Arquitectura
La obra de Ricardo Bofill vuelve a Valencia con el edificio de viviendas más alto de la ciudad
El hijo del arquitecto, Pablo Bofill, reivindica la singularidad de cada uno de los proyectos que emprende su taller en el mundo
La obra del arquitecto Ricardo Bofill ha vuelto a Valencia con un edificio que da la bienvenida a la ciudad desde la Pista de Ademuz. En sus 110 metros de altura se albergan dos torres de 30 y 14 plantas que dan cabida a 198 viviendas, lo que lo convierte en el rascacielos más alto de la ciudad.
Durante la presentación del inmueble, promotores, constructores y arquitectos han rendido un homenaje al arquitecto catalán que no pudo ver construida la idea y el proyecto que lo traía de nuevo a la capital del Turia después de muchos años de ausencia y en el que quería hacer llegar su amor por la ciudad.
Uno de sus hijos, Pablo Bofill, señaló la importancia que el edificio Ikon tiene para su taller de arquitectura dado que es el primer proyecto urbano que realizan con un gran impacto en la vida de las personas. Durante su intervención reivindicó el carácter único y singular de cada uno de los proyectos que desarrollan: "Esa es nuestra fuerza”.
Bofill ha comentado que su padre -fallecido en enero de 2022- estaba esperando este momento desde hace muchos años. Cuando el promotor, Saïd Hejal, responsable de Kronos Real Estate Group, acudió al taller a proponerles el proyecto del rascacielos Ikon la respuesta de su padre fue un "sí" sin dudarlo y sin conocer sus características, porque quería regresar a la ciudad donde se había realizado el primer proyecto de transformación urbana de la historia del taller.
Lamentó que el gran proyecto del Jardín del Turia, que su padre desarrolló, se abandonara sin una consulta, ni una llamada, ni una participación en el concurso ni ninguna invitación durante tantos años, lo que, dijo, generó dolor en el arquitecto y la sensación de que su aportación y compromiso había quedado en nada.
Por su parte, Saïd Hejal señaló que Ikon es mucho más que el edificio más alto de Valencia, mucho más que un nuevo icono de la arquitectura, porque sobre todo "es el legado de un arquitecto legendario".
En un homenaje al arquitecto, señaló que Ricardo Bofill revolucionó el urbanismo de la ciudad en los 80. El Jardín del Turia fue un hito para Valencia y, 40 años después, su último rascacielos cierra el círculo, siendo la nueva puerta de la urbe.
El edificio es de un luminoso color blanco que se extiende por el interior de las viviendas y de las zonas comunes. Espacios luminosos y abiertos para reflejar, según los promotores, el mediterráneo más cosmopolita.
Viviendas exclusivas cuyos precios oscilan entre los 200.000 euros de los pisos de una habitación hasta los 3 millones que se han pagado por los áticos. Todos los pisos, a excepción de cinco que todavía buscan comprador, han sido vendidos a un público variopinto entre el que se encuentran familias, inversores y clientes extranjeros que han elegido Valencia para fijar su residencia.
La inversión total ha girado en torno a los 80 millones de euros.
El concepto de sostenibilidad también ha sido protagonista en la descripción de las características de este nuevo rascacielos que da singularidad a la ciudad. Mientras que constructores y promotores hablaban de los aspectos técnicos que se han tenido en cuenta para cumplir con este objetivo indispensable en los proyectos modernos, Pablo Bofill, destacaba que este término no significa nada y defendía la construcción de inmuebles de gran altura para que sus habitantes dispongan de más visibilidad y las ciudades puedan dedicar más espacio a los jardines y lugares abiertos.
El estudio Bofill no tiene más proyectos en Valencia, pero la promotora está realizando tres nuevos edificios de viviendas destinadas al alquiler en una gran avenida cercana al Puerto.
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