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Berlanga, de una vez por todas: de la División Azul a Brigitte Bardot, pasando por la censura franquista

“Berlanga!!”, el nuevo documental de Rafael Maluenda que ha presentado en la Seminci de Valladolid, analiza a fondo todas las caras del mito centenario del cine español
FLIXOLE
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Es harto complicado encerrar a un genio en una sola anécdota, pero bien vale la pena intentarlo. Cuenta Rafael Maluenda (Monóvar, 1967), probablemente la persona viva que más y mejor conoce la obra y el legado de Luis García-Berlanga, que la última vez que se cruzaron el director y el ministro socialista de Cultura de aquella época, Javier Solana, en un estreno en la Filmoteca Nacional, este último le espetó: «¡Hombre, Luis! Justo esta mañana he firmado un documento con tu nombre. Ya es casualidad. ¿Qué ha sido?», dijo mirando a Pilar Miró: «Su cese, ministro. Su cese», respondió la realizadora. El chascarrillo, que dejó a todos los presentes con cara de circunstancia, fue utilizado luego por Berlanga en su trilogía «Nacional» y, en cierto sentido, ayuda a entender la pulsión satírica de un creador único.
«Berlanga no fue solo el mejor cronista de España, también supo interpretar el país a nivel estructural. Por eso su cine, aunque se desarrolle en la coyuntura del franquismo, de la Transición o de los gobiernos de Felipe González, se sigue pudiendo leer como actual. Supo representar al individuo y traducir eso a nuestra idiosincrasia como país más allá de lo que marque la corrección política del momento», explica Maluenda en Valladolid, donde presentó ayer «Berlanga!!». Su nuevo documental, que todavía está en fase de montaje tras casi tres años peleando su producción, se pudo ver en una primera versión durante las proyecciones especiales de la Seminci y, además de viajar de manera didáctica por toda la filmografía del autor, mezcla entrevistas con quienes le conocieron de cerca (sus hijos, Gonzalo Suárez, Santiago Segura, Enrique Cerezo o Luis Alberto de Cuenta) y quienes le admiraron ciertamente como herederos (José Mota, Paco Plaza, Borja Cobeaga, Fernando Trueba o Daniel Monzón).
De Peñíscola a Tombuctú
Como si de una película más del director valenciano se tratase, en «Berlanga!!» también se percibe la ficción a través de un Antonio Resines que, en el guion de la película, viaja por España intentando coleccionar retales y relatos de lo berlanguiano: desde su frustrada colaboración junto a Brigitte Bardot, con la que estuvo a punto de trabajar en «Novio a la vista», hasta su vuelta a Peñíscola para lo que sería su último largometraje, «París Tombuctú», del año 1999.
Precisamente, este último gran rodaje, en el que Maluenda trabajó como cámara junto al maestro, encierra otra de esas anécdotas extraordinarias con las que teje su documental y que, aunque él lo niegue en modestia, ayudan a entender «Berlanga!!» como el documental definitivo sobre la influencia del director. Según Daniel Monzón, que en ese momento estaba terminando de montar «El corazón del guerrero» y compartía editor, Iván Aledo, el final de la película nació en la misma sala de montaje: Aledo, que sabía del carácter crepuscular de la película, preguntó a Berlanga si quería seguir cerrándola con el toro, la sevillana y la bandera valenciana que han pasado a la posteridad. El director, dubitativo, echó a rodar de nuevo, pero ahora se encaramó él mismo al cerro en el que estaba la instalación artística y firmó con spray: «Tengo miedo». Esa especie de epitafio, coinciden Maluenda, Monzón y su hijo José Luis, es la renuncia de Berlanga a seguir haciendo cine. O, al menos, el cine de grandes proporciones y decorados al que se había acostumbrado durante la última etapa de su filmografía.
A pesar de que el documental rememora solemne esas pequeñas concesiones a la memoria de Berlanga, no tiene miedo, por ejemplo, de poner en cuestión la propia palabra del genio. De hecho, se explica que el director llegó a intentar «vender» que aquella pintada había sido una casualidad, pero luego desistió. Esa honestidad, que durante el viaje de casi dos horas que es «Berlanga!!» acompaña al relato, también se traduce en el génesis mismo de la narración. Mientras la familia de Berlanga habla de sus orígenes, «éramos de clase media-alta», vemos las imágenes de la infancia del realizador rodeado de criados; cuando se habla de su alistamiento en la División Azul, algunos de sus allegados le intentan separar de las tendencias falangistas de su familia; y cuando se avanza hasta esa manía misógina que a veces se le achaca, es Santiago Segura quien le defiende explicando que dicha filosofía, en realidad, tenía que ver más con lo misántropo del personaje.
Más allá de lo austro-húngaro
Y ese es, precisamente el triunfo de Maluenda y su documental –en cines el próximo diciembre–, el de contar con el apoyo de su familia, su legado y sus más estrechos colaboradores para trascender el mero relato hagiográfico y ayudar a comprender todas las caras de un realizador tan poliédrico como complejo, tan inclasificable como incorregible. En «Berlanga!!» caben todos los Luis, todos los García y todos los Martí, ese apellido del que acabó huyendo por razones políticas, como se explica en el filme. La película, que estuvo a punto de no salir adelante y que cambió incluso de productores durante su realización, no rehúye las diferencias creativas que dinamitaron la relación personal entre Berlanga y Azcona, sus roces verbales con Miró o su centrismo artístico, ese mismo que le llevó a pasar años buscando financiación por ser demasiado “facha” para los “rojos” (se inscribió en la Escuela Oficial de Cine en tiempos de Franco) y demasiado “rojo” para los “fachas” (su toreo con la censura siempre se le creyó una reivindicación). Más allá de las cuestiones austro-húngaras, cree Maluenda, su «Berlanga!!» es una película que «demuestra que el genio todavía vive entre nosotros» y que, de algún modo, «lo berlanguiano ya es parte del propio ADN del cine español».
El director, que se muestra «sorprendido y feliz» con las celebraciones del centenario de Berlanga, se congratula también de la mínima apropiación de su figura desde la política actual: «Fue un orgullo estar en las Cortes Valencianas cuando se declaró 2021 como el año Berlanga. Todos los grupos votaron a favor, todos se encontraron en el consenso de la reivindicación de su figura. En España no creo que haya nadie que nos ponga más de acuerdo que Berlanga, por eso el documental es también un encuentro mismo como país», se despide el realizador justo antes de que su filme ilumine la Seminci en su conseguida labor como seno del documental patrio.

Un maestro sin misterios

La primera vez que Rafael Maluenda trabajó con Luis García Berlanga fue en 1993, cuando el director se disponía a rodar «Todos a la cárcel» y le faltaba, precisamente, un centro penitenciario donde hacerlo. Como asistente de dirección y también cámara, Maluenda encontró en el director de «Plácido» o «El verdugo» a un mentor y, en cierto modo, también a una figura con la que mantener conversaciones platónicas de corte filosófico. Así llegaría a dirigir su primer corto, «Juego de llaves» (1995) y continuaría su relación con el maestro en la serie sobre Blasco Ibáñez. Para cuando, a finales del siglo pasado, quiso contar con él en «París Tombuctú», ambos se podían llamar ya amigos.
Por eso, al revelarse el pasado verano el secreto de la caja 1.034 del Instituto Cervantes, había un hombre en España para el que el «misterio» no era tal: «Bueno, éramos varios, porque sus hijos también lo sabían. Yo lo descubrí casi por casualidad, cuando la familia me dio acceso al archivo completo de Berlanga hace unos años, a su casa, y abriendo cajones descubrí la existencia del guion de ‘‘¡Viva Rusia!’’. Es triste que no saliera adelante nunca, porque él siempre tuvo la ilusión de poder financiarla por muchos años que hubieran pasado desde la tercera parte», confiesa, antes de arrojar luz sobre la lenta catalogación del archivo, ahora en manos de la Filmoteca y el Ministerio: «La casa se vendió en septiembre de 2019, y tras la pandemia, se trasladó a las dependencias del Ministerio. Es un proceso lento, y es complicado que tengamos noticias en el corto plazo», añade sobre el inventario final.