Opinión

Nuevos líderes

Ninguno de los candidatos que encabezaron las listas en los comicios de 2017 ha repetido como «número uno» el 14-F

El expresidente Carles Puigdemont participa por videoconferencia en la rueda de prensa que ofrecen los miembros de JxCat
El expresidente Carles Puigdemont participa por videoconferencia en la rueda de prensa que ofrecen los miembros de JxCatQuique GarciaAgencia EFE

En las recientes elecciones catalanas se ha dado una particularidad y es que ninguno de los candidatos que encabezaron las listas en los comicios de 2017 ha repetido como «número uno» de su respectiva formación, con la salvedad del ínclito Puigdemont, quien sí lo ha hecho, aunque más formalmente que otra cosa. La desbandada de los anteriores candidatos ha tenido causas de lo más variopinto: desde complacer ambiciones personales dando el salto a Madrid, hasta el abandono de la política activa, pasando por la recolocación en un ayuntamiento, la responsabilidad penal, una huida a Waterloo o el cambio de cromos por un ministerio.

Uno podría pensar –no sin cierta ingenuidad– que, a nuevos líderes, podrían surgir nuevos impulsos y abrirse horizontes para unos votantes que están bastante hasta el gorro del inmovilismo en que nos tienen sumidos unos y otros. Mera entelequia, pues, tras los resultados del 14-F, todo indica que vamos a seguir igual que antes, con un bloque vendiendo el sueño sempiterno de una independencia que dudo que ellos mismos se crean, pero que, mientras penda del aire, y con sólo alguna pincelada puntual de cara a la galería, les garantiza un sueldo fijo que no es moco de pavo, como están las cosas; y con otro bloque, en el que Vox y el PSC se van a hartar a votar de la manita –no se lo pierdan– y en el que la formación verde, que de residual ya no tiene nada, va a ser sistemáticamente demonizada cada vez que alce su voz, con razón o sin ella, contra la acción o inacción del gobierno independentista.

En medio, la pandemia y las vacunas (hasta que alcancemos una cierta inmunidad), el paro, la crisis, la inseguridad, la sobreprotección que reciben los delincuentes y los problemas que verdaderamente interesan a la población, que son los que atacan directamente al estómago y al bolsillo.

Da igual que los líderes hayan cambiado porque el chollo hay que mantenerlo a toda costa. Madrid seguirá teniendo la culpa de todo, continuarán prometiendo la independencia a quienes eso les contenta, y otros clamarán ante el despilfarro en cuestiones identitarias en perjuicio de las ayudas a los sectores necesitados. Y así, hasta las próximas elecciones.