Amaia: “Muchas veces se ha sido condescendiente conmigo”
La cantante pamplonica vuelve con «Cuando no sé quién soy», su segundo álbum de estudio y un ejercicio de madurez en su sonido, más electrónico e influenciado por Alizzz o C. Tangana
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Sigue adivinándose tímida en la mirada, pero hace rato que dejó de pedir permiso. Perdón, en la distancia corta, todavía se le oye con su gente de confianza. Tras darse a conocer en «Operación Triunfo» y ganar el concurso televisivo en 2017, participar justo después en Eurovisión y firmar el debut del año en la música española hace tres, Amaia Romero (Pamplona, 1999) regresa con su segundo álbum de estudio: «Cuando no sé quién soy». De la mano del productor Alizzz, cantando con Aitana o escribiendo folclore con C. Tangana sobre la plaza de su infancia, atiende a LA RAZÓN decidida a volver a ser la voz de una generación que, como dice en una de sus letras, «vive en borrador».
En una lujosa suite de la Gran Vía madrileña, a la sombra del neón de los cines Capitol como gigantes de otra era, Amaia recibe a la prensa: “Cuando vienen los días de promoción, me pongo un poco tensa y me da un poco de nervios. Creo que es lo que peor se me da de todo, pero soléis ser bastante majos”, confiesa desde esa sinceridad lejos de la impostura por la que se agolparán en pocas horas centenares de fans esperando que les firme el disco. ¿Qué escucha una de las artistas del momento? “He descubierto un grupo catalán de los años ochenta que se llama Pegasus, que es así como de instrumentales y es increíble. De hecho, al final de los conciertos pongo una canción suya porque estoy totalmente inmersa. Ha sido un descubrimiento bastante guay”. ¿Y qué ve? «Hace bastante tiempo que no veo nada, pero tengo muy pendientes “Succession” y “Killing Eve”, que le encanta a mi compañera de piso, la ha visto dos veces. La última película que vi fue “Red”, de Pixar, que me pareció preciosa. Y tengo muchas ganas de que salga la de “Lightyear”», alcanza a decir hasta que apartan el foco que la separaba del entrevistador.
¿Por qué ahora?
Empecé a hacer este disco con 21 años y lo voy a sacar a los 23. Sentía que estaba en un momento de cambio vital, y de ahí el título, el «Cuando no sé quién soy». Ha sido una búsqueda de mí misma y de mi persona.
¿Le daba miedo enfrentarse a las expectativas?
Sentía la presión, sí, pero intentaba que eso no me influyera. La idea era ser consciente todo el rato de lo que quería, ser fiel a mí misma. Pero hay temporadas en las que esa presión traspasa y te afecta.
¿En qué se diferencia esta Amaia de la del primer disco?
A nivel de sonido, el nuevo disco es mucho más sofisticado, electrónico, y está hecho más con el ordenador que con lo acústico. El anterior tenía algo de diario personal, porque las primeras letras que se me ocurrían eran las que se quedaban. Aquí las he pensado y trabajado más.
Estamos acostumbrados a los «cambios de era» que hacen Lorde o Taylor Swift, como queriendo dejar el pasado atrás...
Me han preguntado si me quiero deshacer de esa percepción de niña inocente, pero no es un rencor o una reivindicación, es simplemente que ya no soy así. He cambiado y crecido, y eso tiene que reflejarse en el nuevo disco.
¿Es más madura?
Tampoco te creas.
¿Cómo lo definiría, entonces?
Me resulta difícil hacerlo con una palabra, pero quizá sería evolución. También siento que cada vez soy más consciente de las cosas. He ganado consciencia de todo lo que me rodea y de quién soy, de lo que me gusta, lo que no, y de abrir mi mente a otros géneros que igual hace dos años no pensaba en hacer. Como, por ejemplo, en la canción con Aitana, que es un tipo de música y letra que, en principio, no habría concebido como mías. Quise salir de mi zona de confort y la he acabado expandiendo.
¿Cómo influyó la pandemia en la creación del álbum?
Empecé a escribir en la pandemia, que hasta diría que me pudo venir bien mentalmente. No habíamos terminado del todo la gira del primer disco, pero ya llevábamos muchos meses dando vueltas. Me permitió parar y empezar a escribir de nuevo. Todavía no sabía, eso sí, qué quería del nuevo disco. Todo eso cambió cuando conocí a Alizzz (Cristian Quirante), para la colaboración de “El encuentro”. Ahí empezamos a levantar el disco, de una manera totalmente distinta al anterior, más coral quizá. Muchas de las canciones que compuse en la pandemia no entraron, porque se sentían añejas, y aquí estábamos casi solapando composición y producción. También he colaborado con muchos artistas, que no solo han venido a cantar sino que también han escrito. Siento que se parece más a un trabajo en equipo, porque en el anterior éramos solo Santiago (Motorizado, de la banda Él mato a un policía motorizado) y yo.
Inmersos en la semana del concurso, ¿volvería a participar en Eurovisión?
No, no, qué va. No repetiría para nada la experiencia. El espacio en sí no lo recuerdo mucho, la verdad. Fue un momento de tanta locura en tan poco tiempo, y tan intenso, que tengo una especie de nube sobre esos recuerdos. Sí sé que aprendí muchísimo, por ejemplo, a nivel de promoción, donde nos metimos una buena paliza. Lo percibo ya como algo alejado de mi vida, y no pienso mucho en ello. Como si fuera otra vida, casi.
¿Hay algo de estrés postraumático quizá?
No, tampoco. De hecho, me gusta verlo para pensar que qué bien que no estoy ahí. No tengo demasiada información tampoco, solo sé que estará Chanel y le deseo toda la suerte del mundo.
Le quería preguntar por las colaboraciones. ¿Por qué Aitana? La canción es un poco ese pop-punk con el que ella a veces ha jugado…
Sí, es una canción que salió en una sesión de composición con C. Tangana, Alizzz y Víctor Martínez, el guitarrista con el que voy en las giras. Estábamos los cuatro y la canción cogió forma. Tenía pensada una colaboración con Rojuu, por lo que me faltaba un contraste y me gustaba cómo encajaba Aitana ahí. Son perfiles muy diferentes, y me parecía divertido jugar con eso. Es una canción un poco extrema, pero me hacía ilusión.
¿Le gusta estar involucrada en el look del disco, en la parte más visual?
Me gusta, sobre todo, contactar con artistas que siento que me gustan. La portada la ha hecho un fotógrafo que se llama Geray Mena, que me gusta muchísimo. Me gusta estar involucrada pero dejarles libertad para hacer lo que ellos crean. Estoy segura de que me van a gustar sus propuestas. Dejo bastante libertad una vez he elegido a la persona que lo va hacer.
Además de colaboraciones con Aitana y Rojuu, en el disco hay una versión de Los Planetas.
Viene por influencia también de Alizzz, porque coincidíamos mucho en los gustos y ambos somos muy fans de Los Planetas. Sentía que encajaba conmigo, disfrutaba mucho cantándola. Era una canción muy potente para el disco, tanto que en principio la iba a llevar él en el suyo. Con Jota hablamos una vez estaba hecha la canción, y le gustó mucho.
Ya no soy pequeña, tampoco soy mayor… Tengo ganas de contaros que estoy triste y a la vez de subidón. ¿Entiende que la primera canción del disco debía ser una declaración de intenciones?
Por el título teníamos que meterla ahí, pero también por cómo empieza con el piano… Se me relaciona mucho con ello. Se me percibía así, al piano y con una canción lenta, casi melódica. Por eso, de repente la canción se rompe, cambia. Ese tenía que ser el principio del disco.
Me hablaba antes de la percepción, ¿cómo le gustaría ser percibida ahora?
Sigo sintiendo que todavía se me relaciona mucho con una especie de imagen infantil...
¿Cree que, a veces, se la ha tratado con condescendencia?
Lo he sentido, se me ha llegado a tratar así. Quizá no lo vi en el momento, pero ahora, con más perspectiva, creo que muchas veces se ha sido condescendiente conmigo. Es parte de esto. Soy una persona normal, que está teniendo un proceso de evolución como cualquier otra, y que con 23 años lo que quiero es que se me perciba como alguien real. Si es maja y amigable mejor, claro.