Buscar Iniciar sesión

Diez espectaculares procesiones para ver por toda España

La Semana Santa se vive con mucha intensidad en toda España, pero hay lugares donde, por diversas razones, la celebración es especial
La Semana Santa en Sevillalarazon
La Razón
  • Sofía Campos

    Sofía Campos

Creada:

Última actualización:

La Semana santa está a la vuelta de la esquina, pero todavía estamos a tiempo de preparar un viaje a muchos de los diversos puntos de España donde se celebra de una manera especial. Porque casi toda la geografía española se tiñe de tradición y de fe, pero en algunos lugares, por distintas razones y circunstancias, la celebración es especial. Aquí van algunos de ellos.
La Semana Santa de Valladolid es un acontecimiento que, gracias a su gran importancia religiosa y su imponente valor estético, ha sido declarada de Interés Turístico Internacional. Se trata de una tradición con siglos de historia que algunos documentos fijan en el siglo XV pero cuyo impulso turístico llegó en pasado. Sin duda se trata de una de las más espectaculares de España. Entre los grandes alicientes, además del silencio y el respeto y el ambiente contemplativo nocturno, está el artístico. La procesión más importante es la de Viernes Santo, conocida como la "Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor". Es la que reúne a mayor número de asistentes y la mejor oportunidad para ver desfilar a las diferentes cofradías y para contemplar tallas del célebre escultor Gregorio Fernández. Muchas de las tallas religiosas del Museo Nacional de Escultura de Valladolid salen en los pasos de Semana Santa de la ciudad, que se convierte en un auténtico museo al aire libre.
Otra de las más famosas y con razón es la de Cuenca gracias al trazado urbanístico medieval del casco antiguo de la ciudad, que se convierte en un espectacular escenario que nos transporta a tiempos pasados. Las procesiones adquieren una gran belleza al anochecer. Desde el Domingo de Ramos con La Borriquilla, acompañada de palmas y ramas de olivo y del paso de Nuestra Señora de la Esperanza; la Procesión de la Vera Cruz el lunes, la del Perdón del Martes Santo y la del Silencio el miércoles. Los días culminantes son el Jueves Santo, con la procesión de La Paz y la Caridad; y el Viernes Santo, con tres procesiones: al amanecer la del Camino del Calvario, al mediodía, en el Calvario, y al atardecer, el Santo Entierro. La última procesión de la Semana Santa conquense es la de El Resucitado, el Domingo de Resurrección. Por su profundo arraigo entre los conquenses, destaca la procesión Camino del Calvario, conocida popularmente como las Turbas, en la madrugada del Viernes Santo. Esta procesión no deja indiferente a nadie: las turbas aparecen como "actores" encargados de representar la burla que sufrió Jesús camino de la cruz. Durante el recorrido se producen momentos de estruendo al toque de tambores y clarines, que contrastan con otros de absoluto silencio, como cuando se canta el Miserere en la escalinata de la Iglesia de San Felipe Neri.
Internacionalmente conocida por el estruendo de sus tambores, la Semana Santa en la localidad turolense es de las más espectaculares. Los "putuntunes" (guardia romana), representados por los jóvenes que en ese año cumplen los 18 años y por voluntarios, permanecen montando guardia en señal de duelo hasta las doce de la noche del Jueves Santo, cuando el sonido de los tambores comienza por primera vez en Semana Santa (Via Crucis). A las doce de la mañana del Viernes Santo, tiene lugar a las doce del mediodía el acto más multitudinario de todos, la Rompida de la Hora, con el arrollador sonido de los tambores. A las tres y media del mediodía tiene lugar la Procesión del Pregón, en la que participan una gran cantidad de tamborileros. Por la noche, comienza a las ocho, la Procesión de la Soledad, englobando las diferentes cofradías. Al día siguiente, tiene lugar a las nueve de la mañana la Procesión del Entierro, la más solemne. El toque dura hasta las dos del mediodía del Sábado Santo.
En Zamora, de nuevo en Castilla La Vieja, la Semana Santa se vive de una manera austera e intensa. Aquí, con la particularidad de la música, ya que los cantos gregorianos y corales contribuyen al esplendor de las procesiones e intensifican los sentimientos del público. La primera referencia documental de la Semana Santa de Zamora data del siglo XIII. En esta fiesta resalta el contraste entre las procesiones nocturnas y diurnas: el silencio y el recogimiento son notas características de las que salen en la noche y la madrugada, mientras que la música y la luminosidad definen a las del día. Algunos de estos cortejos son casi legendarios, como el del Cristo de las Injurias que desfila el Miércoles Santo. La hermandad de Jesús Yacente lo hace en la noche del Jueves Santo, portando un impresionante Cristo del siglo XVII y cantando el Miserere pasada la medianoche. La Cofradía de la Vera Cruz, una de las más antiguas de España, también sale ese día. El Viernes Santo destaca la procesión de La Congregación, con momentos tan emocionantes como la salida de la imagen del Camino del Calvario y la famosa reverencia que el resto de los pasos realiza a la Virgen de la Soledad en la avenida de las Tres Cruces, instante que suele arrancar el aplauso entusiasmado del público.
Cambiemos completamente de tercio: del recogimiento a la alegría. Desde hace 500 años, la Semana Santa se vive con emoción e ilusión y también con bullicio. La música hace que las procesiones de semana santa en Málaga sean distintas: frente al silencio de otros lugares, en Málaga demuestran su fervor por medio del canto de saetas o las notas de cornetas y tambores. Los desfiles malagueños destacan por la exuberancia de los tronos habitualmente tallas barrocas muy pesadas, que pueden ser cargados hasta por 250 personas: el más pesado es de 4,1 toneladas con cuatro metros de ancho por seis de alto. Es especialmente llamativo ver cómo los hombres que los portan ejecutan con ellos una maniobra conocida como los pulsos, que sucede cuando el mayordomo da tres toques de campana para que los tronos de hasta cuatro toneladas sean alzados con las palmas de las manos.
Es imposible continuar sin hacer parada en Sevilla, destacada entre las mejores Semanas Santas de España. En particular, la impresionante noche del Viernes Santo, que es la más larga e intensa del año en Sevilla. La famosa «Madrugá» llena de fervor las calles de la ciudad al paso del Jesús del Gran Poder, la Esperanza de Triana, la Macarena o el Cristo de los Gitanos. El silencio de los pasos se rompe con el canto de las saetas, un público entregado que abarrota las calles observa como las imágenes desfilan llevadas por miles de costaleros. Las calles de Sevilla se animan como nunca. Paseos embriagados por los olores de azahar e incienso que flotan en el ambiente. Es una experiencia impactante tanto para el creyente como para el que no lo es.
En Cataluña también se vive con gran arraigo y tradición estos días. Desde el siglo XVI, la ciudad de Tarragona vive una espectacular Semana Santa que cada vez cuenta con más incondicionales. La más importante de todas las manifestaciones que se llevan a cabo durante estos días es la procesión del Santo Entierro, el Viernes Santo, documentada desde 1550 y en la que intervienen diecinueve pasos, la mayoría llevados al hombro y pertenecientes a las once entidades que forman parte de la Agrupación. Participan en ella más de 4.000 personas y desfilan la cohorte romana, los pasos, los hábitos o los penitentes, todo ello acompañado de música religiosa.
La Semana Santa de Ferrol tiene más de 400 años de historia y está considerada de Interés Turístico Internacional. Su singularidad está en la amalgama de formas y estilos de vivir y sentir la Pasión de Cristo, resultado de una construcción colectiva en la que participaron las gentes llegadas de diferentes lugares de España para trabajar en los astilleros y en la Marina. Durante ocho días, 25 procesiones, como la de la imagen durante el Jueves santo, y más de 3.000 penitentes ocupan principalmente las calles peatonales del Barrio de la Magdalena. Cada una de ellas tiene un espíritu diferente: el bullicio de las bendiciones de los ramos y el dramatismo del Ecce Homo, el multitudinario Santo Encuentro y el silencio de los Caladiños; la solemnidad del Santo Entierro y la emoción de los aplausos que acompañan las retiradas de las imágenes marianas, la potencia de las marchas cofrades y el sonido del arrastrar de cadenas de los penitentes... hay muchas formas de vivir la Semana Santa de Ferrol.
Algunos autores datan los orígenes de las celebraciones de Semana santa en esta villa de Vizcaya en 1480, año en que una epidemia de peste asoló la villa, cuando 13 penitentes, portando pesadas cruces, enteramente tapados, con los pies desnudos y acompañados de numerosos vecinos y vecinas se dirigieron desde la villa al monte Kolitza. Sin embargo, no existe confirmación documental de su existencia hasta el siglo XVIII (1771), cuando se citan por primera vez en unos documentos y no fue hasta finales del XIX cuando se mencione por primera vez el personaje cumbre por definición de la Semana Santa, el "Nazareno" o "Jesucristo". Es a partir de este momento cuando se puede hablar de representación viva de la pasión de Jesucristo. Sin embargo, en 1963 se incluye lo que hoy caracteriza y hace única a esta celebración: la representación viviente de los últimos días de Cristo a lo largo de las calles de la localidad. Todo comienza en la noche de Jueves Santo cuando se representa "La Ultima Cena", "La Oración del Huerto" y "El Prendimiento de Jesús". El día de Viernes Santo, a las 9 de la mañana comienzan a sonar los tambores de la guardia romana y todo está listo para el "Juicio de Pilatos", el ahorcamiento de Judas y todos los demás acontecimientos de la Pasión se suceden en forma de pasos vivientes hasta la crucifixión. Todo, representado por los vecinos y vecinas de Balmaseda.
Considerada la capital religiosa de Tenerife, La Laguna vive con intensidad la Semana Santa. Por su sobriedad y recogimiento, el espíritu en la isla se acerca más a la de sus homólogas castellanas que a las procesiones andaluzas. Un gran número de Pasos procesionales, que destacan por los excelentes trabajos de orfebrería que decoran los tronos, salen a las calles durante esos días. El Jueves Santo es especial para los laguneros; comienza con la Procesión de Madrugada en la que se traslada al Cristo de La Laguna, desde la Iglesia de San Francisco a la Iglesia Catedral acompañado del sonido de las malagueñas.