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Entrevista

Manolo Solo: "Lo oscuro y lo feo también es humanidad"

El ganador del Goya estrena "La desconocida", nueva película de Pablo Maqueda en la que da vida a un acosador virtual

Manolo Solo, Leo en "La desconocida", de Pablo Maqueda
Manolo Solo, Leo en "La desconocida", de Pablo MaquedaFILMAX / SIDERAL

Se ha convertido, por derecho propio, en uno de los grandes nombres de la escena española. Bien sea en el teatro, bien sea en el cine, bien sea en la televisión. Manolo Solo (Algeciras, 1964) es uno de esos tantos actores brillantes, que viven sus días como secundarios, hasta que un chispazo de relevancia les deja imponerse como monstruos de la interpretación, en verdad, dejarse ver como animales de la actuación. En su caso, y tras décadas en el oficio, su revelación llegó entre 2015 y 2016, cuando fue nominado al Goya por "B, la película", dando vida al juez Ruz, justo antes de hacer de Santi en la adrenalínica "Tarde para la ira". Fue por ese rol por el que consiguió su, hasta ahora, único "cabezón", al que sumó una nominación hace dos años por "El buen patrón".

Esta semana, Solo estrena "La desconocida", último trabajo en la dirección de Pablo Maqueda, que adapta la obra teatral "Grooming" de un Paco Bezerra que aquí también firma el guion junto a Haizea G. Viana. Y es, también en "La desconocida", donde Solo vuelve a dar una clase maestra de lo camaleónico, poniéndose en la nada lustrosa piel de un acosador de menores por Internet. Su Leo, ese mismo que canta por Julio Iglesias y no es capaz de pronunciar bien el nombre de su director favorito, el de "Psicosis", no le convenció del todo al principio, por ser demasiado turbio, dice, pero bien podría valerle una nueva y merecida carrera por el Goya. Recién llegado del Festival de Cannes, donde presentó la última película de Víctor Erice (sin Víctor Erice) y, ahora sí, elogiado como siempre mereció, Solo atiende a LA RAZÓN sobre una película entretenida e incómoda, por momentos estomagante, que promete no dejar a nadie indiferente y con una Laia Manzanares en estado de gracia como compañera de reparto.

PREGUNTA- ¿Cómo te llega el papel, habías visto la obra de teatro original...?

RESPUESTA- Me mandaron el guion, me lo leí, y justo después tuve una entrevista con Pablo (Maqueda) y Paco (Bezerra). En un primer momento, yo no estaba muy por la labor, me había asustado un poco la turbiedad del personaje. Pero bueno, fue un proceso largo, y tuve mucho tiempo para pensármelo porque el proyecto tardó bastante tiempo en salir adelante y conseguir la financiación. Hubo momentos, incluso, donde pensábamos que no se haría, pero me convencieron.

-¿Por qué decides aceptar?

-Había ahí un reto, en este personaje. Y también pensé en lo bueno que iba a ser dar visibilidad al tema del que habla la película, el ciberacoso.

-Por ello quería preguntarte también, por el proceso. Por ese ir a lugares tan feos del ser humano, inexplorados para la gente normal. ¿Se puede preparar un personaje así desde la empatía?

-Siempre hay que tener empatía al preparar un personaje, sea quien sea. Desde la distancia, o desde la superioridad del prejuicio, no es posible interpretar a nadie de manera adecuada. Por muy cerca o lejos que esté el personaje de ti, o por muy horrendas que te parezcan sus acciones, tienes que acercarte. Sobre todo para comprender, para entender, no para condonar ni mucho menos. Tienes que aprovechar esa turbiedad, sacar la poca o mucha que haya en ti y amplificarla. No puedes juzgar, porque acabarás presentando al personaje de una manera en la que el espectador se va a dar cuenta de que el actor discrimina, se aparta. No puedes decir "no soy ese". Y, dentro de lo posible, tienes que darle pinceladas de humanidad. Lo oscuro, lo feo, también es humanidad.

Manolo Solo en "La desconocida"
Manolo Solo en "La desconocida"SIDERAL / FILMAXSIDERAL / FILMAX

-¿Cómo se encuentran los manierismos más prácticos? El personaje no deja de pronunciar mal el nombre de Hitchcock, por poner un ejemplo...

-Lo de Hitchcock, por ejemplo, salió de los ensayos. Como para dar a entender que este hombre era un arribista, alguien de un estrato social medio o bajo que quería aparentar más de lo que sabía. Pero no era más que un guiño, claro. Al final, el espectador le acaba conociendo, ve dónde trabaja, a qué dedica su tiempo, cómo es, al final y al cabo.

-¿Y cómo se extiende eso al trabajo con Laia Manzanares? Maqueda nos contaba, por ejemplo, que en el rodaje imperaba el humor negro como para aliviar la tensión que exigía la ficción.

-Pablo escucha mucho y, sobre todo, es un director que deja trabajar. Él luego ya ve qué usa y qué no, de lo que proponemos, pero ha sido muy agradable trabajar con él. Y eso se extendió a Laia, claro. Ha sido una de las experiencias más estupendas de mi vida. Meterme en uno de los papeles más complicados, o con más peso de mi carrera, y tener en frente a una protagonista así es un regalo. Como actriz, pero también como persona. Y luego, lo que dices del sentido del humor es totalmente cierto. Conectábamos mucho a nivel guasa, se hacía balsámico para salir del agujero en el que estábamos metidos, ese espacio por el que estábamos transitando. El humor hizo de cámara de descompresión.

Por mi manera de ser, me quedo con lo oscuro, con lo negativo, antes que con los elogios

Manolo Solo

-Desde que la película se vio en el Festival de Málaga, ha habido muchos elogios hacia tu trabajo. Pero es algo que siempre pasa. "Qué bien está Manolo Solo siempre" puede ser la línea más repetida por la crítica española. ¿Cómo lidias con eso? ¿Lees lo que se escribe, cómo lo gestionas?

-La verdad es que no soy consciente de ello. O al menos hasta es extremo. ¿Tú crees? No sé, eh. Antes leía muchísimo más, pero cada vez es algo a lo que dedico menos tiempo. Quizá porque al principio, igual que había gente que valoraba mi trabajo, había otra que lo echaba por tierra. Y me hacía mucho daño. Duele, joder. Igual, por mi manera de ser, me quedo con lo oscuro, con lo negativo, antes que con los elogios. También porque no quiero que se me suba a la cabeza. Leer cosas bonitas es agradable, porque le da a uno prestigio, ¿no? Siempre he sido un secundario y lo seguiré siendo, pero los halagos le abren a uno más puertas. Intento que eso no me llene de nada, no me infle. Pero vamos, que a todo el mundo le gusta que le digan cosas bonitas.

-Si miramos atrás, quizá ese marcador, ese punto diferencial podríamos ponerlo en "B, la película" (2015), en la nominación al Goya. ¿Tú también lo pondrías ahí? ¿Cambió realmente tu carrera o esto sigue siendo un campo de minas?

-Te mentiría si te dijera que no ha mejorado, y de manera exponencial. Y sí, ese fue el punto de inflexión personal, pero el de llegar al gran público yo creo que fue "Tarde para la ira", por los premios que recibió la peli. He notado esa progresión, sí, sobre todo acelerada en los últimos 5 u 8 años. Es una carrera de obstáculos, pero cada vez son menos altos y la ría tiene menos profundidad. Me llegan más propuestas y también mejores, tengo una capacidad de elección que no tenía antes.

-¿Cómo se le pide a la gente que vaya a ver una película de cuya trama es mejor no hablar para no estropearla?

-Precisamente por eso, porque es una película en la que casi nada es lo que parece. Les animaría a hacer un viaje que durante mucho tiempo es incómodo pero que les acaba removiendo.