Historia mítica de España

Entre ríos, bosques y criaturas mágicas

Ríos sagrados en España hay muchos, y siendo las aguas lugares de paso por excelencia, cruzan bosques mágicos donde, según las leyendas, se aparecen criaturas de todo tipo

Percival, también conocido como Parsifal, es el héroe del claro del bosque
Percival, también conocido como Parsifal, es el héroe del claro del bosqueMuseo del Prado

En el camino del héroe mitológico hay un paso fundamental a través del Valle que atraviesa lo oscuro, del claro del bosque, del vado que cruza al otro lado. El territorio mágico de las Españas es abundante en estos pasos de ríos o claros en cercanías de manantiales umbríos que están plagados de leyendas y mitos acerca de este tránsito. El héroe por excelencia que atraviesa el valle es Percival, cuyo nombre suele ser explicado como una deformación de la frase francesa «atravesar el valle» («percer le val»). Es el héroe del claro del bosque, pero su historia es la de un fracaso, al no osar hacer una pregunta. Como decía Lévi-Strauss, acaso es el negativo de Edipo, que triunfa al formular una respuesta. Percival es acogido en el mágico castillo del rey pescador, según narra la inolvidable novela en verso de Chrétien de Troyes, y ante el enigmático espectáculo de la procesión del Grial y la lanza sangrante, por una mal entendida educación caballeresca, no realiza la pregunta clave de a quién se sirve con el Grial, prolongando así la maldición de la tierra baldía. Luego habrá que atravesar el oscuro bosque del mundo sin descanso hasta conseguir restaurar la armonía, como también narra el otro gran autor del ciclo, Wolfram von Eschenbach.

Tenemos aquí el gran arquetipo del héroe que cruza el valle y el río de la mitología medieval. A menudo se encuentra en el manantial con criaturas a las que tienen que derrotar o de cuyos encantos ha de escapar. Muchas veces son ninfas de las aguas, otras caballeros que les plantan batalla. A veces es un dios disfrazado y que les lleva a cruzar ese río, como en el caso del griego Jasón, que ha de llevar a cuestas a una anciana, en realidad una diosa, perdiendo una sandalia en el acto, lo que marcará su destino. Las diosas de las fuentes en la Asturias y Galicia prerromanas tienen una función iniciática semejante en el cruce del umbral. Son los seres liminares que abundan en la geografía mítica de la España antigua en muchos ríos y valles mágicos. No hay más que recordar, por ejemplo, el río Limia en Orense o el Bidasoa, en Zugarramurdi, para darse cuenta del hondo significado mitológico de vadear el río. Ríos sagrados en España hay muchos. Ciertamente, los grandes, Ebro, Tajo, Duero y Guadalquivir, han tenido la veneración que merecían desde antiguo. Pero son otros lugares, ya no de los dioses río, sino más bien de las deidades menores que facilitan su tránsito, los que nos interesan más aquí. Una muy conocida leyenda asimila el Limia con el Lete, el río del olvido (pues tal era su nombre para los romanos), y decía que aquel era el último antes de llegar al fin del mundo. Como en el camino al Hades, quien cruzara aquel río experimentaría lo mismo que las almas en su paso al infierno y olvidaría todos los recuerdos de su vida y su identidad, quedando sin memoria (el agua del Leteo, en el mito griego, es igualmente la del olvido).

Río del olvido y laguna infernal

Las aguas, fuentes y ríos son lugares de paso por excelencia, como ocurre también con la gran laguna negra soriana, que inspiró inolvidables versos a Antonio Machado. En el monte de las almas que vagan hacia el más allá, en la noche de San Saturio, uno puede ver a la Santa Compaña. No otra cosa, sino el paso al otro lado de las almas, ya sea cruzando el río del olvido, bordeando la laguna infernal, representa en el fondo el camino heroico por los lares hispanos. Las aguas son siempre comunicantes y cruzan bosques mágicos en claros donde oportunamente se aparecen criaturas de muchos tipos: pienso en el bosque de Otzarreta, en el natural de Gorbea, otro lugar marcado por paisajes sagrados, o en el Monte Pindo gallego, entre otros de leyenda. Los bosques de Eume, recorridos por el río que marca lo que es hoy parque natural, conforman también un paisaje maravilloso. Otra es la comarca del Baztán al norte de Navarra.

En Otzarreta, entre Álava y Vizcaya, hay un bosque encantado que alberga una criatura legendaria, el Basajaun, un gigante protector de la naturaleza y guardián mágico de la pureza del bosque. El valle boscoso como marca del mundo terrenal que hay que cruzar para trascender aparece a menudo en la antigua mitología y por eso hay que lamentar el horror de los incendios que provocan la nueva tierra baldía que quiebra todo el orden y la armonía cósmica en nuestra edad de hierro.