Crítica de teatro

“Atra Bilis”: El lado oscuro del mundo rural ★★★☆☆

Laila Ripoll firma una comedia ideada con mucha retranca en el Teatro Infanta Isabel

"Atra Bilis", firmada por Laila Ripoll y dirigida por Alberto Velasco
"Atra Bilis", firmada por Laila Ripoll y dirigida por Alberto VelascoDominik Valvo

Autora: Laila Ripoll. Director: Alberto Velasco. Intérpretes: Nuria González, Maite Sandoval, Paloma García-Consuegra y Celia Morán. Teatro Infanta Isabel, Madrid. Hasta el 11 de junio.

Pocas veces la crítica y la sátira más agudas son capaces de entrar en el teatro comercial sin necesidad de que este, para darles cabida, tenga que renunciar a su propia esencia. Y eso es lo que ocurre en Atra Bilis, una comedia, ideada con mucha retranca, que refleja de manera lúcida y atrevida cómo la maldad del ser humano se expande mejor cuanto menor, curiosamente, es el espacio que tiene para hacerlo. Escrita con gran poder de observación por Laila Ripoll, la obra aborda la ambigua, hipócrita y desquiciada relación de tres hermanas de edad avanzada y su sirvienta mientras velan al esposo difunto de una de ellas en la casa de pueblo en la que todas conviven. La tradición machista, el sentido del matrimonio y de la viudez, la ridícula afectación trágica de la gente en determinados contextos, la cultura del sacrificio mal entendida, el autoengaño y el uso arbitrario de la religión son algunos temas que salen a la palestra en una función en la que su autora refleja de manera admirable términos, muletillas y giros propios de un ambiente rural que más de uno, como es el caso del que escribe estas líneas, reconocerá muy bien en su propia biografía familiar.

En la obra hay ecos de Lorca, de Valle-Inclán e incluso de Jorge Manrique; pero todo está pasado deliberadamente por el sainete y la farsa, exagerando los rasgos de los personajes y buscando risibles tics a la hora de componerlos que aseguren un rápido y cómodo enganche a la trama por parte del sector más amplio posible del público. El director Alberto Velasco potencia la desmesura del lenguaje escénico para encubrir, probablemente, cierta lentitud en el desarrollo de la acción dramática pura y dura, y logra que cualquier espectador pueda digerir, sin darse cuenta, toda esa mordacidad que destila el texto en relación a la envidia, los celos, la mentira, la frustración, la crueldad, el orgullo y el resentimiento que dominan la constreñida vida rural.

El elenco cumple bien adaptándose a las exigencias de la propuesta; pero destaca especialmente Maite Sandoval, que despliega en su Nazaria toda una baraja de mohínes y ademanes tan ridículos como verosímiles. A todo ello hay que sumar la cuidada y acertada labor del iluminador David Picazo, del escenógrafo Alessio Meloni y de la vestuarista Sara S. de la Morena.

Puede que el público más exigente considere demasiado convencional Atra Bilis desde el punto de vista dramatúrgico y escénico; pero ojalá ese otro público, el mayoritario y menos especializado, que lo que busca cuando va al teatro es simplemente pasar el rato, se encontrase más a menudo productos, supuestamente convencionales, con el trasfondo que tiene este.

Lo mejor

La valentía de la autora para examinar con rigor e ironía un mundo rural que hemos idealizado.

Lo peor

El espectador más curtido verá un tanto previsible casi todo lo que va ocurriendo a lo largo de la función.