el Museo Vikingo de Oslo
Un barco vikingo en el Museo Vikingo de Oslolarazon

A las afueras de la ciudad de Lincon, el arqueólogo Julian D. Richards de la Universidad de York, estudió los restos de uno de los campamentos que construyó este gran ejército vikingo. Pero no eran guerreros los únicos en poblar este asentamiento con capacidad para 4.000 personas, también había niños y mujeres - aunque los vikingos iban más avanzados en este aspecto y las mujeres tenían el derecho tanto de luchar como de gobernar -, metalistas para dar nueva forma al oro saqueado, comerciantes, sacerdotes y labradores. Colonizadores, con todo lo que ello implica y pasa por asentarse en la tierra conquistada para labrarla y comerciar en ella. Así se abre la puerta a la realidad y hemos plantado una verdad inevitable sobre la mesa: los vikingos eran comerciantes expertos, además de asesinos experimentados.

Comerciantes expertos en Asia Central

Gnezdovo es una localidad arqueológica situada en el límite de Rusia occidental, ahora devorada por los bosques. Desde hace más de un siglo, arqueólogos rusos llevan descubriendo fortalezas, asentamientos y tesoros vikingos que dejan fuera de toda duda que su influencia se extendió para quedarse - como ocurrió en Inglaterra -, y es bastante probable que fueran ellos quienes dirigían el comercio en la región. Se sabe que tras cada deshielo, comerciantes vikingos salían con sus barcos en dirección al Mar Negro y Constantinopla, a veces incluso llegando hasta Bagdad, a través de las vías fluviales, cargando tesoros de lo más variados. Pieles, oro y plata (¿para qué iban a saquear si no era para venderlo luego?), ámbar, colmillos de morsa y el producto estrella de la época: esclavos. Decenas de miles de esclavos, gallegos, ingleses, escandinavos y franceses.

Si los árabes fueron los proveedores de esclavos africanos para los europeos en el siglo XVII, los vikingos fueron proveedores de esclavos europeos para los asiáticos en el siglo X. Los mercados a las orillas del Caspio pagaban un buen precio por ellos, ya que el Corán prohíbe terminantemente hacer esclavo a un musulmán nacido libre.

Pero la prueba definitiva de esta ruta comercial se encuentra enterrada a lo largo de todo el norte europeo. Decenas de cofres repletos de dírhams - la moneda por excelencia de los países musulmanes - se han encontrado en los viejos territorios vikingos a lo largo de los últimos años.

Exploradores natos del oeste

No es de extrañar, vistos los intereses vikingos, que estos sean una de las civilizaciones más propicias a la exploración durante los años de la Baja Edad Media. Tras descubrir a finales del siglo VIII una forma de navegar hacia el oeste sin perder el rumbo de sus barcos, comenzaron a fraguar un pequeño imperio mucho menos conocido que sus famosas incursiones, pero mucho más importante en lo que a Historia se refiere. Durante su edad dorada llegaron a ocupar toda la zona de Escandinavia, el este de Europa hasta las orillas del Mar Negro, el centro de Inglaterra y una buena porción de Francia, en la actual Normandía. Levantaron asentamientos en estos territorios y se convirtieron en los reyes del comercio, en parte por su violenta tradición que acobardaba al resto de los pueblos y en parte debido a su ansia arrebatadora por conocer. No tanto desde un punto de vista filosófico o científico como territorial, que es el tipo de conocimiento más inherente al ser humano.

Saqueo vikingo a un monasterio
Saqueo vikingo a un monasteriolarazon

Conocer. Conocer qué hay más allá del fiordo, qué hay más allá del oeste, qué hay más allá del mar, conocer y saciar su curiosidad, esta era la máxima vikinga. Una curiosidad devoradora de civilizaciones enteras con el objetivo de alcanzar a los límites del mundo. En primer lugar llegaron a Islandia, alrededor del siglo IX y cuando apenas malvivía allí una comunidad de monjes irlandeses. Los pasaron por la espada y levantaron las primeras colonias en la isla.

Por cada conquista que llevaron a cabo en dirección oeste, los vikingos se aproximaban, aún sin saberlo, al continente americano. Pese a que sus barcos eran de una calidad envidiable, solamente igualados por los bizantinos, todavía no contaban con la tecnología necesaria como para llegar hasta el Nuevo Mundo en un único viaje, esto es lo que hizo imprescindible que tomaran primero Islandia y, en el siglo X, Groenlandia, como puntos de apoyo en la gran travesía. Aunque ellos ignoraban todavía que esta travesía existía. Se limitaban a alimentar el fuego de su curiosidad con leños de valentía religiosa, colonizaban Islandia, descubrían Groenlandia y sin embargo su vista seguía mirando con nostalgia hacia el oeste.

Los asentamientos en Canadá

¿Qué virtudes precisa una civilización para convertirse en descubridora? Interés expansionista, desenvoltura comercial y poder militar. Atributos que también poseía la España de los Reyes Católicos. Así los vikingos fueron navegando cada vez más hacia el oeste, casi hasta que el oeste desapareció, y fue un comerciante llamado Bjarni Herjólfsson quien, en un viaje desde Islandia hasta Groenlandia, se perdió en una tormenta y encontró una costa sembrada de bosques que en nada se parecía a su destino. No estaba interesado en ser quien pusiera un primer pie en esta tierra y viró mar adentro, pero creó un poderoso antecedente.

Las sagas nórdicas aseguran que cuatro grandes expediciones fueron enviadas para explorar la nueva tierra descubierta por Herjólfsson. En busca de madera y minerales, llegaron en torno al 985 a las costas de Canadá y pasaron allí varios inviernos, en un pedazo de terreno que llamaron Vinland. Criaron a sus hijos y comerciaron y lucharon con los indígenas.

Recreación del asentamiento vikingo de Vinland, en Terranova.
Recreación del asentamiento vikingo de Vinland, en Terranova.Fruggohttps://creativecommons.org/licenses/by/2.0/deed.es

¿Y es cierto? Lo es. En 1960, Helge Ingstad, un reconocido explorador noruego, decidió buscar las pruebas que demostrasen la presencia vikinga en Norteamérica, y fue en la isla de Terranova donde descubrió, tras las excavaciones pertinentes, un buen puñado de edificios vikingos. Casas de reunión nórdicas, hogares, incluso un horno para fundir metales eran la prueba irrefutable de que los fieros vikingos habían pisado América antes que ningún otro europeo. También se han encontrado tesoros en el Ártico canadiense que apuntan a que los vikingos comerciaron con los indígenas de esta zona.

Entonces, ¿podríamos decir que los vikingos descubrieron América?

No. En el sentido estricto de la palabra, evidentemente, América fue descubierta por sus primeros pobladores hace cerca de diez mil años pero cuando nos referimos a que Colón “descubrió” América, en realidad queremos decir que fue él quién transmitió al resto del mundo el conocimiento de esta tierra. Fue él, junto con sus contemporáneos, quien descorrió el velo del Atlántico para descubrir el espectáculo americano al mundo conocido. Los vikingos, por otro lado, siendo como eran una civilización poco dada a las muestras de confianza con otras culturas - como no fuera para comerciar con ellas -, guardaron el secreto tan profundo que incluso ellos mismos lo perdieron en torno al siglo XIV. Y para cuando Colón pisó el continente, hacía más de un siglo que los últimos vikingos lo habían abandonado, en el más absoluto secreto de principio a fin.