Rafa Sánchez: “Hacer pública mi homosexualidad ha sido terapéutico”
El cantante de La Unión habla de la fama, las adicciones y el precio que pagó por ocultar su orientación sexual
Creada:
Última actualización:
Rafa Sánchez fue durante décadas solista del grupo La Unión. Quien no haya tarareado a gritos «Lobo hombre en París» o «Maracaibo» en cuanto suenan, que lance la primera piedra. Pero… ¿quién es Rafa Sánchez? «Soy Rafa Sánchez de La Unión, ese es mi segundo apellido», dice Rafa. «No es solo que no reniegue de mi historia anterior, es que me siento muy orgulloso de todo lo hecho con el grupo. Lo que pasa es que La Unión ya no éramos más que dos, y ya no había química a la hora de crear. Podríamos haber seguido, porque el sello La Unión funciona. Pero para mí ya era el sentido más peyorativo de la palabra trabajo. Ahora estoy viviendo un momento muy dulce y muy emocionado y muy inspirado con las cosas que estoy haciendo y con la gente nueva con la que estoy trabajando y que me está aportando un aire nuevo también».
La Unión, que en los años ochenta fue uno de los grandes grupos españoles, parece ahora informativamente hablando indisoluble de tres grandes temas: la confesión de Rafa Sánchez sobre su adicción ya superada a la heroína, su salida del armario y el enfrentamiento con su compañero Luis. Que la importancia del grupo en la escena musical española se vea empañada o casi eclipsada por estos asuntos, sin embargo, asegura Rafa que «hacerlo público ha sido una decisión propia. Mientras estaba en el grupo yo no hablaba nada de mi vida privada, no quería en ese momento poner el foco en mi homosexualidad. Yo escribí una biografía y eso luego lo he llevado incluso a los escenarios. Tengo un show, un formato más para teatros, para sitios íntimos, que se llama “Biografía”, y en el que voy contando y cantando por orden cronológico las canciones de La Unión y cómo va cambiando mi vida: el momento en que caí en las drogas, el momento en que las dejé, cómo al dejar las drogas dejé de engañarme a mí mismo. Los ochenta fueron un descubrimiento de las drogas y la dictadura nos llegó a todos, el sexo, las drogas y el rock and roll en el mismo paquete».
Salir del armario
No esquiva Rafa las preguntas, ninguna. Ni las más incómodas. «Por no asumir mi sexualidad, yo creo que me refugié en la heroína porque no sentía nada, me sentía estupendo, ausencia absoluta de sentimientos. Y al salir de la heroína me di cuenta de que me había estado engañando, y tuve mi primera experiencia homosexual a los veintinueve años». Hacerlo público ha sido bueno para él: «Cuantos menos muertos tienes en el armario te mueves de una manera mucho más libre. Ha sido muy terapéutico». Y ha tenido también otro inesperado componente: ayudar a otra gente. «Para mi entorno más cercano, mi salida del armario fue muy tranquila, fue a hechos consumados. No hubo ningún problema. La gente como yo tenemos que hacernos visibles para ayudar a gente, no ya en las ciudades, pero sí en comunidades más pequeñas y que pueden sentirse bichos raros por ser homosexuales. Mi salida fue muy altruista, en una entrevista en la revista Shangay, pensando en la gente a la que podía ayudar».
La Unión fue siempre un grupo muy ecléctico, incluso «en detrimento de su propio público», como cuenta el propio Rafa. «A nosotros nos encasillaron, que éramos un grupo de chicos inventado por una compañía. Y nosotros, que queríamos demostrar que no, hicimos un segundo disco muy arriesgado. Todos los segundos discos lo son, son difíciles, sobre todo si salen después de un primero muy exitoso. No funcionó para nada. Fue una cura de humildad brutal. De hecho, en el siguiente hay canciones como ¿Dónde estabas en los malos tiempos?”, porque ves cómo la gente se esfuma cuando las cosas van mal».
Rafa Sánchez, cara visible de La Unión, reconoce que «si el grupo existió durante tanto tiempo es porque yo he querido que existiese. Al final se rompe porque a Luis su arrogancia le hizo darse un tiro en el pie. La Unión era coral, estábamos todos ahí. Ellos hacían armonía y sobre esa armonía yo luego hacía una melodía y la letra. Al principio con Íñigo Zabala teníamos mucha complicidad, nos intercambiábamos libros. “Lobo Hombre”, por ejemplo, me pasó él un libro de cuentos que se llamaba “Los perros, el deseo y la muerte” en el que había un relato que se llamaba “El lobo feroz”. En un principio, los tres primeros discos, hay mucha influencia literaria. Pero a partir del cuarto yo empiezo a hablar de mi vida y de lo que me rodea. Y eso es indisoluble, no se puede separar mi trayectoria vital de esas canciones. Íñigo desaparece de la banda y yo asumo la creación. Según autores, una canción se divide en letra y música. Y la música, en armonía y melodía. Entonces, yo he regalado un 75% a la banda para que la banda siguiera. Y hasta la última canción así ha sido. Los derechos se han repartido siempre a partes iguales. Por eso digo que la banda ha seguido mientras yo he querido. Yo acabé muy enfadado porque algo que habíamos construido con entusiasmo se estaba deteriorando».
Ahora Rafa sigue haciendo sus conciertos, «nada espectacular», y se siente ahora mucho más libre y más relajado. «Yo he sido muy coherente y en ningún momento me he puesto por encima de nadie, he sido muy democrático. Pero pasaron cosas feas y el grupo se rompió. Creo que hubiera sido muy bonito dejarlo arriba y ahorrarnos los años malos, los conflictos, todo eso tan feo».