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“La Verónica”: Mariana Di Girolamo salta a la comba con la cultura de la cancelación

La actriz vuelve a asociarse con Leonardo Medel para ofrecer un atrevido relato en lo formal sobre la impostura, la vanidad y la mitomanía de los “influencers” en redes sociales

La actriz chilena Mariana Di Girolamo protagoniza "La Verónica", ya disponible en Filmin
La actriz chilena Mariana Di Girolamo protagoniza "La Verónica", ya disponible en FilminFILMIN

Definir la palabra hueco, atendiendo a los parámetros del español de España, nos da para hablar del vacío, pero también de la falta o de la ausencia. Cuando cruzamos el charco y nos centramos en el español que se habla, por ejemplo, en Chile, “hueco” se vuelve polisémica y polémica como adjetivo, pudiendo hacer referencia a la homosexualidad o a lo presuntuoso y vanidoso, si es que desde la perspectiva de lo cavernario hay alguna diferencia. De hecho, el diccionario define “hueco” como “presumido, hinchado”, en una referencia velada a ese uso tan extendido como execrable. Para la “influencer” a la que da vida Mariana Di Girolamo (Chile, 1990) en “La Verónica”, poner cara “de hueca” es posar como hacen los reyes del medio digital, con una sonrisa tan impostada como propia del medio en el que se desenvuelven, como desnudándose solo hasta el punto en el que es conveniente para el algoritmo.

Esposa de un conocido futbolista en el Chile “futbolcéntrico” que copia la realidad de la película, el personaje de Di Girolamo es una especie de materialización de todo lo que está mal en la sociedad de nuestros días: mitomanía, reproducción de comportamientos nocivos, toxicidad y mala educación en general, pero el director Leonardo Medel se las apaña para, también, hablar de machismo, del tabú de la maternidad arrepentida o del clasismo inherente a uno de los países más desiguales de América Latina. “La Verónica”, ya disponible en Filmin, es un retrato del Chile más actual a través de reflexiones de brocha gorda y brutalismo en lo formal, como si se pudiera intuir la realidad del país, de sus “celebrities” y la de la opresión patriarcal asumida solo al alejarse unos pasos del cuadro.

Influencer, madre, amiga, modelo a seguir... y mitómana, serían palabras para definir a la Verónica a la que da vida Di Girolamo
Influencer, madre, amiga, modelo a seguir... y mitómana, serían palabras para definir a la Verónica a la que da vida Di GirolamoFILMIN

Un reto estilístico

Di Girolamo, que se encuentra en España rodando y que dentro de unas semanas ejercerá de presentadora en la octava edición de los Premios Platino del Cine Iberoamericano, explica que la idea del filme nació hace ya 3 años, cuando ella y Medel hicieron el ejercicio estilístico del que parte la película: siempre vemos el busto fijo de Verónica, por enrevesada que sea la situación, evitando dejarse llevar por el contraplano. “Visto el cortometraje, Leonardo (Medel) confió en mí. Si podía llevar los 7 minutos, podía llevar también los 100″, explica la actriz en entrevista con LA RAZÓN. Y sigue: “Fue un trabajo brutal de texto. La película tiene unas 53 escenas, y cuando empecé a leer vi que casi toda el guion lo contaba yo. Fue un trabajo muy íntimo, casi hablándole al lente de la cámara todo el tiempo. Eran días de trabajo complejos, pero creo que conseguimos que en cada escena Verónica aporte un matiz distintos a la trama”, añade.

Y al hablar de la preparación de un personaje tan complejo, la pregunta se hace obvia. ¿Ha conocido Mariana Di Girolamo, con su millón de seguidores en Instagram, a muchas Verónicas? “En Chile fue ciertamente controvertido, porque Leo (Medel) mencionó o dio a entender que había referentes como María José López (esposa del futbolista Luis Antonio “El Mago” Jiménez) y fue muy suculento para la prensa”, explica con cuidado la intérprete, sabiendo que la comparativa es obvia como icono pero no tanto por lo argumental: “El personaje también se basa en mi experiencia como persona pública, en esa exposición a la que uno se somete y en el consumo de la que hacen otros y otras, continuamente comparándonos con ideales imposibles. No está basada en mí, pero sí en las inseguridades y en las competencias que percibo en mí y en los que me han rodeado”, remata.

Tras alcanzar relevancia internacional con la "Ema" de Pablo Larraín, Di Girolamo se encuentra estos días rodando en España
Tras alcanzar relevancia internacional con la "Ema" de Pablo Larraín, Di Girolamo se encuentra estos días rodando en EspañaFILMIN

El tabú de la maternidad penitente

Entre “selfie” y “selfie”, además de lidiar con asuntos peliagudos como el altruismo interesado de las celebridades, el argumento de “La Verónica”, quizá en juego de palabras con su sentido bíblico, venga de la maternidad penitente. En la última década, derribado el tabú del arrepentimiento de padres y madres que quieren a sus hijos pero, quizá, no eligieron correctamente el momento de traerlos al mundo, son varias las obras de ficción que han bailado en ese “tablao” moral. Y en ese baile, y en el de la ética, la película de Leonardo Medel es también una sátira sobre la cultura de la cancelación (juega a la comba con ella), lo que trasciende a los medios y, en último término, cómo somos capaces de dirigir las narrativas sociales. Desde la infidelidad pública hasta la beneficencia, pasando por la violencia vicaria el asesinato mediático de la madre perfecta.

Di Girolamo, como en toda la entrevista, se “moja” al respecto: “La maternidad se cuestiona en la película. Sobre todo desde ese punto de vista de la perfección que se le asume a una modelo, esposa de futbolista y mujer de éxito en general. Hace poco estuve en un foro sobre este mismo tema, y una periodista brasileña me impactó con su testimonio porque hablaba desde el amor a su hija, pero sabía que no la había tenido en el momento más idóneo. No hace falta llegar a los extremos de la Verónica de la película, pero hasta hace nada era un tabú, porque sigue habiendo muchas madres deprimidas o expuestas a fármacos para poder aumentar su producción de leche o simplemente sobrevivir”, opina sincera y sentencia: “Hay temas, como la despenalización del aborto, de los que sigue siendo difícil hablar en Chile”.

Y siendo embajadora del cine de su país, que vive inmerso en uno de los procesos políticos más llamativos y seguidos de la esfera contemporánea -la redacción de una nueva constitución-, la actriz aporta, antes de despedirse, su punto de vista sobre la internacionalización del #YoApruebo chileno: “Voy a votar en las próximas presidenciales, porque no pude hacerlo en las primarias. Durante las últimas semanas ha sido un poco escandaloso el proceso, porque se han revelado casos de fraude entre los constituyentes, pero sigo confiando pese a la desilusión. El país se levantó para ser más justo, más transparente y más igualitario. Hay gente joven, que a mí no me asusta, que tomará las riendas del cambio y harán posible un cambio de paradigma importantísimo en nuestro país”.