Opinión A través del espejo
Otras elecciones, ¿es un derecho estar cansado?
Los que dejarán las instituciones en las próximas semanas han optado por no pensar y subirse de nuevo a la caravana electoral
Días antes de las últimas elecciones comentaba con uno de los políticos que se ha recorrido la Comunitat Valenciana de norte a sur durante los últimos años el agotamiento físico y mental que conlleva su trabajo y, por supuesto, una campaña electoral. El descanso no ha estado permitido.
Los dos admitimos quelos últimos meses habían sido agotadores. Yo le dije que no pasaba nada por decir que estaba cansado, que tenía derecho a reconocerlo.
Afortunadamente ahora se habla de salud mental,pero en determinados ámbitos sigue siendo un tema tabú porque lo cierto es que aún queda mucho por hacer.
Descansar, tener tiempo para uno mismo tiene mucho que ver con cuidar la salud mental y esto es algo que no se permiten muchos políticos, quizás también porque hemos creado una sociedad en la que siempre hay que estar en estado de alerta.
«Qué importante es recordarse que descansar es también una prioridad», dice en una de sus viñetas Pablo R. Coca, psicólogo (que va al psicólogo), y autor del libro «Esas cosas que nos pesan».
Por tanto, no creo que haya que extrañarse del revuelo que ha provocado la convocatoria de elecciones a finales de julio, precisamente porque son fechas que mucha gente espera para desconectar, incluso para evadirse de la realidad política que, dicho sea de paso, genera mucho ruido.
Percibo además una actitud preocupante entre aquellas personas que no estarán en las instituciones en la próxima legislatura.
Han optado por no pensar y subirse de nuevo a la caravana electoral sin pararse a aceptar lo que ha pasado, es más, sin un análisis serio de qué ha ocurrido.
Llegará el 24 de julio y, o mucho cambian las cosas, o verán cómo la «ola azul» barre España. Entonces, quizás se den cuenta de que había que detenerse, aceptar lo ocurrido y salirse de la rueda.
El derecho a estar cansado debería reivindicarse con valentía, sin sentir vergüenza. Incluso si el esfuerzo lo pide Pedro Sánchez.
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