
Sección patrocinada por 
Contracultura
David Uclés: ¿novela de la década o enésimo refrito de la Guerra Civil?
En pleno año Franco, la crítica oficial y los francotiradores de Internet se enfrentan por su valor literario

La comidilla literaria del momento es una gruesa novela que ha despachado más de 200.000 ejemplares, cosechado parabienes y encumbrado a su joven autor. Hablamos de David Uclés (Úbeda, 1990) y "La península de las casas vacías" (Siruela), recreación de la Guerra Civil usando registros de realismo mágico y sin gran intención de neutralidad, ya que el autor -con todo el derecho- se alinea con el bando republicano. Los suplementos culturales le adoran, no da abasto para la cantidad de charlas a las que le invitan y Pedro Sánchez le incluyó el pasado 12 de octubre en el vídeo oficial para celebrar el Día de la Hispanidad, entre fotogramas del Guernica y de una torre de castellers. Mientras escribo esto, descubro en redes que a Uclés acaban de concederle el premio Dulce Chacón y otro llamado Andalucía de la Cultura. ¿Por qué, entonces, tantos lectores de a pie se han irritado con esta novela?
Algo curioso del fenómeno Uclés es que muchos escritores y columnistas hablan pestes del libro en privado, pero nunca en público. Unos por no meterse en líos, otros porque consideran que cualquier polémica es tóxica. Busco una fuente fiable que me oriente, bajo promesa de no citar su nombre. "Es muy sencillo: la novela es lo de menos, lo crucial es la habilidad en la autopromoción del autor. No es tan fácil caerle bien a quien conviene. Y lo genial del tipo es haber creado un personaje público: boina, pantalón atado con una cuerda, ropa de Humana. Es como Ray Loriga, versión rural", apunta. En los noventa se llevaba el nihilismo y el rock and roll, ahora es el buenismo rural progresista.
La cosa estalló a mediados de noviembre, cuando un usuario llamado Basi comenzó a subir fragmentos del libro con comentarios críticos. El público, por tanto, tenía la posibilidad de leer el texto que provocaba rechazo y formar su propia opinión. Su hilo tuvo una repercusión enorme, hasta el punto de que Basi se agobió y decidió borrarlo. En todo caso, decenas de personas coincidían en el veredicto: la novela alabada por la crítica oficial pecaba de un enfoque pueril, de usar el realismo mágico como un deus ex machina para "solucionar" conflictos literarios y además contiene algún error histórico notable, como atribuir el hundimiento del barco Castillo de Olite a los nacionales, cuando fue obra de los republicanos. Hablamos de una trágica operación, ocurrida en la costa de Cartagena, que costó la vida a unos 1.500 hombres durante los últimos días de la Guerra Civil.
Lo del “enfoque pueril” se refiere a pasajes como este: "En general, los curas no apoyaban a la izquierda, a excepción de los eúscaros y los algarveños, y no ocultaban sus posiciones políticas simpatizantes con el fascismo. Precisamente por eso morirían alrededor de seis mil curas en el conflicto", escribe. La realidad es que los curas no “morían”, sino que eran asesinados por el bando republicano, ferozmente anticatólico, hasta el punto de que son famosas las fotos de soldados disparando al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro del Espino (Getafe) y también las de Alfonso Sánchez Portela donde milicianos rojos posan felices con momias de monjas asesinadas en Toledo y luego profanadas para echarse unas risas ¿Están intentando colarnos una nueva versión del relato maniqueo de toda la vida?
No fueron solamente tuits con pantallazos, en la vorágine cuestionadora también se compartieron reseñas más formales de bitácoras literarias en la red. La mejor fue la del blog "Me sé cosicas", escrita por Marcelino Cortés, un doctor en Filología de la universidad de Cantabria. "Durante muchos de los ratos dedicados a la lectura de las setecientas páginas de la novela he tenido la impresión de estar ante un conjunto de redacciones escolares escritas con la intención pretenciosa de demostrar la versatilidad del estilo. Ahora pongo un caligrama, ahora ofrezco tres versiones sobre el bombardeo de Guernica (pp. 422 y siguientes), al congreso internacional de escritores le doy un formato teatral (pp. 490-495), incluyo, sin venir a cuento, un excurso sobre santa Teresa (p. 437) y, de paso, expongo cómo se recoge la aceituna (p. 230). En un capítulo se nos relata un episodio sobre una lluvia de jaulas y el narrador confiesa: ‘lo he incluido únicamente por la bella imagen que se montó en el cielo’ (p. 460). Efectivamente, a la novela le sobran muchísimas páginas y abusa de la paciencia del lector", señala.
Contra todo pronóstico, el texto de "Me sé cosicas" evitaba la tentación de echar toda la culpa a Uclés y cifraba el poder de seducción del libro en viejas inercias de la industria cultural española, empapada de cainismo político. "Llegados a este punto, es obligado preguntarse por las razones del éxito comercial y los elogios cosechados por esta obra. Y puesto que no los encontramos en la materia intrínsecamente literaria, los hemos buscado en causas externas. "La península de las casas vacías" es un ejemplo consumado de los peajes que, en la actualidad, una obra literaria debe pagar para situarse en la órbita cultural y contar con la validación del sanedrín que acoge en su comunidad a los devotos y excomulga a quienes no aceptan un canon que no es literario, sino ideológico. Entre los peajes indispensables que David Uclés ha abonado generosamente se encuentran los imprescindibles del canon: la pareja homosexual, la España plurilingüe, las Trece Rosas, la dislocación semántica del adjetivo "progresista" para perfilar posiciones políticas de los años treinta del siglo pasado y hasta una puyita a Vargas Llosa (p. 493)", analiza Cortés.
Busquen en Internet porque merece la pena leerla completa. El propio Uclés, que había estado siguiendo el alboroto en silencio, decidió cerrar su cuenta en la red social: "ADIÓS. X se convirtió en un nido de fascistas que cada día me insultan, dicen saber dónde vivo y critican no solo mi trabajo, sino mi sexualidad y apariencia. Por eso me voy. Nací con una anomalía: y es que siempre he sido un niño muy feliz. Y quiero seguir siéndolo. Hasta aquí :)". Enseguida se abrió un debate en Twitter donde unos defendían que estábamos ante un caso de bullying y otros ante un legítimo ejercicio de crítica literaria fuera de los marcos habituales de la industria.
Alguien llegó incluso a preguntar a Grok, que emitió sentencia absolutoria: "No hay acoso, hay críticas, y ni siquiera son feroces". El programa contabilizó cero amenazas de muerte, un menosprecio físico -"gordo"- y un insulto homófobo -"maricón"-, publicado este último cuando Uclés ya había abandonado la red. También destaca que la polémica "llegó por viralidad orgánica, no por acoso coordinado".
En los días siguientes, ese fue el debate: si lo que había sufrido Uclés era una especie de bullying o un sano ejercicio de reseñismo punk colectivo, una reacción al adormecimiento de la crítica literaria. Fue gracioso estar leyendo el sábado el suplemento literario Babelia (El País) y encontrar un razonamiento parecido en referencia a "Corazón tan blanco" (1992), de Javier Marías. La cabecera publicó una lista de los cincuenta mejores libros españoles de los últimos cincuenta años, donde distinguió a esta novela en el primer puesto. Incluían una doble página recordando su publicación, donde se recogían los recuerdos de Julia Altares, la amiga de Marías a la que está dedicado el texto.
“Javier tuvo ahí una racha que le venían por todos lados: desde "La fiera literaria" [el boletín del Centro de Documentación de la Novela Española, con una línea editorial inflamatoria] era un día sí y otro también arremetiendo contra él. No es que le importara mucho, pero era parecido a lo que hoy sería el acoso en redes”, lamenta. El colectivo La Fiera, que por cierto tuvo sección fija en La Razón, ejercía también una crítica dura, cáustica e insobornable, producto de su desacuerdo con el reseñismo oficial. La densa red de amigos, intereses y favores que se da en la esfera literaria española hace que cuando un crítico cumple cuarenta años tenga demasiados amigos y contactos en el gremio como para que le convenga granjearse antipatías y enemistades, por eso las reseñas tienden a la tibieza. La aparición esporádica de una crítica punk es una chispa de vida y por eso tantos lectores la defienden cuando brota.
✕
Accede a tu cuenta para comentar


