Elecciones

La soledad de las supermanzanas de Colau en Barcelona

La formación de la alcaldesa se queda sola defendiendo el modelo urbanístico del que reniega hasta el PSC, sus socios de gobierno durante dos legislaturas

Una de las supermanzanas de Barcelona
Una de las supermanzanas de BarcelonaLa Razón

Buena parte del legado de Ada Colau como alcaldesa pasa, sin lugar a dudas, por la transformación urbanística de la ciudad, con las supermanzanas, o superilles, como eje vertebrador. El Ayuntamiento nunca ha escondido su orgullo por este modelo y la proyección internacional que le ha supuesto, unas 250 ciudades de todo el mundo lo están copiando. No obstante, una medida de perfil ideológico tan marcado cuenta con un nutrido grupo de detractores. Y, claro, estamos en año electoral. La oposición no ha dudado en comenzar a utilizar las supermanzanas como caballo ideológico, e incluso la otra mitad del gobierno municipal, el PSC, ya reniega de ellas. Curiosamente, esta misma semana, el Ayuntamiento de París ha aprobado retirar la mitad de los aparcamientos de toda la ciudad para convertirlos en zonas peatonales.

En cualquier caso, a tenor de los barómetros municipales, las supermanzanas cuentan con el aval de buena parte de los barceloneses, al menos en lo que se refiere a pacificar calles y plantar árboles. No obstante, en las últimas encuestas comienza a despuntar la gestión del tráfico como problema incipiente. Y, por mucho que, a grandes rasgos, la gestión de Colau al frente de Ayuntamiento resulte aprobada, no ocurre lo mismo con su persona. Y quizás las supermanzanas están pagando el precio de estar tan ligadas a la alcaldesa.

Votación

Así, en la última comisión de urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona se aprobaba una propuesta de Junts para detener la implantación de nuevas supermanzanas hasta que no se evalúe su impacto en la economía, la movilidad y la calidad del aire. El texto, pactado, para más inri, con el PSC, recibía el apoyo del resto de la oposición y sólo Barcelona en Comú se desmarcaba.

La propuesta aprobada también pide paralizar la licitación de obras y proyectos hasta que se evalúe el impacto de las supermanzanas. Aparte de las que ya están en obras, como los ejes verdes del Eixample, en la recta final del mandato, el Ayuntamiento ha abierto procesos participativos para definir nuevas supermanzanas como la de la Sagrada Familia–el Camp d’en Grassot, la de Navas y la Sagrera y la del Fort Pienc. Todas aún sin calendario ni presupuesto.Pese al resultado de la votación, que no es vinculante, desde BComú insisten en que, si antes de terminar el mandato se pueden concretar proyectos, se hará.

En este contexto, la teniente de alcaldía Laia Bonet (PSC) apuntaba que «no se puede seguir avanzando en el modelo de supermanzanas sin comprobar que sean realmente políticas transformadoras». «El modelo que estamos desarrollando es lo único posible y lo que nos piden los vecinos», le respondía la teniente de alcaldía de Urbanismo, Janet Sanz, quien le recriminaba a Bonet que el PSC se alíe con quien quiere detener la conexión del tranvía, en alusión a la promesa que ha hecho el candidato de Junts, Xavier Trias. El propio candidato del PSC, Jaume Collboni, explicaba que en el próximo mandato habrá que «detenerse y evaluar» cómo ha funcionado la supermanzana del Eixample antes de hacer más ejes verdes. Collboni defiende continuar con la tradición de pacificar calles para reducir emisiones, ganar espacio verde y apostar por el transporte público, pero advertía que «pacificar una calle no significa bloquear la accesibilidad».

La misma votación y el mismo resultado se dieron en el último pleno municipal del año pasado.

La alcaldía de Barcelona, con la incógnita de Xavier Trias, es cosa de tres. Si del PSC o Junts depende, las supermanzanas serán cosa del pasado y habrá que ver que ocurre con aquellas que están en marcha, como por ejemplo la de Consell de Cent. Si los comunes aciertan a conservar la alcaldía es evidente que el modelo se mantendrá y se extenderá. El tercero en discordia, ERC, mantiene una calculada ambigüedad. Al fin y al cabo comparten el modelo urbanístico, han aprobado el tranvía por la Diagonal pero probablemente les pese la asociación de las supermanzanas con Colau. Así, en el pleno de defunción de las superilles, la concejal republicana Eva Baró pidió «no confundir» su voto y marcó distancias con otros grupos. «Ustedes hacen gala de inmovilismo y catastrofismo estéril carente de ideas; nosotros queremos que las cosas cambie». De hecho, dejó claro que son «firmes defensores» de la pacificación y de incrementar espacios verdes, pero votaron a favor de la propuesta porque hacerlo «sin rigor ni ciencia y sin consenso es un error».

La sensación, no obstante, es que, detrás del tacticismo, están a favor. Por lo que la porra, de cara a las elecciones, quedaría en un empate a dos. De un lado, ERC y comunes. Del otro, Junts y PSC. Y quién sabe si, además de un debate urbanístico, estamos ante las futuras alianzas de gobierno.