Altamira muestra los huesos de los bisontes pintados en su cueva
“Kiputz. Un abismo en la Prehistoria” une las historias de este yacimiento vasco con las pinturas de la cavidad de Santillana del Mar
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El Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira muestra los huesos más fidedignos de los bisontes pintados en su cueva con la exposición temporal “Kiputz. Un abismo en la Prehistoria”, que une las historias de este yacimiento vasco con las pinturas de la cavidad de Santillana del Mar (Cantabria).
La muestra, que abrirá sus puertas al público el 1 de abril y se podrá visitar hasta el 4 de julio, es fruto de la colaboración de la institución museística cántabra con el Museo San Telmo de Donostia, Gordailua y la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
Presenta los resultados de las investigaciones de este yacimiento de Mutriku (Guipúzcoa), donde se recuperaron los conjuntos paleontológicos más importantes de reno y bisonte de la península, destacando un cráneo de bisonte estepario, protagonista de los polícromos de Altamira, y que ahora se expone en la sala temporal de su museo.
Al acto de presentación de la muestra han asistido la directora del Museo Altamira, Pilar Fatás; los comisarios de la exposición, Pedro Castaños y Xabier Murelaga; la directora del Museo San Telmo, Susana Soto; el responsable del centro Gordailua, Carlos Olaetxea; el secretario general de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Juantxo Agirre-Mauleon; y el alcalde de Mutriku, Joseba Palenzuela.
La muestra, que se inicia con el lienzo “Todo lo sólido se desvanece en el aire II” (2014), de Jesús Mari Lazkano, sumerge al público en la estampa gélida que caracterizó el paisaje de la cornisa cantábrica durante el último gran invierno. En ese momento, el mar retrocedió unos 18 kilómetros, descubriendo una inmensa estepa a menudo cubierta de nieve, evocada en las suaves ondulaciones del diseño de la exposición.
Kiputz es una sima, “una trampa natural” de seis metros de profundidad por la que cientos de animales se precipitaron al abismo para permanecer allí durante más de 20.000 años hasta que los espeleólogos del grupo Munibe Taldea encontraron el yacimiento en 2002, según han explicado los comisarios de la muestra. Por ello, los esqueletos están “prácticamente en su integridad”, al contrario de lo que ocurre cuando se trata de animales cazados por los humanos, ya que estos rompían los huesos.
Durante cuatro campañas de excavación, el yacimiento guipuzcoano ha proporcionado miles de fragmentos óseos de animales, con 43 ciervos, 23 renos y 18 bisontes esteparios extraídos de la sima como principales exponentes.
La exposición muestra tres esqueletos completos de estas especies y cierra su recorrido presentando, en un ambiente oscuro y cavernario, un imponente cráneo prácticamente completo de bisonte, un macho adulto de unos 900 kilos con una cornamenta que sobrepasa el metro de envergadura entre ambos pitones, y que dialoga con una reproducción del friso de Altamira y una proyección audiovisual.
La directora del Museo de Altamira, ha señalado que los animales que transitaron en las inmediaciones de Kiputz evocan “inmediatamente” al techo de la cueva de Altamira hace 14.500 años, cuando se pobló “de magníficos bisontes”. “Nuestros antepasados forjaron un vínculo con estos animales que quedó grabado en el imaginario colectivo y que estimuló nuestra creatividad para plasmarlos en el arte rupestre, convirtiéndose en la temática fundamental de nuestro primer arte”, ha afirmado.
Fatás recuerda el momento en el que descubrieron el cráneo de bisonte que se expone desde hoy en el Museo Altamira. “Para nosotros fue un hallazgo muy interesante porque era el primer cráneo que aparecía en la península con toda su cornamenta y que pertenece a la especie que está pintada en Altamira”, ha subrayado.