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Crítica de cine

Eres un demonio, muchacho

Eres un demonio, muchacho
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Director: Neil Marshall. Guión: Andrew Cosby, basado en el cómic de Mike Mignola. Intérpretes: David Harbour, Milla Jovovich, Sasha Lane. EE UU, 2019. Duración: 120 minutos. Fantástico.

En Tijuana se escucha «Malamente» de Rosalía mientras dos luchadores se lían a guantazos sin piedad bajo la atenta mirada de Hellboy, el chico del infierno, ya más maduro, ya sin debilidades de adolescente. Uno de los dos púgiles en realidad se trata de un vampiro y es amigo del protagonista, que debe sin embargo matarlo porque nunca puedes confiar en un chupasangres, la tentación siempre vive al lado. Sí, regresa Hellboy (David Harbour o lo que intuimos de él bajo la espesísima capa de maquillaje), esta vez desde Gran Bretaña, el demonio colorado, con cola, cuernos que cuidadosamente recorta y un brazo tremendo de piedra. Entre nazis, nigromantes, cacerías brutales, ciertas dudas existenciales y un padre que esconde el secreto que puede cambiarle la vida, el personaje está atrapado entre el mundo monstruoso y el humano, y a veces no tiene muy claro, y eso que se trata del mejor investigador paranormal, dónde están los buenos, sus buenos, y dónde los malos. La agencia en la que trabaja se enfrenta a un caso ciertamente complejo: encontrar a Nimue (qué villana más glamurosa la que compone Milla Jovovich), la Reina de la Sangre, un maligno espíritu ancestral descuartizado que consigue reunir todas las piezas del cuerpo de nuevo desde que el mítico Arturo le diera muerte para, adivinen, destruir el planeta con todos nosotros dentro. Basado en las novelas gráficas de Mike Mignola, el enorme Hellboy regresa con un «reboot» de las cintas originales realizadas por Guillermo del Toro y que ahora dirige un tipo menos listo y retorcido que el mexicano, Neil Marshall («Dog Soldiers», «Centurión», hasta ha rodado un par de capítulos de la sobredimensionada serie «Juego de tronos»), aunque el hombre se las apaña como puede para ofrecer un digno producto de serie B con muchos dólares detrás y que, aun cuando un tanto confuso, exagerado y aparatoso, resulta entretenido y muy vistoso, como en esas escenas con las luchas de los gigantes a golpe de rock duro, muy gores como otras del filme y tal. Solo hace falta un poco de fe y de cariño por la criatura, claro. El humor sigue apareciendo con frecuencia («¿Ese es mi Uber?», pregunta Hellboy en medio de una escabechina) y las dos horas llegan a pesar ligeramente, pero aquí hemos venido por el espectáculo y, por lo que intuimos, queda cornamenta roja para rato.

LO MEJOR

Aunque es bastante caótica, resulta entretenida y los amantes del gore hallarán varias escenas apreciables

LO PEOR

Habrá quien encuentre la violencia excesiva, al igual que las dos horas que dura y que el director debería haber recortado