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Richard Dreyfuss "vomita" en los Oscar y su nueva diversidad

El actor se muestra extremadamente contrario a los nuevos estándares de diversidad e inclusión de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas
Laurence Olivier en la versión cinematográfica de «Otelo», filme al que aludió Richard Dreyfuss y donde el intérprete británico actúa con el rostro pintado
Laurence Olivier en la versión cinematográfica de «Otelo», filme al que aludió Richard Dreyfuss y donde el intérprete británico actúa con el rostro pintadoLa Razón
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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Hay algo que Richard Dreyfuss parece tener atascado en mitad de la tráquea. Una palabra, un concepto, una idea, que se le indigesta cada vez que la escucha, que le revuelve y le provoca desagradables contracciones de infelicidad republicana. "Me hacen vomitar", ha declarado recientemente el actor, sin titubeos, en una entrevista para una cadena de televisión en referencia a los nuevos estándares de diversidad e inclusión de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, concretamente aquellos que aluden a los requisitos actualizados para la contienda por el Oscar.
Se ve que al intérprete neoyorquino le descompone pensar en la posibilidad de brindar acceso a la industria y oportunidades a grupos demográficos subrepresentados o le desagrada que al menos un 30% de actores secundarios o de roles de menor envergadura pertenezcan, por norma, a dos de los siguientes grupos: mujeres, grupos étnicos o raciales, LGTBIQ+, y personas con discapacidades físicas y cognitivas, incluyendo a sordos y duros de oído, porque debe estar cansado de que sean los negros, las mujeres y los homosexuales los que protagonicen de manera reiterada los epicentros narrativos de las historias. Entendemos al pobre Dreyfuss. La intolerancia, a veces, puede llegar a ser realmente agotadora.
«Nadie debería decirme como artista que tengo que ceder a la última y más actual idea de lo que es la moralidad. ¿Realmente corremos el riesgo de herir los sentimientos de las personas? No se puede legislar eso. Hay que dejar que la vida sea vida. Lo siento, no creo que haya una minoría o una mayoría en el país que tenga que ser atendida así», compartió con la comentarista conservadora Margaret Hoover durante un encuentro en el que el actor aprovechó para exponer abiertamente su opinión sobre la educación cívica en Estados Unidos, el discurso, a su juicio, partidista que se ha instaurado en determinados aspectos de la industria y la polémica iniciativa de inclusión de la diversidad de la Academia.
Uno de los títulos a los que recurrió el intérprete de «Tiburón» para ejemplificar su hartazgo fue aquel «Otelo» de 1965 en el que Laurence Olivier interpretó al protagonista de Shakespeare con la cara pintada de negro: «Interpretó brillantemente a un hombre negro. ¿Me están diciendo que nunca tendré la oportunidad de interpretar a un hombre negro? ¿A alguien más se le dice que si no es judío, no debería actuar en “El mercader de Venecia”? ¿Estamos locos? Es tan condescendiente y desconsiderado tratar a las personas como niños...», argumentaba eludiendo el evidente trasfondo racista de esta clase de decisiones en las que el color de piel o la raza del personaje representado se convierten en una herramienta interpretativa accesoria que poder camuflar con betún. En fin, regurgitaciones aparte, que alguien le traiga una palangana a este hombre para que arroje tranquilo o en su defecto, una brocha, para que pueda disfrazarse de negro sin que le señalen.

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