Liga de Campeones
Dimarco, de hincha a ídolo en San Siro
El lateral izquierdo del Inter vio en el estadio como espectador la semifinal que su equipo y el Milan jugaron en 2003. «Jugar este partido es una sensación increíble», reconoce
Federico Dimarco tenía solo cinco años cuando Milan e Inter se enfrentaron en una semifinal de la Copa de Europa por primera vez. Aquello fue en 2003 y el lateral izquierdo del Inter no soñaba aún con ser una de las figuras de su equipo. «Estuve en San Siro en 2003. No tengo buenos recuerdos como hincha del Inter. Pensar que estuve allí hace 20 años y ahora puedo jugar este partido es una sensación increíble», dice.
Ganó el Milan, que después también superó a la Juventus por penaltis en la final. Aquella edición de la Liga de Campeones fue histórica. Era la primera vez que se enfrentaban dos equipos de la misma ciudad en una semifinal y fue también la primera vez que dos equipos del mismo país se encontraban en la final.
«Fue una semana corta: de miércoles a martes vivimos seis días de tensión total», recuerda Paolo Maldini en uefa.com. «Fueron los peores días de mi larga carrera futbolística. Ya tenía 37 años, tenía experiencia y no tenía que lidiar con la ansiedad por el rendimiento, pero era imposible no pensar constantemente en esos partidos», dice Costacurta.
El Milan ya no domina Europa como hacía en los tiempos de Ancelotti y el Inter no carga con décadas sin ganar la Copa de Europa como sucedía en aquel momento. La ganó en el Bernabéu en 2010 con Mourinho en el banquillo.
La semifinal seguirá siendo intensa y pocos jugadores la vivirán con tanta intensidad como Dimarco, un futbolista criado en la cantera del Inter y que ahora, a los 25 años, disfruta de su mejor momento. Desde el costado izquierdo de una defensa de cinco, funciona más como extremo que como lateral. Los números lo explican, ha marcado seis goles y ha dado ocho asistencias en la temporada. Lleva más goles que tarjetas amarillas. Ha visto tres y ninguna de ellas en los 30 partidos que ha disputado en la Serie A.
El zurdo debutó al final de la temporada pasada en la selección absoluta y desde entonces solo se ha perdido los dos partidos para la clasificación de la Eurocopa que disputó Italia en el mes de marzo y que no pudo jugar por lesión. Pero su ilusión de verdad era ser jugador del Inter y lo ha conseguido, aunque no le ha resultado sencillo. Ha jugado cedido en el Ascoli, en el Empoli, en el Sion de Suiza, en el Parma y en el Verona antes de ganarse un sitio desde la temporada pasada en el equipo de su vida. Porque Dimarco, antes que jugador, es hincha del Inter.
«Voy al estadio a ver los partidos del Inter desde que tenía dos años», dijo después de ampliar su contrato hasta 2026. «Esta no es una camiseta como cualquier otra para mí. Soy interista desde que nací e incluso cuando estaba cedido en Verona, los fanáticos seguían pidiéndome que regresara. Aquí me siento querido», añadía.
Ni su rendimiento ni el amor por su equipo le han librado de que el Inter le buscara competencia para el lateral izquierdo. En el mercado de invierno de la temporada pasada llegó el alemán Robin Gosens cedido del Atalanta. La solución en algunos casos ha sido que Dimarco juegue de central. Un central extraño que se ocupa de sacar los córneres.
Pero a él lo que le preocupa es poder jugar con su equipo.«Como todos los derbis, siempre es una sensación increíble jugarlos. Como hincha del Inter, también he visto muchos y estoy muy feliz de jugar una semifinal, quiero disfrutarla», advierte antes de enfrentarse al rival de la ciudad. «Necesitas tu cabeza y tu corazón en partidos como estos. Con la mentalidad adecuada podemos bloquear el efecto de los aficionados del Milan», añade.
Los dos partidos se juegan en el mismo estadio, pero hoy el Inter es el que ejerce de visitante. El que disfrutará de jugar en su estadio es Davide Calabria, el capitán del Milan. Un caso parecido al suyo, criado en la cantera rojinegra y aficionado del club desde pequeño. Los dos se cruzarán por el mismo carril.
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