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Gala Lírica en el Teatro de la Zarzuela: Voces adiestradas

Hacemos reseña en este escrito del ensayo general de la gala anunciada para el pasado día 30, que finalmente, debido a la huelga del personal, no se ha llegado a celebrar
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La Razón
  • Arturo Reverter

    Arturo Reverter

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Obras de Barbieri, Giménez, Soutullo, Vert, Chueca, Sorozábal, Vives, Moreno Torroba, Luna y Penella. Soprano: Sabina Puértolas. Tenor: José Bros. Coro y Orquesta Teatro de la Zarzuela. Dirección: Guillermo García Calvo. Madrid, 29-XII-2021
Hacemos reseña en este escrito del ensayo general de la gala anunciada para el día 30, que finalmente, debido a la huelga del personal, no se ha llegado a celebrar. El ensayo transcurrió fluidamente, sin interrupciones, y vale por tanto por una sesión oficial con público; que por cierto, ante la suspensión de la función, pobló la mayoría de las localidades disponibles. Aunque solo hubo un ensayo previo por la mañana, lo cierto es que la «prueba» se desarrolló bien engrasada; para lo cual, claro, se contó con dos solistas de talla, conocedores y muy curtidos ya en estos menesteres. Sabina Puértolas, de interesante carrera nacional e internacional, está en un magnífico momento de forma.
La voz, ahora mismo la de una lírico-ligera, está muy bien «puesta» y emitida, de manera fácil, natural y fluida. Articula magistralmente, con una dicción muy clara –algo raro en una soprano aguda– y un manejo de los reguladores, de los acentos y de los caracoleos libre de accidentes. Homogéneo y timbrado es su espectro, con ciertos toques plateados y sonoridades de indudable dulzura, con pianos exquisitos y sobreagudos seguros.
Nos dejó ya avisados con su interpretación de la «Polaca» de «El barbero de Sevilla» de Giménez, que cantó sonriente, con las fauces sueltas y elásticas. Sin problemas en las agilidades de la «Canción del ruiseñor» de «Doña Francisquita» y en la graciosa «Canción del arlequín» de «La generala», ambas de Vives, colaboró a satisfacción en sus dúos con José Bros, uno de «Luisa Fernanda» de Moreno Torroba y otro de «El gato montés» de Penella. Su pareja en esta ocasión, Bros, un tenor ya veterano, cincuentón largo, nos mostró que todavía tiene cosas que decir. La voz ha evolucionado desde aquellas primeras singladuras en las que escuchábamos un timbre de ligero con tendencia a lo lírico-ligero y en las que percibíamos una cierta blancura falta de armónicos y una emisión en parte abierta, aunque con penetración y soltura en la zona alta.
Ahora el espectro es más ancho, los graves más presentes y el centro más sustancioso. El metal, curioso, muy personal, refulge bien, aunque nimbado pasajeramente de una no deseable estridencia y, en las zonas más elevadas, provisto de un cierto bamboleo. Profesional y seguro, cantó con propiedad la romanza de «El último romántico» de Soutullo y Vert, la poco conocida de «La isla de las perlas» de Sorozábal y la de la salida de Javier de «Luisa Fernanda», de Moreno Torroba.
Las dos voces tuvieron el apoyo puntual de la Orquesta de la Comunidad y del director musical del Teatro, Guillermo García Calvo, que mostró su seguridad, su buen hacer, su gesto armonioso y su habitual conocimiento del «métier», siempre respetando la respiración natural de los cantantes solistas; y la del Coro, bien adiestrado por Antonio Fauró, que pese a pasajeros momentos de cierta inseguridad, estuvo entonado, aunque lógicamente perjudicado por las mascarillas.
En el «Intermedio» de «La boda de Luis Alonso» de Giménez y en el «Fandango» de «Doña Francisquita» actuó con sus salerosas castañuelas, bien puntuadas rítmicamente, la veterana Lucero Tena, que dio pruebas de su seguridad. Habríamos preferido escuchar las piezas sin el acompañamiento de tal percusión. Esperábamos asimismo un bis de los cantantes. En su lugar se nos regaló el curioso arreglo que de «Noche de Paz» hiciera en su día Juan José Colomer.

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