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Karra Elejalde, entre platazos: “Soy vasco, en Euskadi vivimos para comer”

El arrojado actor protagoniza junto a Enric Auquer “La vida padre”, la nueva comedia de Joaquín Mazón
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  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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Mientras que en la cocina de Karra Elejalde (Juan Ichausti) huele a marmitako, a merluza en salsa verde, a piperrada, a chuletón con sal gorda y a lubina donostiarra, en la de Enric Auquer (Mikel) se pueden percibir las notas esferificadas de shiitake encebollado encima de una presa ibérica o paladear el crujiente de tapioca sobre cama de tartar de cigala, pero ambas se mueven con el mismo corazón apasionado que sostiene el trabajo bien hecho. Aderezada con la pátina de humor correspondiente y algo de agradecido drama, el director Joaquín Mazón firma una comedia, “La vida padre”, que llega hoy a las salas, en la que ambos actores interpretan al padre y al hijo que nunca fueron en la vida real, pero que siempre podrían haber sido -por la complicidad y conexión mostradas en el set-, encarnando el espíritu antagónico de la nueva y la vieja cocina y reencontrados tras años de ausencia de un padre (Karra) al que daban por muerto (después de vivir un episodio un tanto traumático en términos profesionales en “Ataria”, el restaurante familiar cuyo testigo cogió Mikel para regentarlo dentro de los parámetros de la modernidad culinaria) y resulta estar más vivo que nunca.
Auquer, que interpreta a un chef que ha sacrificado estrepitosamente su vida personal en pos de la gloria gastronómica de las estrellas Michelin, relaciona de manera inmediata su relación con la cocina con el recuerdo azul de las casas y la infancia: “Cuando ya he sido mayor y me he ido a vivir solo me apetecían mucho los sabores de casa, los de mi infancia. De las primeras cosas que hice de hecho fue irme a ver a mi abuela y ver su recetario de la cocina tradicional catalana para coger ideas. Me gusta la comida de compartir”, señala.
Un cariño que, en el caso de Elejalde, tardó un poco más en consolidarse por cuestiones generaciones: “A mí si esta pregunta me la haces teniendo 21 años te diría que tengo una relación de odio con la cocina. Yo soy del sesenta, un niño que con nueve años ya estaba trabajando en el bar de mis padres con todo lo que eso conlleva, estaba prácticamente esclavizado: tus demás compañeros juegan, pero tú tienes que ir al bar. Mi madre enseñó a cocinar a todos sus hijos y a día de hoy tengo mucho más amor que odio por la cocina y me gusta mucho hacerlo de hecho. Soy vasco, en Euskadi vivimos para comer. Además, tengo la suerte de que cuando voy a un restaurante casi siempre conozco al cocinero. Cuando vi el guion de esta película pensé “te viene como picha al culo”, esto lo tengo que hacer”, subraya el arrojado actor en referencia a la querencia histórica que existe por la comida y, especialmente, por el buen comer, en el territorio vasco. “Hemos estado en Bilbao fuera de nuestras casas, Karra me ha enseñado País Vasco, intentó que mantuviéramos relaciones homosexuales y fue imposible, me llevó a conocer a sus amigos, estuvimos cenando con Carlos Arguiñano y con Clemente, nos fuimos al caserío de Carlos, luego nos fuimos a un restaurante que conocían en Guetaria que era la hostia, después me llevó a Donosti... ha sido camino fantástico el que hemos recorrido juntos con esta película”, reconoce sardónico y entusiasmado Auquer.
Sin embargo, no todo en esta historia de reencuentros a destiempo por las calles de Bilbao, conexiones paternofiliales y amor por los fogones tiene espíritu festivo, porque la cocina, igual que la interpretación, tal y como afirma Elejalde, puede llegar a convertirse en algo muy esclavo. “Tanto en la cocina tradicional como en la Nouvelle cuisine el trabajo es muy cabrón. Pero también como actor ojo: primero está el trabajo, después tu salud y luego tu familia. La típica situación en la que la niña va a danzar y no puedes fallar, pues vivir que de repente llueva y me digan “Karra, lo del 13 va al 17″ y tener que decirle “Ainara no puedo ir a verte hoy”. Son profesiones demasiado esclavas, como te digo. Y en el caso de la cocina, muchos cocineros acaban plegando. A día de hoy Adrià por ejemplo ha cerrado El Bulli (aunque tenga otras experiencias). Es muy jodido mantener las estrellas michelín por ejemplo, estar siempre arriba. Al final eres un pez pillado por el anzuelo y estás huyendo hacia delante”, sentencia.