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Ricardo Gómez, a la caza de los nazis que se refugiaron en la Costa Blanca

Una vez abandonada su faceta Alcántara, el actor ha presentado “El sustituto” en el Festival de Málaga, que indaga en el refugio que fue para los nazis la Costa Blanca en los ochenta
LAIA LLUCH
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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La lectura de los veredictos de Nüremberg, más allá de las condenas simbólicas y reales a los monstruos más despiadados del nazismo, nos devuelve una inquietante ristra de «in absentia», locución judicial latina para explicar que el condenado no pudo ser hallado aunque hubiera pruebas de su crimen. De hecho, así ocurrió con la mayoría de mandos medios de familias pudientes que desertaron del ejército alemán incluso meses antes de que las tropas soviéticas entraran en Berlín. Lo que no muchos saben, eso sí, es que un grupúsculo de los huidos del Tercer Reich cambió los galones por las bermudas y los juicios sumarios por la arena fina del Levante español.
La Sección Oficial del Festival de Málaga acogió anoche la presentación de «El sustituto», película dirigida por Óscar Aibar («El gran Vázquez») y protagonizada por Ricardo Gómez («Cuéntame como pasó»), que indaga en cómo, con el beneplácito de Franco y la aquiescencia de unos caciques locales que solo veían los beneficios económicos, la Costa Blanca se convirtió en aria durante casi tres décadas.
Un «thiller» político
«No conocía la historia, ni siquiera me sonaba. De hecho, lo primero que hice al recibir el guion fue llamar al director para preguntarle si lo que se contaba era cierto. Él sabe muchísimo de todo lo que tiene que ver con la Segunda Guerra Mundial, exilios, refugiados y nazis. Es una enciclopedia», confiesa en reverencia a Aibar un Gómez que, dejada atrás definitivamente su faceta como Carlitos Alcántara, se pone en la piel de un policía al que destinan a Dénia para sustituir –y de ahí el título– a un compañero que ha muerto en extrañas circunstancias. Y sigue: «También le pregunté si estaba seguro de que quería contar conmigo para hacerlo. Yo le veía demasiado adulto para mí, pero él me dijo que confiaba y que íbamos a trabajar para adaptarlo, para que nos lo creyéramos como padre y como un alcohólico incipiente. Quería que este personaje también fuera una puerta para mí, para acceder a otro tipo de papeles y personajes», explica.
Sinergias aparte, que funcionan a las mil maravillas cuando la película quiere ser «thiller» de acción, pero que se sienten como un subrayado poco menos que condescendiente cuando se trata de relacionar la obvia conexión entre el soleado refugio fascista y los problemas con la extrema derecha de una región que fue de las primeras de España en tener registro de «skinheads» y altercados ultra, el filme se sabe explícitamente político y en ningún momento intenta convencer a los espectadores de lo contrario: «Nuestra película termina con una frase sobre la memoria, y sobre cómo, cada dos o tres generaciones, tendemos a olvidarnos de las desgracias que nos han ido ocurriendo. Yo, que nací en 1994, no tenía ni idea de que esta historia era real. Nuestro granito de arena es sentar a la gente durante dos horas para explicarles una historia que no conocían, la de cómo dimos cobijo en bañador a algunos de los criminales más buscados del mundo», añade con vehemencia Gómez, antes de volver a lo cinematográfico: «Lo que más me motivó de formar parte de esta película fue contar una historia que yo tenía la sensación de no haberse visto nunca. Han pasado cuarenta años y ya era hora de hacer una película sobre los nazis de la Costa Blanca».
Ambientada en pleno Mundial de Fútbol de 1982, el de Naranjito y el del golazo de Tardelli, «El sustituto» es también un retrato costumbrista, sin renunciar a lo autoral, de una España por construir que salía de la dictadura, sí, pero todavía se entendía en clave de caciquismo. Así, el personaje de Gómez es un hombre capaz de poner su vida en juego por desenmascarar a los nazis, pero no es capaz de cuidar de su familia o buscar ayuda para su incipiente alcoholismo: «A mí me interesaba muchísimo mirar a Andrés, ese policía tan duro que es mi personaje, con una perspectiva menos prejuiciosa. Todos los grandes policías de la historia del cine me parecen tipos a los que nadie les ha dado un abrazo. Quería hacerlo, entender su dolor», explica el actor antes de rematar: «La suya es, quizá, también una historia de la conversión de los policías en España desde meros ejecutores a investigadores».
De impresionante factura técnica, siendo uno de esos raros filmes en los que sí se puede apreciar un diseño de producción brillante a simple vista, «El sustituto» es la confirmación de Gómez como un intérprete poliédrico y mucho más que solvente, pero resulta alambicada en su empeño por hacerse eco de lo coyuntural y convencer apoyándose en el maniqueísmo. No se trata tanto de aleccionar, porque la película tampoco quiere recorrer el kilómetro que separa la documentación de la cátedra, tanto como de intentar ser más reivindicativa o, al menos, más combativa que los propios personajes que construye. Mención aparte merece Vicky Luengo, que completa otro papel brillante tras destaparse en “Antidisturbios” y justo antes de presentar “Chavalas”, que también competirá en la Sección Oficial