Historia

Al Capone: el padre cariñoso y el temible mafioso

Se cumplen 123 años del nacimiento de Scarface, el gánster más famoso de todos los tiempos y cuya personalidad continúa siendo un enigma

Al Capone
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Que le llamaran “Scarface” tiene que ver con sus inicios. Al Capone (Alphonse Capone) no nació siendo el mayor gánster y mafioso de todos los tiempos, sino que comenzó por abajo, sirviendo, aunque siempre demostrando su fortaleza y afán de ir subiendo niveles.Nacido en Nueva York un día como hoy de 1899, tan solo con 14 años Al Capone ya comenzó su carrera criminal: trabajó para Johnny Torrio, quien se convertiría en su mentor y quien le forjó en el mundo delictivo. Fue quien introdujo a Scarface en Five Points Gang, la banda más peligrosa de todos los tiempos, quien le dio las bases para que se convirtiera en “empresario” y quien le impulsó a saber cómo tratar a sus enemigos con tal de alcanzar el máximo poder. Pero no siempre trabajó en esta agrupación, sino que en 1920 entró al servicio, como camarero y guardaespaldas, de un gánster llamado Frankie Yale. Y en el Club Harvard, bar donde Capone trabajaba en Brooklyn, fue donde se ganó el apodo de Scarface.

El mafioso diría que sus cicatrices se las hizo combatiendo durante la Primera Guerra Mundial, o que fueron causadas por un barbero inútil. Pero el verdadero motivo fue una intentona de llamar la atención de una mujer. Cierta noche, el gánster Frank Gallucio se presentó en el Club Harvard acompañado de dos mujeres, entre ellas su hermana. Y Al Capone no tardó en soltarle un piropo. Con la evidente excentricidad de los gánsteres, Gallucio pidió a Capone que le pidiera perdón, y ante su negativa decidió lanzarse contra él. Gallucio sacó una navaja y las cuchilladas impactaron en la cara, haciéndole las cicatrices que durante toda su vida intentaba disimular con polvos de talco.

Estos fueron los inicios de Al Capone antes de convertirse en el amo del crimen organizado. Tras los terribles asesinatos producidos en San Valentín y haber perpetrado varias declaraciones de poder, el mafioso comenzó a cultivar una vida que hasta hoy ha sido tan odiada como legendaria. Una historia que ya no solo ha sido estudiada y visitada artísticamente por numerosos creadores, sino que también destaca por estar rodeada de un gran enigma: la verdadera personalidad de Capone.

Ficha policial de Al Capone al ingresar en la penitenciaria de Alcatraz y donde se observan las cicatrices en su rostro / Library of Congress
Ficha policial de Al Capone al ingresar en la penitenciaria de Alcatraz y donde se observan las cicatrices en su rostro / Library of Congresslarazon

Cocinar, cantar o matar a palos

El mafioso, según definió la autora y biógrafa Deidre Bair, fue “un marido y un padre cariñoso que se consideraba un empresario”. De hecho, sus descendientes vivos, aunque se han despojado de su apellido por lo que supone, aseguran que Al Capone tenía dos caras: la que mostraba a la familia y la que tenía para los medios. Dualidad que acrecienta que su figura aún siga siendo un enigma, pues poco se conoce que tras el temible mafioso estuviera el padre de familia y marido ejemplar. “Al Capone me enseñó a nadar, a montar en bicicleta. Solíamos cocinar juntos y cantar. También aprendí italiano con él. Era un hombre honesto y de familia”, explicó a la BBC en una entrevista la sobrina nieta del gánster.

Respecto a su esposa, Mary Josephine Coughlin (Mae Coughlin), estuvieron juntos durante 30 años. Se casaron en 1918, en una historia de amor que muchos relacionaron con el “Romeo y Julieta” de Shakespeare, pues sus dos familias, la irlandesa de Mae y la italiana de Capone, eran totalmente opuestas en cuanto a intereses. No obstante, triunfó el amor, y el mafioso le enviaba cartas dignas de un marido profundamente enamorado, lo que le hacía a ella ser muy feliz a pesar de las atrocidades que cometía de las puertas de su casa hacia afuera.

Capone se hizo con el mando de la mafia y sembró el temor hacia su figura con atrocidades como las que cometió con Joseph Giunta, John Scalise y Albert Anselmi, miembros de su banda que le traicionaron uniéndose a otro gánster. Fueron los asesinatos de la famosa cena de Capone: los invitó a comer en su lujosa mansión y, con los postres, les golpeó con un bate de béisbol hasta la muerte, rematándolos a tiros. Unos actos que revelan la verdadera cara del mafioso quien, pese a ser un hombre de familia, fue de manera indiscutible uno de los mayores criminales de todos los tiempos.