
Opinión | A través del espejo
Unos mordían y otros, castigados en Chamartín
No sé qué les llevó a estos tres a pensar que a ellos no les pillarían

La segunda entrega de las últimas informaciones que van destripando el escándalo en el que está implicado el todopoderoso Santos Cerdán me pilla en un AVE camino de Madrid. Un tren que he cogido, una vez más, confiando en la divina providencia, la única que de un tiempo a esta parte te puede garantizar que llegues a la hora prevista o lo que es aún peor, que te quedes esperando no sé sabe cuánto a que no se sabe qué vuelva a funcionar en Chamartín.
Resulta que mientras unos aguardamos pacientes a tener las infraestructuras que nos merecemos, otros, según a apunta el informe de la Unidad Central Operativa (UCO), al parecer se han estado forrando.
Las grabaciones de Koldo han permitido a la UCO desvelar que entre este último, el exministro de Infraestructuras, José Luis Ábalos, y el ex secretario de Organización y, a esta hora, todavía diputado del PSOE, Santos Cerdán, se dedicaban a repartirse comisiones de las adjudicaciones de obra pública. Empiezo a dudar si este negocio es más antiguo que la rueda y me pregunto qué es lo que llevó a estos individuos a pensar que a ellos no les iban a pillar jamás.
Por poner un ejemplo, tal y como ha publicado LA RAZÓN, el cobro de 550.000 euros estaría ligado a dos adjudicaciones de Acciona en Murcia. Una para el proyecto de construcción del soterramiento de la red arterial ferroviaria de la ciudad, que tuvo un importe de 158,8 millones y la segunda para la ejecución de obras del proyecto de construcción de plataforma del Corredor Mediterráneo de alta velocidad Murcia-Almería, por valor de 121,19 millones.
Ya puede desgañitarse la sociedad civil para pedir de manera unánime aquello de #QuieroCorredor que ellos corrían hacia otro lugar. Mientras, el resto nos indignamos porque en lugar de subirnos a un tren nos toca coger el coche para no gastar toda una mañana para llegar a Murcia, a Alicante o a Barcelona. Y cruzamos los dedos para que, solo por hoy, Chamartín no sea un caos.
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