Estados Unidos
Estos son los países con peores relaciones diplomáticas
Disputas milenarias, guerras que han durado décadas, personajes de leyenda y matanzas sin perdón han dirigido las relaciones entre Estados que no quieren, o no pueden, fraguar una paz que sea definitiva
Por cada viaje que hacemos a un nuevo país se nos presentan dos posibles caminos: limitarnos a completar los recorridos turísticos que nos proponen las agencias de viajes o salirnos de estos límites establecidos y merodear - deambular sería una buena palabra - entre esquinas y callejas poco conocidas por el público general que nos permitan conocer realmente la tierra que visitamos. Para mí, viajar se compone en parte por este deambular sin mapas ni destinos. Entras en una casa de té en Osaka, charlas con locales; bebes una cerveza en un pub de Edimburgo, charlas con los locales; desayunas en París, lejos del hotel, y charlas con los locales. Supone un método excelente para profundizar en nuestro destino.
En el batiburrillo de bares, cafés, teterías y pubs que he visitado en mis viajes he podido participar en el tipo de conversación más acalorada que se puede dar en un país, quizá después del fútbol, que son las discusiones sobre los países con los que se mantienen peores relaciones, sus enemigos históricos. Conviene conocer este tipo de detallitos cuando se viaja, para no meter la pata en el momento menos apropiado. Vamos a ver la lista de países con peores relaciones diplomáticas. Si viajas a uno de los países de esta lista, y necesitas cruzar sus fronteras, lo mejor que podrías hacer es tomar un avión y ahorrarte las fronteras terrestres.
Israel y Palestina (desde David hasta hoy)
La enemistad entre israelitas y palestinos se remonta a los años del Antiguo Testamento, teniendo en cuenta que los antepasados de los palestinos eran los mismos filisteos que traían de cabeza a los protagonistas de la Biblia. Todos conocemos la historia del gigante Goliat, guerrero filisteo, que fue derrotado por el pequeño David, posterior monarca de los reinos de Israel y de Judá. Si los textos bíblicos tuvieran algo de cierto, podríamos asegurar que palestinos e israelitas llevan peleándose por su tierra desde hace tanto como tres mil años. Casi nada. El Primer Libro de Samuel acusa a los filisteos de robar el Arca de la Alianza; el rey Saúl combatió contra ellos en la batalla del monte Gilboa, con el desenlace fatal de la muerte de sus tres hijos y el posterior suicidio del monarca judío; Sansón tiró las columnas que le mantenían preso para matarse a él mismo y a los filisteos que lo atormentaban...
Y tras el nuevo establecimiento del Estado de Israel en 1948 la situación no ha mejorado, en un enfrentamiento donde confluyen los motivos territoriales - con especial incidencia en la franja de Gaza - y religiosos. Tres Intifadas han agitado el territorio que comprende Israel/Palestina en los últimos cuarenta años, y es del todo habitual encender los noticieros un día aleatorio y encontrarnos con un nuevo choque entre civiles palestinos y militares israelitas. Bíblica, mítica, milenaria, sangrienta, la enemistad entre uno y otro lado no parece tener un fin cercano.
República Dominicana y Haití (una matanza detrás de otra)
Una de las enemistades más sangrientas del último siglo y, curiosamente, de las más desconocidas. Recuerdo un día en que, caminando por Puerto Príncipe con un amigo cubano, nos asaltó una turbamulta de haitianos porque pensaron que la gorra que calzaba mi amigo con la bandera de Cuba era en realidad una bandera de República Dominicana, y allí hicieron falta Dios y ayuda para no salir con los dos pies por delante.
El conflicto social se lleva dando desde que el general haitiano Jean Jacques Dessalines invadió en 1805 las localidades fronterizas de República Dominicana. Testimonios de la época hablan de cuarenta niños degollados en Moca por las fuerzas haitianas, un acto terrible que basta para alterar la sangre de un país entero. Desde entonces las relaciones entre uno y otro Estado han sido del todo inestables. A las diferencias lingüísticas (los haitianos hablan criollo francés y los dominicanos hablan español) habría que añadirle las diferencias culturales (el vudú todavía se encuentra muy arraigado en Haití mientras que los dominicanos profesan la religión católica en su mayoría) y el reducido espacio que ambos países deben compartir en la isla La Española. Los dominicanos acusan a la inmigración ilegal haitiana de desvalorizar los salarios al ofrecerse como mano de obra barata mientras los haitianos tildan a los dominicanos de racistas y asesinos. En parte debido a la Masacre de Perejil ocurrida en 1937 durante el gobierno de Rafael Trujillo, cuando cerca de 20.000 haitianos fueron asesinados a sangre fría, en un intento por “limpiar” República Dominicana de los extranjeros indeseados.
India y Pakistán (un pedazo de terreno que todos quieren)
Esta es de las fuertes. Muy peligrosa para la estabilidad de la región, donde poderosas potencias como China o Rusia se encuentran más o menos implicadas en el conflicto. A las diferencias culturales de uno y otro país (en India encontramos una mayoría hindú mientras que Pakistán ostenta una amplia mayoría musulmana), deberíamos añadir el conflicto por la región de Cachemira.
Basta con analizar la etimología de Pakistán. Consiste en la unión de las iniciales de los territorios Penyab, Afganistán, Cachemira (en ingles Kashmir) y Sind. Añadidos al sufijo stan, que significa “tierra”. Es la tierra de todos estos pueblos. Por tanto parece comprensible que los pakistaníes consideren suya la región de Cachemira, ya que se encuentra implícita en su mismo nombre. Aunque China se encontró involucrada en el conflicto por un tiempo, dado que no reconoció en un principio las fronteras impuestas por Gran Bretaña al retirarse de ambos países, finalmente resolvió sus disputas fronterizas con Pakistán en 1963 y desde entonces supone un fuerte apoyo en contra de los intereses indios.
Y desde 1947 hasta hoy no se ha llegado a un acuerdo seguro sobre la soberanía de Cachemira. La India justifica sus acciones señalando que Cachemira alberga terroristas islámicos, se escuda en las resoluciones de las Naciones Unidas y argumenta que la seguridad de religiones que no sean musulmanas peligran en la región bajo un gobierno pakistaní. Por otro lado Pakistán se escuda en otras resoluciones de Naciones Unidas (aquí cada uno coge de donde le conviene), habla de violentas represiones del ejército indio sobre la población de Cachemira (asesinatos, violaciones, torturas) y asegura que la población de Cachemira no desea formar parte de la India.
Cada poco tiempo se dan breves enfrentamientos entre uno y otro bando, que desde 1971 no han trascendido a una guerra abierta pero peligran con hacerlo en cualquier momento.
Corea del Norte y Corea del Sur (la violencia de la ideología)
Quizá sea este el enfrentamiento más popular, desde que el territorio conocido como Corea se escindió en dos partes en 1948, utilizando como línea divisoria el famoso paralelo 38. Uno de los hitos más conocidos de esta enemistad lo encontramos en la Guerra de Corea, donde el Sur fue apoyado por Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Bélgica, Canadá, Francia, Grecia, Turquía y un largo etcétera, mientras el Norte contó con el apoyo de la Unión Soviética y China.
El motivo de esta división es tan evidente que casi roza la categoría del cliché. En el norte gobierna una dictadura comunista mientras el sur se rige por una democracia de corte capitalista. Ambos lados se detestan. No se pueden ver. Han convertido la península de Corea en una de las zonas calientes más peligrosas del planeta. El último incidente lo vimos en 2020, cuando Kim Yo-jong, hermana del dictador norcoreano, ordenó a su ejército la destrucción de una oficina diplomática que solo dos años antes se había asentado en el territorio de Corea del Norte por acuerdo bilateral, donde palabras como “acción” y “enemigo” fueron pronunciadas por la hermana del mandatario norcoreano.
Armenia y Azerbaiyán (odios ancestrales)
Ya he escrito alguna vez sobre el general azerbaiyano que llamó a su perro Armenio, y aquí puedes encontrar las causas que han originado la larga enemistad entre ambos Estados. Una enemistad desgarradora de la cual los armenios se han llevado la peor parte, sin lugar a dudas, y que se remonta a los años del Imperio persa en la antigüedad.
Las diferencias entre uno y otro lado copan todos los puntos posibles. Armenia es de mayoría cristiana, Azerbaiyán de mayoría musulmana. Armenia no cuenta con casi ningún apoyo internacional, mientras Azerbaiyán se sustenta con la ayuda de la cada vez más poderosa Turquía. Azerbaiyán es puro desierto (su nombre literal significa “la tierra de las llanuras de fuego”) mientras Armenia cuenta con jugosos terrenos aptos para la agricultura. El choque más reciente que encontramos entre ambos lados ocurrió cuando las fuerzas azerbaiyanas efectuaron en octubre de 2020 una serie de ataques contra el asentamiento armenio de Nagorno-Karabakh, inmerso en el centro mismo de Azerbaiyán y motivo de disputa desde los primeros años de la Guerra Fría.
España y Reino Unido (mucho más que Gibraltar)
Aunque las tensas relaciones entre España y los británicos no alcance la categoría de otros enfrentamientos como el conflicto palestino, merece la pena incluirlo en esta lista por dos razones: uno de los implicados es nuestro país, y porque las relaciones entre ambos son las peores que se dan en cualquier país europeo (excluyendo las de Serbia con sus vecinos). Yo mismo pude vivirlo en mis carnes cuando fui chiquillo y viví en Inglaterra, cuando tuve que soportar las pullas de mi profesor de Historia y sus adláteres que me recordaban a diario el desastre de la Armada Invencible, como si aquello fuera un partido de fútbol que ocurrió el día anterior. Ellos son los guiris. Nosotros, los spaniards.
La enemistad entre Reino Unido y España nació durante el reinado de Felipe II. Por entonces España se trataba de la potencia más poderosa del planeta, sin rival posible, mientras Inglaterra era un patatal que buscaba de alguna manera su hueco en el mundo creciente. Pocos saben que Felipe II llegó a ser rey consorte de las islas durante su matrimonio con María I de Inglaterra. Su sucesora Isabel I de Inglaterra, manejó con evidente maestría el temor de los ingleses a que un día Felipe II, poderoso monarca, quisiera recuperar el territorio británico para sí. Si le añadimos a este plato las distancias religiosas entre la España católica y la Inglaterra protestante, y consideramos que ambos países pugnaban entonces por mantener la hegemonía en los mares europeos, el conflicto está servido.
Hasta nueve guerras han enfrentado a una y otra potencia en los últimos cinco siglos. Si sumamos la Guerra anglo-española de 1585, la Guerra de los Ochenta Años, la Guerra de la Sucesión Española, la Guerra de la Cuádruple Alianza, la Guerra anglo-española de 1727, la Guerra del Asiento, la Guerra de los Siete Años, la Guerra anglo-española de 1779 con motivo de la independencia de Estados Unidos y la Guerra anglo-española de 1804, sumaríamos la friolera de 110 años de conflicto entre ambos países. Y seguro que alguna escaramuza se me escapa, y todo esto sin sumar los continuos ataques de corsarios ingleses a los galeones españoles de la Ruta de las Indias. Casi nada. En la actualidad la tensión sigue vigente por la cuestión de la soberanía del Peñón de Gibraltar, donde cada poco tiempo surgen desacuerdos entre pescadores ingleses y españoles, o situaciones como la vivida recientemente con el “cara a cara” entre la patrullera española Centinela y el buque británico Trent.
Menciones honoríficas (y muchas más)
Hay más estados con relaciones diplomáticas frágiles. Muchos más. Chinos y mongoles no pueden ni verse después de haber dedicado el medievo y gran parte de la Edad Moderna a conquistarse mutuamente pedazos de territorio. Las relaciones entre Etiopía y Eritrea no se suavizaron hasta la cumbre celebrada en 2018. El pulso de gigantes que Estados Unidos y Rusia llevan manteniendo desde la Segunda Guerra Mundial es conocido por todos, al que se ha añadido el increíble crecimiento chino. Las relaciones de Serbia con sus vecinos Albania, Kosovo y Bosnia son de todo menos amistosas, como demostraron los enfrentamientos entre hinchas serbios y albanos en el partido de clasificación de la Eurocopa de 2014.
Turquía y Rusia se miran con ojillos de lobo desde que los imperios ruso y otomano se encontraban puerta con puerta hace tres siglos. Aunque las relaciones de Rusia con medio mundo nunca han sido las mejores. A sus tensiones con EEUU y Turquía habría que añadirles los incidentes con Ucrania, Finlandia, Armenia, Georgia, Alemania y Kurdistán. Sudán del Sur y Sudán no son precisamente mejores amigos, al igual que Kenia y Somalia. Por no hablar de la retahíla de países asiáticos contrarios a la política expansiva de China, entre los que destacan Vietnam y Japón, y Japón también tiene sus rifirrafes con Corea del Norte. Y si bien hemos hablado del conflicto ancestral entre Israel y Palestina, también podría añadirse que Israel tiene cuentas pendientes con Irán y Egipto, pese a que este último suavizó las relaciones tras los acuerdos de Camp David.
En definitiva vivimos en un mundo seguro - relativamente - pero increíblemente complicado, donde somos testigos a diario de enemistades que superan con creces la esperanza de vida de países enteros, producto de parcelas de terreno en apariencia minúsculas, o diferencias religiosas que parece que nunca lograrán ponerse de acuerdo. Un mundo endiabladamente complejo que nos obliga a decidir casi a diario. ¿Qué queremos? ¿Cuándo lo queremos? ¿Qué estamos dispuestos a hacer para conseguirlo?
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