Este es el historiador que ha predicho el fin del mundo actual
Peter Turchin, que adelantó las crisis de 2020, señala a la desigualdad, el empobrecimiento y la deuda como causas de una fractura fatal hoy
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Peter Turchin publicó hace dos años «Dinámicas históricas. Por qué los Estados surgen y caen», y desde entonces tiene la etiqueta del «científico que predijo los conflictos de 2020». Sus asuntos de interés se han ido desarrollando a raíz de su tarea como jefe de proyecto en el Centro de Ciencias de la Complejidad de Viena; lo cual, junto con su empleo como profesor de Ecología y Biología Evolutiva en la Universidad de Connecticut, le han llevado a analizar la sociedad presente. Lo característico de su enfoque es que, para analizar la situación del planeta, recurre a examinar la intersección de la evolución social y cultural, la macrosociología histórica, la historia económica y la cliometría, la modelización matemática de procesos sociales a largo plazo y la elaboración y análisis de bases de datos históricas.
Palabras gruesas que podrían alejar al lector común, pero Turchin plantea teorías muy accesibles, por ejemplo, a propósito de «Dinámicas históricas», donde expone cómo las poblaciones, las religiones o los imperios florecen para luego caer hasta, incluso, desaparecer para siempre. Frente a esto, el investigador, que, por cierto, creció en la Unión Soviética y es asimismo doctor en Zoología por la Universidad de Duke, se adentraba en la historia de los seres humanos a partir de herramientas propias de la física, la biología, la matemática o la estadística. «Cliodinámica» a partir de la conversión de una amplia gama de factores sociales, políticos, económicos y demográficos a modelos matemáticos.
No en vano, uno de las principales campos de investigación de Turchin radica en la coordinación de CrisisDB, una base de datos histórica de sociedades que entran en crisis y salen de ellas. A sus ojos, determinados sucesos o modelos sociales servirían para predecir patrones de conducta colectivos, lo que le ha llevado a atreverse a pronosticar aquellos factores que marcarán el devenir de algunos países, muy en especial, de Estados Unidos.
Y precisamente de ello habló, en una entrevista concedida al sitio web de noticias y política «Salon», en inglés, el pasado mes de junio. «Bienvenidos al “fin de los tiempos”: Peter Turchin lo vio venir y dice que todavía podemos evitar el colapso», era el titular de esa publicación preparada por el periodista Paul Rosenberg. El pretexto fue la aparición del libro que ya tenemos traducido por Jordi Ainaud i Escudero, «Final de partida. Élites, contraélites y el camino a la desintegración política», alrededor de cómo funcionan las sociedades tomando como eje la manera en que el enriquecimiento genera el empobrecimiento del resto de clases.
Para entender por qué y cómo pasa tal cosa, el pasado proporciona valiosa información para Turchin, que usa el estudio de la cliodinámica para aprender de diferentes colapsos estatales, ya sea de la China imperial, la Francia medieval o la Norteamérica de la primera mitad del siglo XIX. La clave, por tanto, sería aprender de tales ejemplos y evitar que la desigualdad vaya a peor, venía a decir en la entrevista referida. De hecho, resulta evidente que la historia es cíclica, de modo que a su juicio Estados Unidos podría acercarse a un periodo de desintegración. Esto ya quedó negro sobre blanco en un texto de 2010, publicado en la revista «Nature» (que pidió a especialistas de distintos campos que miraran hacia el futuro a diez años vista), en el que Turchin afirmó que el país que gobernaba Obama por entonces iba a sufrir un fuerte aumento de la inestabilidad política a principios de la década de 2020. Como el autor dijo a Rosenberg, para llegar a semejante predicción analizó, durante los últimos veinte años, unas doscientas sociedades del pasado que cayeron en crisis y luego salieron de ella, lo que le permitió «determinar las características genéricas del camino hacia la crisis, que típicamente está señalado por acontecimientos como la caída del bienestar popular, que llamamos empobrecimiento popular y, aún más importante, por la sobreproducción de las élites».
Fue justamente en 2010 cuando, al examinar los datos relativos a Estados Unidos, Turchin advirtió que esta nación «había recorrido el mismo camino hacia la crisis que muchas otras sociedades en el pasado habían seguido». «Final de partida» –es inevitable evocar la obra teatral de 1957 de idéntico título en español de Samuel Beckett– ofrece desde la primera línea la invitación a que uno se deshaga de prejuicios diversos en torno a la Historia y vea que, pese a que las sociedades son demasiado complejas, y los seres humanos, demasiado volubles, hay cosas que pueden predecirse; que, lejos de lo que pudiera parecer, la guerra de Kosovo no es diferente de la de Vietnam, o que los Estados Unidos de antes de la Segunda Guerra Mundial puede decir mucho sobre los Estados Unidos de la década de 2020.
«La ciencia de la historia no solo es posible, sino también útil: nos ayuda a prever que las decisiones colectivas que tomamos en el presente pueden llevarnos a un futuro mejor», afirma. Lo curioso es que Turchin empezó su carrera académica en los años ochenta como ecólogo, estudiando la dinámica de poblaciones de escarabajos, mariposas, ratones y ciervos. Pero de repente surgió con fuerza el uso de las computadoras y la informática le hizo redirigir sus inquietudes para, a través del análisis de macrodatos, «responder a preguntas como, por ejemplo, por qué muchas poblaciones animales atraviesan ciclos de auge y caída». Todo ello, en suma, lo extendió a la observación de las sociedades humanas, tanto pasadas como presentes y, con la ayuda de la musa mitológica griega de la Historia, Clío, creó dicho concepto, que aúna el nombre de esta hija de Zeus y Mnemosine y «la ciencia del cambio».
Él y sus colegas han descubierto, por tanto, que existen patrones recurrentes que pueden observarse en tiempos pretéritos tanto cercanos como lejanísimos, explica en la introducción. Los ciclos de integración y desintegración política (en particular, acerca de la formación y colapso de los Estados) son la materia fundamental que se desarrolla en el libro, de lo que se deduce que toda gran sociedad se ve afectada por «oleadas recurrentes de inestabilidad política y, hasta cierto punto, predecibles, provocadas por el mismo conjunto básico de fuerzas activas a lo largo de los miles de años de historia de la humanidad. Hace unos años caí en la cuenta de que, suponiendo que la pauta se mantuviera, íbamos derechos hacia otra tormenta». Y, a tenor de lo que se ve por ahora, podría decirse que, lamentablemente, no se ha equivocado.
Pero, más allá de acertar o no en diversos vaticinios, lo esencial sería conocer cómo trabaja Turchin para tener semejante capacidad. Pues bien, recurre a un modelo que indica que cuando en un país, como Estados Unidos –explica él mismo–, los salarios se estancan o descienden, la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor, además de que hay una sobreproducción de jóvenes con titulaciones superiores, o la deuda pública explota. Semejante convergencia de factores daría la alarma a los gobernantes, que podrían evitar, siquiera teóricamente, el colapso económico y social.