Amamantando la vida

Los cólicos del lactante, ¿se pueden evitar?

La inmadurez intestinal es uno de los factores que predisponen a su aparición, por lo que la alimentación es clave

Los cólicos en el lactante son un problema que aparece principalmente durante los cuatro primeros meses de vida en bebés sanos cuya causa es desconocida. Este síndrome conductual, que es vivido de forma angustiosa por los padres, clásicamente se define, como la «regla del tres»: llanto que dura más de tres horas al día, más de tres días a la semana y que persiste más de tres semanas. Se trata de un llanto que difiere del llanto normal, es decir, muy intenso, de tono alto e imposible de consolar, con un aumento del tono muscular, o sea con rigidez del tronco o de extremidades.

A pesar de que las causas del cólico en el lactante son desconocidas, existen algunos factores que predisponen a su aparición. Entre estos, hay que destacar principalmente la inmadurez intestinal, que dificulta la digestión de algunos nutrientes, haciendo que estas sean más pesadas, generando más gases y molestias intestinales.

Por tanto, podemos ayudar a que mejoren si se tiene en cuenta la alimentación. En este aspecto destacar tanto la sobrealimentación, como la subalimentación y el aumento de la deglución de aire. En esto juega un papel fundamental la alimentación con biberón, con la que el bebé traga mucho más aire que si es alimentado al pecho.

La teta de la madre no tiene aire, a no ser que el agarre al pecho no sea el adecuado, lo cual hará que trague más aire y tenga más gases. Otra posible causa, es retirar al bebé del pecho y pasarlo a que mame del otro pecho antes de que haya vaciado bien el primero, en estos casos, el lactante recibe más leche de inicio, que es más baja en grasa y rica en lactosa, y sabemos que el tomar grandes cantidades de lactosa puede producir muchos más gases. Por ello, es fundamental que una persona con experiencia y conocimientos en lactancia ayude a la madre para que mejore el agarre al pecho, y sepa que es importante no ofrecer al bebé el otro pecho hasta que el bebé termine y se separe por el mismo.

Sobre este aspecto resaltar, que está demostrado que los bebés alimentados con leche materna sufren como veinte veces menos cólicos que los alimentados con fórmula. La leche materna cambia según la edad del lactante, es decir, se adapta al desarrollo del lactante, mientras que la de fórmula es la misma. A la vez, el lactante amamantado tarda muy poco tiempo en digerir, mientras el de leche fórmula emplea unas tres horas lo que provoca que sea peor.

Así mismo, el chupete puede provocar gases, debido a la acumulación de aire que se va generando al succionarlo. No obstante, hay bebés que necesitan de la succión constante para calmarse y no tienen ningún problema de gases, pero es algo que debemos de tener en cuenta, por lo que hay que analizar cada caso en particular.

Otro aspecto clave a destacar, y yo diría que es el más relevante en la aparición del cólico del lactante, es el ambiente en el cual se desenvuelve el bebé.

La ansiedad y el estrés que a veces asalta a los padres, especialmente si son primerizos, puede contribuir a incrementar estos episodios, especialmente en los de temperamento más difícil. En este sentido, el carácter más tranquilo del bebé, unido a un entorno más saludable, contribuye a reducir estos episodios. Mientras que, en sentido contrario, el estrés que en ocasiones genera a los padres la llegada de un ser tan indefenso, unido a una serie de alteraciones en la dinámica familiar, como las visitas, son factores que potencian el estrés en los padres, estados emocionales que el bebé percibe y lo sobrecargan.

Es importante asesorar a los padres para que conozcan que muchos lactantes se calman cuando cambian la forma de responder a sus necesidades de un modo más tranquilo, sin intentar calmarlo rápidamente moviéndole, colocándole el chupete o poniéndole música, o yo qué sé cuántas medidas más, que no proporcionan mejores resultados, es importante tranquilizar a los padres, y que estos sean conscientes que se trata de un proceso madurativo normal, en un bebé sano, que tiene un crecimiento y desarrollo normal, que acepten el llanto del bebé como algo transitorio, que no deja secuelas a largo plazo, ni requiere de otras medidas terapéuticas más que el acompañamiento y que ningún fármaco ha demostrado ser eficaz para los cólicos. El llanto es algo transitorio que disminuye después de los tres o cuatro meses de edad, por lo tanto, no requiere de nada más que de paciencia y darle tiempo al tiempo para que esta situación pase. Que algunos bebés lloran más que otros, y necesitan de mayor contacto durante más tiempo es algo percibido como un problema en nuestra moderna sociedad, pero menos común en sociedades donde los lactantes permanecen en continuo contacto con los padres

En resumen, los fundamentos en los que se basa evitar los cólicos, son la lactancia materna, una ambiente sosegado y ayudar al recién nacido a adaptarse a la vida extrauterina, ya que no es fácil para ningún bebé, experimentar un cambio tan brusco, de un ambiente uterino en donde los cambios son apenas perceptibles, a un mundo exterior en donde debe adaptarse a nuevos estímulos, sonidos, luces, movimientos, que son estresantes para su cerebro inmaduro.

Los padres pueden ayudarle, manteniéndolo en estrecho contacto con ellos, es decir tenerlo mucho en brazos y poco en la cuna, está comprobado que los bebés de otras cultural, que siempre están en brazos (tanto si lloran como si no lo hacen), no suelen tener cólicos. El «canguro» portabebés es muy eficaz, gracias al movimiento y al sonido del corazón el bebé se siente seguro y duerme mejor que en la cuna. El porteo es una importante acción preventiva, los bebés porteados expulsan mejor los gases, gracias al movimiento que se desarrolla al caminar, lloran menos y tienen menos cólicos.