Los Premios Talía subrayan a los grandes del teatro
Juan Mayorga, Blanca Portillo, María Pagés, Carmelo Gómez, Miguel Delibes, Lorenzo Caprile, Lola Herrera y Antonio Banderas fueron algunos de los galardonados en la primera noche de gala de los galardones de la Academia de Artes Escénicas
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Para qué mentir, la pinta de los Premios Talía, desde fuera, era imponente. La plaza Santa Ana invadida por completo por las artes escénicas. Más de lo esperado. Alfombra roja de arriba a abajo, de la estatua de Calderón a la fachada del Teatro Español, Lorca mediante, y el pueblo arremolinado y curioseando para ver qué era lo que pasaba allí dentro entre tanto trajeado. «Pues los premios esos del teatro», chivaba uno de los presente a otro.
Faltaban algo menos de tres horas y la preocupación de unos y otros (nominados, organizadores y prensa) era la habitual de una fecha así: ¡la duración! «Que no se eternice», se rogaba. Y no tardaron en dar muestras de que la intención era complacer al respetable. Empezó la chavalería de Los chicos del coro bailando de la plaza al escenario y en apenas treinta minutos se habían ventilado varias actuaciones, presentación a cargo de la presidenta de la Academia –Cayetana Guillén Cuervo– y 7 de 33 premios, incluido el «curioso» galardón a Resines –poco habitual en las lindes teatrales– titulado «Vuelta a la vida». Cuanto menos, macabro, aunque una vez más salió bien del callejón y aprovechó su minutillo para agradecer todos esos cuidados que le dieron en la UCI del Gregorio Marañón.
La lengua fuera, galardonados respondiendo a la súplica de la «brevedad» y la gente celebrando esa «vuelta rápida» en la que se había metido la gala. Si el ritmo era frenético, no menos apabullante fue el inicio del Company de Antonio Banderas: 3 de 4. Ante unos números incuestionables, la sensación general de justicia puede que fuera otra... Justo perdieron allí donde tenían más posibilidades (2/3), en actriz musical. Lo «robó» Mireia Portas, por Cantando bajo la lluvia. Los otros, a la saca: dirección, espectáculo y actor, todos en la categoría de musical. Banderas, henchido, celebraba con el subidón: «El teatro musical es teatro y no conciertos ni recitales», reivindicaba un intérprete que, pese a tanto viaje por el mundo, pisaba por primera vez el Español.
Sorprende la afirmación en el «compañero», pero todavía más en una gran dama del teatro, aquí protagonista, Talía de Honor, doña Lola Herrera: 65 años de carrera y ni un cameo sobre el escenario de la plaza Santa Ana. Pero llegó la hora y la vallisoletana se puso el que ya es su moño blanco de las grandes citas. Subió. Pesaba el Talía-trofeo-virgencita –al que se le podría dar una vuelta– y pidió ayuda para que alguien se lo sujetara a sus 87 añazos tan bien llevados. «Todos sabemos lo que es esta profesión para bien y para mal», comenzaba, «pero lo importante es que vayamos teniendo señas de identidad, nuestra esquina, que figure en algún sitio (...) Porque el teatro es efímero y solo queda en el recuerdo». Incitaba Herrera a generar una «memoria» teatrera en la que continuar haciendo lo que a ella más le gusta, «compartir sueños y esperanzas».
Seguían desfilando nombres, premios, aplausos y discursitos: Rocío Molina, María Pagés, Antonio Ruz, Juanjo Llorens, Los Galindos, el Teatro Real (El ángel de fuego), Saioa Hernández...
Se sumaba Zapata Tenor a la fiesta y despertaba las mayores sonrisas de la noche. Sin tapujos, y repleto de ironía, se lanzaba en un alegato por la lírica: «Nuestro público se está muriendo». Pedía compasión a los cantantes de musicales. «Hay que ser “lyricfriendly”. Te vas a cualquier teatro de ópera, miras abajo y ves un frondoso campo de lomos plateados... Cuando hay una Luisa Fernanda y siempre hay una UVI móvil en la puerta por las taquicardias o las caderas que se salen»... Risas y a otra cosa.
El frenesí no paraba y los chicos de Ay Teatro-Ron Lalá aprovechaban la ocasión para embolsarse los premios a la música, al espectáculo de compañía y productora privada; y de paso, hicieron gala de su arte al recoger el Talía. No pudieron hacer pleno con el "ex aequo" para Marta Poveda y Aitana Sánchez-Gijón y la mejor actriz fue para Blanca Portillo. Era el turno de los ilustres, de los veteranos: Juan Mayorga, Carmelo Gómez, Laila Ripoll, Luis Bermejo... Todos ellos subían a por su premio bajo la mirada de los Pablos (Messiez y Remón). No era la noche de los pipiolos por muy confirmados que estén en la escena. Hasta el mejor espectáculo fue para otro clásico, Miguel Delibes y sus Santos inocentes. En realidad, era el segundo de la noche: Gómez le había impulsado al primero con Las guerras de nuestros antepasados. Nuevos premios, misma gente.