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Laurie Anderson: «Me sentí muy aliviada cuando el agua se llevó todos esos recuerdos»

Llega a Madrid en plenitud creativa con una performance que surgió tras la inundación de su sótano por el huracán Sandy, que anegó su archivo.

La artista, que llega al Festival Rizoma, estará hoy en el Reina Sofía, el viernes en el Cine Doré y el sábado en la Fundación Telefónica
La artista, que llega al Festival Rizoma, estará hoy en el Reina Sofía, el viernes en el Cine Doré y el sábado en la Fundación Telefónicalarazon

Llega a Madrid en plenitud creativa con una performance que surgió tras la inundación de su sótano por el huracán Sandy, que anegó su archivo.

De tanto escapar a clasificaciones, Laurie Anderson ya ha logrado escaparse a sí misma. Es la gran fugitiva del arte contemporáneo, una creadora especial, una mujer sabia y poderosa que detesta parecerlo. Anderson desconfía de sí misma, sonríe y no le da la mayor importancia a su prédica. Sonríe de nuevo, teme cansar con el mero tono de su voz. La creadora está en Madrid para presentar su obra reciente, que va tan rápida que ya no se acuerda de ella, y revivir la pasada, algo que a buen seguro dejará en manos de los demás. Y sonríe, feliz, por ello.

La muy multidisciplinar creadora (ha publicado un libro y un disco en el último tiempo) llega para el Festival Rizoma con una performance como plato principal. Se trata de «All The Things I Lost in The Flood», basada en su libro homónimo, una narración surgida de la experiencia en 2012, cuando el huracán Sandy (qué nombre tan cuco para un fenómeno devastador) inundó el sótano de su casa en Nueva York, donde guardaba materiales y el archivo de toda una vida de creación, y también recuerdos de muchos que no están e impulsaron su obra. Como Lou Reed (su marido hasta que falleció en 2013) o su perra Lolabelle, que inspiró «Heart of a dog». En la performance, que tendrá lugar en el Museo Reina Sofía (hoy, 19:00 horas), Anderson tratará, como hace siempre, «de intentar contar una historia». Cualquier artista se habría tirado de los pelos ante semejante devastación de sus archivos. Lo haría usted al perder los recuerdos en una piscina de lodo. Imagínese a Anderson ver flotar sus papeles desde la escalera. Preguntada por la pérdida, aunque seguramente la pregunta era sobre tantas pérdidas, Anderson contestó: «No es malo. Es algo excelente perder cosas. Se van y te quedas tan agusto. Eres libre por fin», comentaba con cierta entonación ascética. ¿Y encontró algo cuando las aguas bajaron? «Pasaron demasiadas cosas. Y ha pasado tiempo desde entonces. Incluso no recuerdo haber escrito ese libro. Hay mucho más futuro y eso no lo recuerdo, no pudo decirte qué encontré porque dejo las cosas ir. Lo cierto es que sentí bastante alivio. Me di cuenta de que ya iba siendo hora una limpieza de sótano y mira, el agua hizo eso por mi», añadió sin atisbo de autocompadecimiento y puso como ejemplo un velatorio: «Cuando alguien se muere, nadie dice: ''Bueno, en el fondo tampoco era tan amigo mío...''. No, decimos que le echaremos de menos todos los días». Piensen por qué.

Trump «es un desastre»

«Otra cosa que está en trance de perderse es la calidad de la democracia, que en mi país dábamos por supuesta. Pero ahora vemos que es muy inestable, que podemos perderla», comentó Anderson, que siempre ha estado muy involucrada en cuestiones políticas. «Cada vez hablo con más artistas en Estados Unidos que se plantean si tenemos o no la obligación de comentar sobre política. A veces creo que una pintura azul gigante puede hablar más de política que nuestros discursos. Y eso que cada vez llevo peor que me digan qué debo pensar o qué debo hacer. Pero entiendo que la gente se sienta en la obligación de hablar del tema, porque ya hemos pasado la frontera del ''¿te lo puedes creer?''. Aunque es un absoluto desastre, no hay otra palabra para definirlo –continuó sin mencionar a Trump–. Es difícil de asimilar y cada uno se lo toma a su manera», dijo Anderson, y esbozó una enorme sonrisa.