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La Real Academia Española, contra el lenguaje oscuro

La RAE convoca la I Convención de la Red Panhispánica de Lenguaje Claro, que se celebrará el 20 y el 21 mayo, donde se defenderá el derecho de los ciudadanos por un idioma más transparente en la Administración, la Justicia y las empresas. Una iniciativa que irá acompañada con el lanzamiento de una guía centrada en este tema y consensuada por todas las Academias de la Lengua
Fachada de la Real Academia de la Lengua Española
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Madrid Creada:

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A finales de los años setenta, Suecia promovió una iniciativa con el propósito de modernizar y simplificar el lenguaje que se utiliza en la legislación para que ésta fuera «más fácil de leer». Una idea que Margaret Thatcher, en lugar de desecharla y dándose cuenta de la evidente utilidad que suponía, adoptó en los ochenta bajo el nombre «Plain Language Movement» y que después implementó el presidente Bill Clinton para la Administración de Estados Unidos en los noventa. Es cierto que existen precedentes, pero es a partir de entonces cuando la batalla por adquirir un lenguaje claro ha estado presente en todos los países, incluido el nuestro.
El informe de la Comisión de modernización del lenguaje jurídico que se hizo público en 2011 en España subrayaba que el 82 por ciento de los ciudadanos consideraba que el lenguaje jurídico era complicado y difícil de entender. En unas fechas posteriores, en 2017, el Defensor del Pueblo revelaba un estudio que indicaba que más de un 40 por ciento de la ciudadanía no comprendía el lenguaje de la Administración. Unos datos preocupantes que afectaban a los dos pilares más importantes de la democracia, la Justicia y la legislación, lo que dejaba traslucir que estas instituciones y órganos del Estado eran incapaces de comunicarse de manera apropiada con la sociedad que representaban.
Aunque en el pasado hubo movimientos en esta dirección, como un manual de estilo para la Administración promovido por el Gobierno en la década de los 90, el plan de transparencia judicial de 2005, el informe de la comisión de la modernización del lenguaje jurídico de 2011 o, ya en 2016, una Proposición no de Ley para promover la claridad en el lenguaje jurídico que partió del Congreso de los Diputados, es ahora cuando esta cuestión ha adquirido enorme relieve y se ha vuelto urgente.
«Las máquinas deben hablar un lenguaje claro para evitar los llamados sesgos y dialectos digitales»Santiago Muñoz Machado
El principal problema, según detallan distintos informes, son las frases largas, la utilización excesiva de arcaísmos y tecnicismos, y la oscuridad expresiva del lenguaje. Algo que afecta a muchos hombres y mujeres, porque se les impide comprender qué dice la Ley. Y si no se entiende la Ley, como aseguran algunos, es muy difícil que se cumpla. Por estos motivos, la Real Academia Española, que ya con anterioridad se ha movido en este sentido y ha cerrado distintos acuerdos con instituciones y empresas, ha convocado la I Convención de la Red Panhispánica de Lenguaje Claro, que se celebrará en su sede de Madrid entre el 20 y el 21 de mayo. «El lenguaje claro es un movimiento político y social para conseguir una mejor organización de los derechos de los ciudadanos para que las personas comprendan mejor aquello que se les comunica. Se define como una contraposición a la oscuridad. A veces, las autoridades se dirigen a los ciudadanos de una manera que no es fácil de entender», explicó Santiago Muñoz Machado, director de la RAE durante la presentación de estas jornadas.
Él mismo aclaró que este movimiento surgió en las áreas del consumo y de la actividad económica. La primera vez que alguien protestó fue porque no entendía la etiqueta de un alimento. «A partir de ahí se extendió y se llegó a montar una asociación que reclamaba lenguaje claro». Él mismo precisó que lo contrario a claro es lo oscuro y subrayó algunos de los elementos principales que impiden una lengua franca: «Hay muchos defectos de redacción, sobre todo debido al empleo de arcaísmos, formas verbales que no son de uso corriente, latines y oraciones difíciles y excesivamente largas».
Esto es notable en el área de la Justicia, donde sus particulares maneras expresivas gozan de una singular fama que se remonta hasta el mismo Siglo de Oro. «Este movimiento comenzó en el área de la Justicia. Los magistrados y los jueces han sido los primeros en percibir que su manera de manifestarse es muy compleja para bastantes personas. Es curioso que esto suceda más en el área de la Justicia que en el de la legislación, pero tiene una explicación: la legislación no le importa a la mayor parte de las personas porque se dirige de una manera general al conjunto de la sociedad, pero, en cambio, la Justicia se dirige a la libertad y la propiedad de un sujeto concreto y este quiere entender lo que se le dice. Siempre se ha afirmado que el lenguaje jurídico se entiende mal. De hecho es común señalar la oscuridad expresiva de los jueces. Pero ahora estamos frente al derecho a comprender, que es esencial, porque implica el derecho a defenderse y a la libertad de expresión».
«No se trata de que los químicos o los médicos se desprendan de su tecnolenguaje, sino del lenguaje que se usa para comunicarse con la gente»Santiago Muñoz Machado
El director de la RAE resaltó otros sectores donde existen dificultades: «Para un ciudadano común, desde luego está el lenguaje de los médicos o el de la ciencia actual. No se trata de que los químicos o los médicos se desprendan de su tecnolenguaje. Este es imprescindible para el avance de la ciencia. Se trata del tipo de lenguaje que hay que utilizar cuando llega el momento de dirigirse a los ciudadanos, sobre todo, cuando existen mandatos o hay comunicaciones prescriptivas. A un jurista le resulta difícil prescindir de un latinajo, porque con una sola palabra puede prescindir cuatro folios, pero en eso consiste dirigirse a la sociedad».
Con este planteamiento, la RAE ha desarrollado un programa dividido en las diferentes áreas de aplicación del lenguaje claro: los poderes públicos, la legislación, la Justicia, la Administración, la educación, el lenguaje accesible (dedicado a personas con alguna clase de discapacidad funcional), el periodismo, los lenguajes especializados y la inteligencia artificial. «Llevamos tiempo trabajando en LEIA. Uno de nuestros objetivos es la accesibilidad a todas nuestras herramientas lingüísticas en el en el mundo digital. Se trata de que el lenguaje que empleen las máquinas sea claro y que se adapte a las normas consensuadas por la Academia, que no se inventen dialectos digitales y que la mayoría de las compañías de este sector se ajusten a lo que proponemos para entrenar sus programas. El objetivo es enseñar nuestro corpus lingüístico en esta área. Esto ayudará a evitar sesgos lingüísticos derivados del mal uso de la lengua».
Santiago Muñoz Machado indicó que es posible «hablar claro desde cualquier ámbito. Esto empezó por la Justicia, pero se ha extendido a todos los poderes del Estado y afecta a todos de manera masiva. Las empresas que dominan el mercado a veces no se entienden con los ciudadanos, y a esto hay que sumar la brecha digital y los sistemas informáticos que, como sucede en el caso de las personas mayores, en ocasiones no se comprenden».
Entre los asuntos que se tratarán hay uno que preocupa: el lenguaje inclusivo, que ha generado multitud de problemas. «Las soluciones para este asunto -indica Santiago Muñoz Machado- están siendo diversificadas. Unas siguen las pautas de la RAE y de las academias, que ya tienen una normativa sobre el lenguaje inclusivo, aunque estén dispersas a través de las respuestas en el español al día o figuran en apartados de la gramática o los diccionarios. Existen guías del lenguaje inclusivo establecidas por universidades o instituciones de distinto carácter. Pero esta diversidad afecta a veces a las normas del lenguaje, la gramática, el vocabulario, a la comprensión del lenguaje y también a la claridad. Se usan conceptos diferentes para las mismas realidades. En cada una de esas guías se proponen distintas soluciones para la misma cosa. Por eso publicaremos una “Guía panhispánica del lenguaje claro y accesible” que coordina el académico Salvador Gutiérrez Ordóñez».
Esta publicación supondrá el punto álgido de la convención. Un libro con un valor especificó. «Hay que explicar qué es el lenguaje claro y cuáles son las condiciones para calificarlo como claro. Hemos pensado que si reuníamos a todos los agentes comprometidos en esta iniciativa y presentábamos una guía general sobre este tema haríamos un enorme favor al mundo del lenguaje porque evitaríamos fraccionamientos y que entren ciertos intereses públicos en un tema que es tan social. Hay que establecer pautas que puedan universalizarse sin perjuicio de que puedan desarrollarse guías particulares. Con este volumen establecemos un patrón general». Esta guía contará con unas 120 páginas que incluirá un abundante número de ejemplos. Es muy visual y el propósito es poder encontrar soluciones a las dudas de un vistazo rápido a sus páginas», concluyó Muñoz Machado.

El Rey presidirá la clausura

Santiago Muñoz Machado hizo hincapié en dos aspectos: el alto número de instituciones y empresas implicadas en el movimiento por el lenguaje claro y, también, que este no es un movimiento de intelectuales, lingüistas o juristas, sino uno procedente de las instituciones y la ciudadanía. Su objetivo: «Una mejor organización de los derechos de los ciudadanos para que puedan comprender lo que se les transmite». Como insistió el director de la Real Academia Española, «esta es la primera vez que instituciones que no son lingüistas ni revistas de literatura ni de ciencia, sino universidades públicas, empresas o gobiernos los que están adquiriendo el compromiso de mejorar la forma en que se dirigen a la sociedad». Se espera, por esto mismo, que asistan al congreso, aparte de los correspondientes profesionales, diferentes representantes del Gobierno, además del Rey, que estará presente en la sesión de clausura de esta convención.