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Arde Bogotá: a ciento ochenta por la autovía de los milagros

El grupo de Cartagena culmina el trayecto de la A3 que desemboca en el WiZink Center ante 15.000 personas
MADRID, 13/12/2024.- Un momento del concierto que la banda murciana 'Arde Bogotá' ofrece este viernes en el WiZink Center de Madrid. EFE/ Kiko Huesca
Arde Bogotá en el WiZink Center de Madrid. EFE/ Kiko HuescaEFE

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La suya ha sido una de las grandes llegadas a la escena musical nacional. Con "Cowboys de la A3", los cartageneros Arde Bogotá fueron la sensación festivalera durante 2023, inercia que han aprovechado en 2024 con su gira propia para convertirse, por aclamación popular, en la gran candidatura al rock de estadios del panorama español. En este tiempo, el grupo se ha visto bajo el escrutinio de casi todas las historias de éxito aparecidas en los últimos años, que, invariablemente, remiten a cuestiones ontológicas. ¿Qué y quiénes son Arde Bogotá? ¿En qué categoría se les puede colocar? Y, especialmente: ¿Tiene su éxito algo de sospechoso? Los murcianos terminaban anoche un largo, larguísimo viaje, en el otro extremo de la A3 que tanto les ha costado recorrer de un extremo al otro, de Cartagena a Madrid: 442 kilómetros que parecen cuatro horas en coche... salvo que des un rodeo por algún exoplaneta.
El quinteto, decíamos, se convirtió en omnipresente en todas las citas veraniegas el pasado año (y lo volverá a ser en 2025), de una manera similar a lo que ha sucedido este con otra de esas inesperadas explosiones, la de los madrileños Alcalá Norte, quienes, sin embargo, no se han visto sometidos al mismo examen de pedrigrí. Los murcianos, en cambio, (cuestiones de estilo y de gustos aparte) parece que cargan con el pecado original de su condición de grupo de multinacional (Sony) que resulta insalvable para algunos puntos de vista, amén de la permanente sombra del éxito comercial, verdadero anatema para todo "auténtico" aficionado a la música.
Arde Bogotá durante su actuación en el WiZink Center
Arde Bogotá durante su actuación en el WiZink CenterEuropa Press
Así que Arde Bogotá cerraban su exitosa etapa, el ciclo de su segundo disco, en el WiZink Center ante más de 15.000 personas con un buen arsenal de canciones, dispuestos a no tener que contestar a ninguna de las preguntas que acabamos de plantear y que flotan en tantas diatribas en las redes sociales. "Bienvenidos al sueño y la ilusión de cuatro muchachos", dijo Antonio García, el vocalista de la banda. "¿Quien quiere rock and roll?", preguntó. Y así fue como atacaron "Veneno", "Abajo" y "Quiero casarme contigo" en los primeros compases de la noche. 
No deja de resultar curioso que buena parte de los detractores de Arde Bogotá lamenten al mismo tiempo la decadencia del rock de guitarras frente a la invasión urbana, que es lo que, con todo el aparato de una banda internacional (el despliegue escénico en el WiZink fue notable, como el volumen) y nada que envidiarlas, saben hacer los cartageneros. Probablemente sean cuestiones de gustos o de alguna otra naturaleza sociológica, pero ahí están, aunque anoche en Madrid no formasen en absoluto parte de la conversación. Al WiZink se iba a bancar a los suyos y vaya que así fue: cuando sonó "Exoplaneta", miles de carteles, en los que se reproducían las famosas coordenadas de ese tema (571-/9A), se alzaron al cielo.
Arde Bogotá, en el WiZink Center
Arde Bogotá, en el WiZink CenterEuropa Press
El relato conceptual de su último trabajo, una especie de "road album" a través de las llanuras de la meseta sur, con coches, culpas y recuerdos, gasolineras, amores y cicatrices, accidentes. Sin embargo, el concepto quedó algo desbaratado pero a cambio demostró el potencial como single de buena parte de los temas del disco, que fueron coreados por la multitud. "Quisiera haber montado para ti una fiesta divertida, romántica bucólica, sin embargo no me queda otra que montar una fiesta en una gasolinera, nada romántica ni bucólica", dijo el vocalista antes de "Flores de Venganza", uno de sus temas más recientes.
En lo puramente musical no se les pueden poner muchos peros a Arde Bogotá. La banda está engrasada, suena potente y el particular carisma de su vocalista (con ese aroma a Bunbury) aguanta la mirada a los ojos de muchos miles de pares. Observadas de cerca, las canciones de su segundo trabajo son redondas. Su humildad, además, resulta reconfortante, por más que algún titular maledicente de alguna entrevista haya querido mostrar otra cosa. "Sobrecoge enfrentarse a algo así. Somos los mismos chavales que estábamos en un polígono de Cartagena haciendo más o menos esto y soñando con esto. La única diferencia con esos chicos es que sus ilusiones se hicieron realidad. Con un disco, unas vidas y gente cantando. Gracias por hacer nuestras ilusiones realidad", dijo Antonio García.
La banda regaló incluso a los 15.000 del WiZink un quinteto de cuerda para acompañarles en el tramo final del concierto. La idea parecía buena, pro en no pocos momentos resultó casi indiferente, porque su interpretación quedó sepultada por las guitarras y los coros masivos. La grabación del concierto, si algún día se publica, será más interesante. Así llegaron los grandes temas de esa "road movie": "Cowboys de la A3", "Copilotos", "Flor de la Mancha" y "Salvación" rubricaban una temporada de milagros para el quinteto. Conduzcan con cuidado.

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