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Il canto di malavita: la banda sonora de la mafia calabresa

Son dos discos de canciones tradicionales de esta zona de Italia que fueron censurados en su país por sus textos violentos y apología de la “Ndrangheta”

La portada del primer disco editado
La portada del primer disco editadola razón

Estamos hablando uno de los artefactos musicales más polémicos, arrebatadores, fascinantes y también, para que negarlo, terroríficos que se han publicado. Se trata de una colección de dos discos llamada “Il canto di malavita”, editados a principios de este siglo. El primero tiene el subtítulo de “La musica della mafia”, y el segundo, “Omertà, onuri e sangui” (silencio, honor y sangre), que deja las cosas muy claras.

Se trata de antiguas canciones calabresas, directamente relacionadas con la “Cosa Nostra”. Música tradicional italiana compuesta en tiempos pretéritos, de autores desconocidos, con unos textos llenos de referencias a las fechorías de la mafia. El sonido es perfecto, y algunos de los artistas que aparecen son El Domingo, F. Cimbalo, Fred Scotti o Franco Caruso, entre muchos otros. El impulsor de la idea fue Goffredo Postino, y él mismo explicó que las letras hacen referencia a conversaciones entre mafiosos, y de ellos con los carabinieri, relatos sobre entierros y tiroteos...

 

En definitiva, es música de la “Ndrangheta”, la mafia calabresa, diferente a la “Camorra” napolitana y a la “Cosa Nostra” siciliana. Se trata de canciones del siglo pasado, e incluso más antiguas, con orígenes decimonónicos. Temas que cantaban interprétes en los mercados itinerantes de Calabria, de un pueblo a otro. Fueron populares en los años 60 y 70, y se vendían en cassettes. La música es una mezcla entre la tarantella y el folk tradicional de la región. Para que nos hagamos una idea, la banda sonora perfecta para las escenas de Michael Corleone y su amada Apollonia en Sicilia.

Por increíble que parezca, la venta y compra de estas cintas en los mercadillos calabreses pasó más o menos desapercibida por las autoridades (o no “quisieron” verlo), pero la edición en 2002 del primero de los dos CD fue muy diferente, y provocó una polémica en el país. La tétrica portada (una celebración tradicional en blanco y negro) no ayudó.

 

Cabe recordar que en esos años fue cuando se procesó al ex primer ministro Giuliano Andreotti por sus posibles vínculos con la mafia, y aún estaba fresco en la memoria el asesinato en 1992 del juez Giovanni Falcone.

En ese momento, 2002, Andreotti seguía negando todas las más que evidentes pruebas contra él, y el , por supuesto, sigue negando obstinadamente las apabullantes pruebas contra él, y el Tribunal Supremo acababa de anular 13 condenas impuestas tras el atentado a otros tantos miembros de la “Cosa Nostra” porque no participaron directamente en las reuniones donde se decidió la macabra sentencia de muerte. En Italia sigue penada la propagación de ideología mafiosa, por lo que los discos quedaron censurados.

La citada “omertà” significa básicamente “ley del silencio”, el código de honor sagrado en todas las mafias. Otra de las canciones es “Cu sgarra paga” (quien se va de la lengua lo paga". “Sangu chiama sangu” es un alegato a favor del ojo por ojo; “I cunfirenti”, una invitación a eliminar sin miramientos a los chivatos; “Ergastulanu” o “Canto di carceratu” recrean otro tema clásico, el del honor del preso, que prefiere ser condenado a tres años de cárcel antes que convertirse en delator. Y así invariablemente, incuidos seis breves diálogos reproduciendo los avisos y amenazas de rigor al futuro ajusticiado.

La compañía discográfica, la alemana PIAS, y el fotógrafo que seleccionó las espeluznantes imágenes que aparecen en los libretos, Francesco Sbano, sabían que esta grabación iba a levantar ampollas, como efectivamente ocurrió en Italia, y también en Alemania. Ante la acusación de promover los valores mafiosos y la falta de respeto hacia la vida humana, Sbano explica que el disco compacto ‘lleva una introducción precisamente para situar el contexto histórico’, y destaca además que las grabaciones no son actuales sino de los años sesenta, ‘lo que resalta el carácter arcaico de los textos’.

 

Quien piense denunciar este disco a las autoridades, ya sabe lo que le espera: ‘Que mal terminan los chivatos, / que van y largan a escondidas. / Creen que nunca se va a saber / y ni siquiera la ley les protegerá. / La malavita no se fía de ellos / y no les quita ojo de encima. / Empastados en cemento y emparedados: / así terminarán estos cabrones’. Las letras prescinden de todo tipo metáforas, excepto la “lupara”, que es una escopeta en el dialecto calabrés.

Los textos fueron escritos casi todos en la cárcel, y se fueron transmitiendo oralmente de generación en generación. Uno de los cantantes que aparecen, Fred Scotti, la primera estrella de este género, fue asesinado en 1971 en la calle porque andaba revoloteándole demasiado cerca a la hija de un capo mafioso.