Rubens, Caravaggio, Miguel Ángel y Leonardo, en la Semana Santa de Sevilla

La impronta de maestros como El Greco, Murillo, Rubens, Durero, Caravaggio, Miguel Ángel y Leonardo da Vinci se encuentra en imágenes y grupos escultóricos de la Semana Santa de Sevilla, según revela un estudio comparativo que enfrenta las imágenes sevillanas con obras de estos clásicos de la Historia del Arte.

“Influencias artísticas en los grupos escultóricos de la Semana Santa de Sevilla. Grabados. Pintura. Escultura”, de Pablo Borrallo, doctor en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla, se titula el estudio que enfrenta un centenar de imágenes de la Semana Santa sevillana con esculturas, grabados y, sobre todo, pinturas de los grandes maestros.

Esa comparación obtiene, en numerosos casos, parecidos asombrosos que demuestran cómo los maestros de la imaginería sevillana buscaron modelos en obras clásicas o se dejaron influir por los grandes maestros.

Esto se explica “en la amplia formación” de los imagineros de la Semana Santa de Sevilla y “en las múltiples fuentes de las que obtuvieron referentes y recursos para sus composiciones”, según escribe el profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla Andrés Luque Teruel en el prólogo de este estudio, publicado por la sevillana editorial Alfar.

Miembro del Grupo de Investigación ‘Vanguardias, Últimas Tendencias y Patrimonio Histórico’, Pablo Borrallo ha efectuado una investigación “rigurosa cuando puede serlo y muy intuitiva cuando la ocasión lo requiere”, según señala Luque Teruel, quien asegura que aunque no se hayan conservado bocetos que expliquen las intenciones o la procedencia de los grupos escultóricos del barroco, sí que existen de los escultores realistas del siglo XX posteriores a Antonio Susillo.

En algunos de esos casos más recientes, los bocetos “muestran las intenciones iniciales que permiten fundamentar las identificaciones”.

El estudio de Pablo Borrallo, especializado en el arte religioso de las cofradías y dueño de conocimientos teológicos, se completa con un amplia colección gráfica procedente de fotógrafos igualmente especializados en la Semana Santa de Sevilla, como Javier Jiménez, Pedro Aranda, Francisco José Pérez, Antonio Sánchez Carrasco y Sebas Gallardo.

El autor del estudio, para seguir sus conclusiones, propone el orden cronológico de la pasión de Cristo, empezando por la Entrada en Jerusalén para llegar a la Resurrección, de modo que abarca todos los pasajes representados en la Semana Santa sevillana.

El popular Cristo de la Expiración de la hermandad de El Cachorro, guarda un “paralelismo” evidente con el “Cristo crucificado” de Rubens, mientras que el Cristo de la Expiración de la hermandad de El Museo, que retuerce su cuerpo en la última exhalación, tiene unas innegables “semejanzas” con el cuadro “La Crucifixión” de Miguel Ángel.

Del mismo modo, las “analogías” del Cristo de la Humildad y Paciencia de la Hermandad de la Sagrada Cena con un grabado de un Cristo de Durero saltan a la vista: tanto el Cristo de Durero como el de la cofradía sevillana están sentados, abatidos, con la cabeza reposada en la palma de su mano derecha y el brazo izquierdo apoyado en la pierna izquierda.

Son igualmente llamativas las “semejanzas” entre el cristo de la Hermandad del Silencio, que tiene la particularidad de cargar la cruz con el madero mayor hacia delante y la cruceta hacia atrás, al igual que un “Cristo con la cruz a cuestas” pintado por Juan de Juanes; o la postura de Jesús de las Penas de la Hermandad de San Vicente caído de rodillas y apoyando la mano en una piedra, al igual que la pintura de Murillo “Subida al Calvario”.

La investigación de Borrallo abarca igualmente grupos escultóricos, como el de la Elevación de la Cruz de la Hermandad de la Exaltación, que revisa junto a obras de Charles le Brun, de Gaspar de Crajyer y del mismo Rubens, o de la Piedad del Baratillo con la Piedad de Miguel Ángel y otra de Hendrick Goltzius, o personajes secundarios, como soldados romanos o un Judas cuyos gestos de desesperación tras su traición llevándose las manos a la cabeza pueden rastrearse en figuras de escultores clásicos como Rodin.