
Mascotas
Ni susto ni miedo: el verdadero motivo por el que tu perro huye despavorido con los petardos
Para muchos es el sonido de la fiesta, pero para perros y gatos la pirotecnia es una tortura que provoca taquicardia, pánico y secuelas a largo plazo, una pesadilla que los dueños pueden mitigar con ciertas pautas

El estruendo de un cohete rasgando el cielo puede ser para muchos la banda sonora de la fiesta, pero para perros y gatos es el inicio de un auténtico suplicio. Cada año, durante las festividades populares, se repite la misma estampa de animales desorientados que, presas del pánico, huyen de sus hogares. El problema va más allá de un simple susto: para ellos, el riesgo de perderse o sufrir un accidente se multiplica de forma dramática ante un estímulo que no pueden comprender.
De hecho, la reacción más instintiva de las mascotas ante el bombardeo sonoro de la pirotecnia es buscar una salida. Este impulso les lleva a intentar esconderse en cualquier rincón o, en el peor de los casos, a emprender una huida desesperada sin rumbo, una respuesta que es una de las principales causas de extravío. En situaciones extremas, la ansiedad que sufren puede incluso provocar que se autolesionen en sus frenéticos intentos por escapar de lo que perciben como una amenaza mortal.
En realidad, el origen de este pavor reside en su extraordinaria capacidad auditiva. El oído de un perro o un gato es una herramienta biológica de una precisión asombrosa, capaz de captar frecuencias y volúmenes inaudibles para el ser humano. Una detonación que supere los 150 decibelios no solo les resulta molesta, sino que se convierte en un umbral de dolor físico. Al no poder racionalizar la procedencia de las explosiones, su ritmo cardíaco se dispara y la hiperventilación se apodera de ellos, activando un estado de alerta máxima.
Medidas para mitigar el pánico de los animales en casa
Por ello, la anticipación y la preparación del entorno son fundamentales para protegerlos. La recomendación principal de los expertos es crear un refugio seguro en el hogar, idealmente una habitación interior sin acceso directo a la calle. Es crucial cerrar bien puertas, ventanas y persianas para aislar al máximo el ruido exterior. Poner música relajante o el llamado ruido blanco puede ayudar a enmascarar el estrépito, mientras que la actitud del dueño, que debe mostrarse tranquilo y actuar con normalidad, es clave para no contagiarles más nerviosismo.
Asimismo, existen herramientas adicionales que pueden proporcionarles un alivio considerable. Los chalecos antiansiedad, que ejercen una presión suave y constante sobre su cuerpo, han demostrado una notable eficacia en muchos animales. En los casos más agudos, es aconsejable consultar a un veterinario, que podría recomendar el uso de feromonas sintéticas o, si la situación lo requiere, recetar sedantes suaves. Por último, y como medida de precaución indispensable, es vital asegurarse de que la mascota lleve siempre una placa con datos de contacto actualizados, el salvavidas definitivo en caso de fuga.
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