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Libros

Semprún y Montand, dos vidas desencantadas por el comunismo

Patrick Rotman reconstruye en «Ivo y Jorge» la gran amistad entre ambos, un trabajo con numerosa información de primera mano sobre estos dos influyentes personajes

El escritor Jorge Semprún
El escritor Jorge Semprúnlarazon

Probablemente sean Jorge Semprún e Yves Montand los mejores ejemplos para hablar de intelectual comprometido ante los muchos desmanes del siglo XX. Pero es que, además, fueron grandes amigos, una de esas amistades que a todos nos gustaría alcanzar alguna vez. Sobre ambos se ha escrito mucho, en ocasiones con más de leyenda que de realidad, algo que siempre ocurre cuando se habla de personajes de peso. Así que hacía falta un relato que no se sirviera de los tópicos y se alimentara de las certezas, con sus luces y sus sombras.

Eso es precisamente lo que trata de ofrecernos Patrick Rotman en «Ivo y Jorge», un elegante relato de no ficción que se beneficia de lo mucho investigado por este historiador, escritor y guionista-realizador. Previamente Rotman trabajó el tema de manera individual: en 1990 publicó «Tu vois, je n’ai pas oublié», una biografía de Montand, y cinco años más tardé estrenó el documental «La escritura y la vida», sobre Semprún. Era, por tanto, lógico pensar que Rotman en algún momento se acercaría a la amistad entre estos dos gigantes en una novela en la que nada es inventado. Todo lo que se cuenta pasó y quedó documentado, pese a que no fueron buenos tiempos para conservar memorias.

Reformas de la Perestroika

El libro arranca con una escena que parece soñada, por lo esperada y deseada para los dos protagonistas, así como por el realizador Costa-Gavras. Es junio de 1990 y corren nuevos aires en el Moscú que empieza a alimentarse de las reformas puestas en marcha por Gorbachov gracias a la Perestroika. Los tres hombres llegaban a la capital rusa para presentar en proyección pública una película rodada veinte años atrás y que denunciaba los crímenes del comunismo: «La confesión». La cinta, dirigida por Costa-Gavras, escrita por Semprún y con Montand como protagonista, también había sido proyectada en una Praga liberada. Rotman tuvo la suerte de estar allí y pudo seguir al grupo en su periplo hacia una proyección que era todo un símbolo. De esta manera podemos saber, por ejemplo, lo que pensaba Semprún cuando Montand le preguntó qué le parecían los cambios propuestos por Gorbachov: «En la política dirigida durante cinco años por Gorby coexisten elementos de reforma interna del sistema y elementos de superación del régimen comunista que pueden conducir a su implosión. Más que Gorbachov, son los rusos los que quieren librarse del comunismo. La historia de Gorby le pone obstáculos, depende del aparato burocrático, que rechaza cualquier camino».Montand contestó con un contundente «¡Tienes razón!».

En «Ivo y Jorge» conviven la música, el cine, la literatura, la política y, por encima de todo, una amistad a prueba de bomba. Y eso que cada uno procedía de cunas opuestas. Semprún era hijo de la burguesía liberal e ilustrada madrileña mientras que Montand había nacido en el seno de una familia muy humilde que escapó del fascismo italiano de Mussolini.

La ida de lucha

En 1945, cuando el español ha logrado sobrevivir al horror de los campos de concentración, concretamente al de Buchenwald, cayó en una depresión. Trata de salir adelante con un empleo en la Unesco, pero ve en la política su manera de salir adelante. No es extraño que tres días después de volver tras la deportación fuera a las oficinas del Partido Comunista de España en París y se alistara con la idea de luchar en su país, arma en mano, para hacer caer a Franco.

Montand es, ya en los años cuarenta, una de las grandes estrellas francesas de todos los tiempos. La mejor voz que pueden tener los versos de Jacques Prévert, además de ser el compañero de Edith Piaf, una relación que lo marcará para siempre hasta que apareció en su vida Simone Signoret. La pareja fue uno de los estandartes de la izquierda intelectual en Europa.

El descubrimiento de los crímenes de Stalin, la revolución de Praga, el eurocomunismo... Todo acaba desembocando en el desencanto por parte de los dos amigos. Montand diría, según recoge el libro, que «creía en Stalin de manera religiosa. En casa, encima de la cama de mi madre, había un crucifijo y el retrato de Stalin. En nombre de la infidelidad, se aceptaba lo inaceptable. El espíritu del partido anulaba cualquier espíritu crítico. En aquel mundo dividido en dos, el temor de hacer el juego a América reprimía la menor duda. Siempre ese maldito “no hay que llevar agua al molino del adversario”. Honestamente, no sabía que el proceso de Praga estaba amañado de la A a la Z. Pero experimentaba un malestar que he barrido. Nuestro reflejo pavloviano era dar la razón al partido, que siempre tenía razón».

Jorge Semprún, el Federico Sánchez de la clandestinidad que viajaba a España jugándose el pellejo, acabó siendo expulsado por los suyos, por los comunistas españoles. De todo eso sería testigo Montand, que ve en su amigo, como dice Patrick Rotman, a «un héroe moderno, superviviente de las tragedias del siglo, emblema de los mitos revolucionarios que lo han hecho vibrar. Ve en el recorrido militante de Jorge las elecciones que le habría gustado hacer». A Semprún, por su parte, le atraía un artista «al que admiraba sin reservas», la misma voz «con entonaciones salvajes que lo acompañaba en la clandestinidad». Son dos amigos con muchas complicidades y que dará, como resultado, algunas películas fundamentales, como «La guerra ha terminado», «Z», «La confesión» y «Las rutas del Sur».

El libro es un viaje, pues, por el siglo XX, por sus guerras, por sus varias crisis, pero también una manera de constatar que la amistad sirve para plantar cara a las adversidades. Esa es la mejor lección que nos ofrece Patrick Rotman de lo que pudo conocer de dos amigos como Jorge Semprún e Yves Montand.

“Ivo y Jorge”: Los años desvanecidos

El autor novela la amistad de Jorge Semprún e Yves Montand y cómo afrontaron juntos la desilusión del comunismo
Por Jesús Ferrer
El género de la no-ficción novelada se ha ido imponiendo como un eficaz método de aproximación a realidades históricas o culturales. En esta línea, el historiador y guionista cinematográfico Patrick Rotman publica «Ivo y Jorge», relato donde aborda la larga amistad que unió a Ives Montand y Jorge Semprún, relación que conocerá directamente algunos de los principales acontecimientos históricos del siglo XX europeo. Arranca la acción viajando ambos rumbo a Moscú, en la época de Gorvachov, para presentar la película de Costa-Gravas «La confesión», con guion de Semprún e interpretada por el propio Montand. En plena Perestroika se va a exhibir un filme sobre las purgas estalinistas de las que fueron víctimas los disidentes del Partido Comunista checoslovaco, con lo que se muestra el contexto de revisionismo ideológico que ya habían emprendido los dos protagonistas de esta aproximación biográfica profundamente
desengañados del comunismo ya desde la década de los años setenta. Esta es la primera de las muchas experiencias compartidas que aparecen en el libro, donde se traza un recorrido por los avatares de la Guerra Civil española, los ambientes de la ocupación alemana de Francia, la resistencia antifranquista del maquis, el campo de concentración de Buchenwald o las interioridades de la alta política. El resultado final es un balance de lánguido desencanto: «Semprún se inclina hacia Montand. Apoya el brazo en el hombro de su amigo y susurra: El comunismo no era la juventud del mundo, pero fue nuestra juventud. Los ojos de Montand reflejan un instante la melancolía de los días pasados, de los años desvanecidos». Todo un friso histórico por el que desfilan desde Simone Signoret a Edith Piaf, pasando por Hemingway, J.F. Kennedy, Arthur Miller o Marilyn Monroe. Cine, música y literatura recorren estas páginas en una fascinante historia de profundas complicidades artísticas y políticas. Con el esquema de vidas cruzadas, inmersas estas en una ficción de clara incidencia histórica, se logra una amena novela sustentada en el rigor documental y la agilidad narrativa, sin olvidar la denuncia de los totalitarismos europeos del pasado siglo, contrarios al espíritu liberal.
▲ Lo mejor
La perfecta conjunción de los diferentes referentes artísticos e históricos
▼ Lo peor
Nada realmente a destacar en esta conseguida narrativa de tintes biográficos