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Musicales
El ilusionismo de Houdini irrumpe en Madrid convertido en musical
La función, dirigida por Federico Bellone en el Teatro Calderón, promete un mix de magia y música

Como por arte de su propia magia, el ilusionismo a ritmo melódico ha aterrizado en Madrid. Al menos eso es lo que plantea Houdini, un musical mágico, la obra que protagoniza la cartelera del Teatro Calderón los próximos dos meses, hasta el 30 de noviembre.
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Esta revisión de la carrera del ilusionista más célebre de la historia se autoproclama "el primer musical del mundo que fusiona magia de gran formato con teatro musical". Haciendo honor a tal reconocimiento, los espectadores podrán disfrutar durante su duración de más de 20 trucos de magia y, al más puro estilo circense, la aparición de un elefante en escena. Los amantes de los animales pueden descansar plácidamente, pues no es el animal real. Este despliegue de majestuosidad responde a una ejemplificación de la personalidad de su personaje principal.
La historia del mago más famoso y maniático
Obsesionado con la perfección, el mago siempre rodeaba sus bolos de un misticismo que los convertía en verdaderos rompecabezas. Ese carácter misterioso consiguió que su persona siga rodeada de diversas conspiraciones y leyendas, principalmente alrededor de su muerte. Aunque existen múltiples teorías sobre ella, la realidad no se queda lejos de lo rocambolesco: su fallecimiento se produjo a causa de un golpe que uno de sus seguidores le propició en el descanso de una muestra para ver si tenía tanta capacidad física como afirmaba. Justamente, el musical se posiciona cronológicamente en su último "show", acontecido en Detroit posterior a haber sufrido la paliza. Su ambición no le permitía parar el espectáculo aunque su estado de salud fuera muy delicado. Esa lucha entre la excelencia y la supervivencia es el punto de partida de la narración, la cual irá sopesando otros momentos de su existencia a través de "flashbacks".
En su propósito de crear algo más que una función, la compra de la entrada también incluye un "preshow" para los que acudan una hora antes de su inicio. Éste consiste en una experiencia inmersiva a través del teatro donde se representa, que incluye música, efectos ópticos y toda una decoración ambientada en el mundo del engaño. La infraestructura del Teatro Calderón permite una mimetización con la estética perseguida, ya que el estrellato de Harry Houdini y la inauguración del edificio a principios del siglo XX son coetáneos.

La dirección y escritura corre a cargo de Federico Bellone, dramaturgo con un holgado recorrido, custodiando en su haber la realización de otros éxitos en las tablas como El fantasma de la Ópera o West Side Story. Este nuevo trabajo nace de la pasión que el mundo del ilusionismo le suscita desde pequeño. Él mismo declara que todas sus anteriores criaturas contienen algún pequeño factor fantástico, aunque naturalmente este ha sido el punto culmen de su exposición. Para poder sazonar en un mismo producto lo teatral y los trucos requeridos, confiesa que se necesita mucha paciencia. Paradójicamente, toda esta calma se transforma en un guion cuyo factor singular, según su ideador, es que posee un ritmo picado que no da respiro posible a aquel que lo consuma: 'No hay cambios de escenario, los actores no lo abandonan'.
El reparto está protagonizado por Pablo Puyol, caracterizando al propio Houdini, y Julia Möller, como su mujer. En el caso de Puyol, este es su primer acercamiento laboral a la magia. El estudio del papel le ha permitido tener una visión más amplia del carácter tozudo de su rol, justificado por una crianza maternal muy exigente. Su interpretación trae consigo varias complicaciones, pues cómicamente constata que tiene pánico a las alturas y cuenta con varios momentos en los que debe mantenerse colgado. Por si fuera poco, debe compaginar el cante con la elaboración de trucos y no perder la concentración en ninguna de las hazañas. Sin embargo, esta necesidad de siempre sacar lo mejor de uno mismo es el punto por el cual se declina por el teatro frente al audiovisual. "El contacto con el público, la adrenalina de que si sale mal no se puede cambiar y que cada representación sea única hace que me sienta más cómodo en él", expresa.

La música es responsabilidad de Giovanni Maria Lori, combinando la grandiosa composición de una producción de su magnitud con las partituras del folclore húngaro, país natal de la estrella del relato.
Con todo los elementos ya preparados, sólo falta que se abra el telón y que el público pueda comenzar a soñar. La intención del equipo es llevarlo en un futuro a corto plazo a Broadway, más reconocen que con la meca del arte escénico nunca se sabe. Toca esperar que la magia haga de las suyas y el mundo entero pueda conocer al "hombre más famoso de su época", como recuerda Puyol.
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