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Cuando George Harrison fue el mejor de los Beatles

Llega tarde la celebración del 50º aniversario del glorioso «All things must pass», pero mereció la pena esperar para escuchar la reedición del primer disco triple de la historia de la música
APPLE RECORDS
La Razón
  • Alberto Bravo

    Alberto Bravo

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Fueron largos años de angustia y desesperación para George Harrison. El lento y agónico final de los Beatles estaba erosionando a los cuatro miembros, pero un poco más a su guitarrista. Hacía ya tiempo que John Lennon se sentía muy lejos de aquella historia y lo asumía todo con sórdido sarcasmo mientras Paul McCartney tiraba de la nave asumiendo el novedoso papel de despótico líder tras la deserción espiritual de su máximo competidor. Y bueno, Ringo era Ringo. El «Álbum Blanco» había sido el comienzo del fin, pero el problema era que a la moribunda banda todavía le quedarían casi dos años de recorrido antes de firmar su defunción. Eso es lo que duró la angustia de Harrison antes de reivindicarse personal y artísticamente con el glorioso «All things must pass».
El álbum, el primer disco triple de la historia de la música, se publicó el 27 de noviembre de 1970 y ahora se lanza, con cierto retraso, la que debería haber sido la edición especial del 50º aniversario. Pero mereció la pena esperar para escuchar esta maravillosa caja de cinco discos con la obra original y un buen número de extras que ayudan a comprender cómo se gestó un trabajo que todavía hoy maravilla por su sonido y originalidad.
Para cuando salió, realmente George Harrison llevaba dos años trabajando en él. Sometido a la tiranía Beatle de dos canciones por disco, había ido acumulando bocetos e ideas muy interesantes. También es cierto que sus canciones se alejaban cada vez más del sonido característico del cuarteto, como bien se pudo comprobar más tarde en «Abbey Road», al cual Harrison aportó «Here comes the sun» y «Something», composiciones excelentes pero poco Beatles en realidad.
Muchas cosas sucedieron desde aquel invierno de 1968 en el que se hicieron patentes las incipientes heridas en el cuarteto. El «Álbum Blanco», cargado de tensiones internas que se exacerbarían posteriormente, había sido una pesadilla y Harrison necesitaba airearse. Salir de ese entorno tóxico. Lo que hizo fue viajar a Woodstock para conocer a sus admirados músicos de The Band y con el secreto anhelo de compartir un tiempo con Bob Dylan. Lo que salió de ahí fue una amistad para toda la vida con el elusivo genio de Minnesota y una profunda huella artística en el Beatle. Ese fue el verdadero comienzo de «All things must pass».
Junto a Dylan y The Band, Harrison recordó lo que era el simple placer de hacer música. Componer y tocar alejados del negocio, las presiones y la competitividad. Al mismo tiempo, trabajó y quedó fascinado por las raíces americanas, una forma muy diferente de hacer música si se comparaba con el proceso que había vivido durante tantos años en los estudios de Abbey Road. Canciones de raíces acústicas y sentimentales, casi espirituales, dejando fluir el sonido de banda. Su viaje musical proseguiría a principios de 1969, cuando compuso junto a Eric Clapton la magnífica «Badge» para el álbum de Cream «Goodbye». Como Harrison, Clapton también estaba harto y desgastado de la fama y la adulación gratuita. Los dos sentían que no estaban haciendo lo que querían y ambos compartían un renacido amor por la música gracias a The Band.
Las piezas del puzzle siguieron cayendo en los lugares adecuados durante las siguientes semanas. Cuando George cumplió 26 años, el 25 de febrero de 1969, puso a Lennon y McCartney una demo de «All Things Must Pass» y ninguno de los dos presentó entusiasmo alguno. Meses después les puso «Isn’t it a pity», «Let it down» y «Hear me Lord» y tampoco pasaron el corte. Probablemente porque tampoco encajaran demasiado en el sonido Beatle. Lo que pasa es que la única explicación que le dieron a Harrison fue un gesto de insensible desdén.
Otra cosa ocurriría en diciembre de 1969. Harrison se unió en el escenario para tocar junto a la banda de Delaney & Bonnie, quienes recientemente habían firmado por Apple Records. En esa banda estaba tocando Eric Clapton (de nuevo intentando huir de sí mismo) y Harrison volvió a sentir el gusto por tocar jams improvisadas. El sonido eléctrico de esas jams y las enseñanzas reposadas de Dylan acabaron por cerrar la propuesta de «All things must pass». «Wah-Wah» y «Run of the Mill» datan de principios de 1969, aunque Harrison ni siquiera se molestó en mostrárselas a Lenmon y McCartney. La sensacional «What Is Life» llegaría mientras trabajaba con Billy Preston en el álbum «That’s the way God planned it» y «Behind That Locked Door» la escribió en el verano de 1969 justo antes de la actuación de Dylan en el Festival de la Isla de Wight. «My Sweet Lord» la completó en Copenhague mientras estaba de gira con Delaney y Bonnie.
El lunático Spector
Si de algo se arrepentiría Harrison fue de escoger a Phil Spector como productor. Con el tiempo, acabaría pensando que ese muro de sonido no encajaba en algunas de las canciones. Además, el lunático Spector ya estaba metido para entonces en una espiral de paranoia y cocaína que sufriría el propio Harrison. La grabación del álbum comenzó a fines de mayo de 1970, apenas unas semanas después del anuncio oficial de la separación de los Beatles. Mostró a un Harrison febril y entusiasmado ante el reto de demostrar que era mucho más que el guitarrista y ocasional compositor del grupo más famoso de la historia. Pero jugaba con cartas marcadas, una mano llena de canciones ganadoras. También músicos impresionantes: Clapton, los Dominos, Klaus Voormann, Billy Preston, Peter Frampton, Gary Wright, Alan White, Tony Ashton...
Originalmente, Harrison había pensado que le llevaría solo dos meses grabar el álbum, pero al final las sesiones se alargarían durante cinco meses. No solo fueron las locuras de Spector, sino que la madre del músico enfermó de cáncer durante la grabación y Harrison tuvo que realizar frecuentes viajes a Liverpool para verla. Falleció en julio de 1970 sin poder escuchar la magnífica sinfonía de su hijo. Fue el primer álbum triple de un artista y cautivó al público de todo el mundo. Estuvo siete semanas en el número 1 en Estados Unidos y encabezó la lista de NME durante el mismo tiempo. Solo hubo dos personas a las que no les entusiasmó el álbum. Lennon dijo: «Está bien, quizá un poco largo». Y preguntado por el disco semanas después del lanzamiento, McCartney señaló: «Todavía no me dio tiempo a escucharlo». A George Harrison le dio igual. En el fondo sabía que había ganado.

Más brillante

La edición 50º aniversario de «All Things Must Pass» se presenta en numerosos formatos y cuenta con una remezcla nueva a partir de las cintas originales. Producido por Dhani Harrison, hijo del fallecido Beatle, y mezclado por el ingeniero Paul Hicks (The Beatles, Rolling Stones, John Lennon), «la nueva edición suena más brillante, más completa y mejor que nunca», advierte la página web del artista. La edición de 5 CDs incluye numerosas demos en las que se puede comprobar el proceso de gestación de canciones como «I live for you», «What is life», «My Sweet Lord» y más. Supone escuchar lo que es una demo pura, básicamente una versión acústica, y cómo va tomando forma en estudio con el trabajo de la banda y las ideas que van surgiendo. Por supuesto, en la edición también hay varias jams en las que se puede apreciar cómo tocan los músicos y cómo se divierte Harrison haciendo una música tan alejada de lo que en esos momentos era el concepto Beatle. De paso, esas grabaciones harán las delicias de los seguidores de Eric Clapton, en esos momentos en estado de gracia y con un dominio de la guitarra descomunal.